jueves, 23 de junio de 2011

Zazil Collins presenta en "Cada Quien su Boca" de Palaras Urgemtes


ZAZIL COLLINS
Shōgun
El punto se ha desprendido de su habitual estado, y ha tomado un impulso con el cual logra saltar de un mundo a otro.
Wassily Kandinsky
En el abanjo del uluema
trina su filigrana
sobre la corteza
del invisible rosa que retoña
en la forma más limpia
del movimiento infinito
donde envarados
los fantasmas de corazón corto
resplandecen detrás del cristal
para que coronada diagonal
la trigueña shōgun
libre
en este mundo y en los otros
pringue de cardos
mi garganta que pervive
el acorde del bosque
luz que se ama
de silabear
cuando se ama
el flux de ser
al pie de un árbol



TODO MUNDO

I

Todo mundo dice que son palabras
y Palabra es un tambor,
sentido piel
que se desgaja
en ardores,
en brumas.
Todo mundo gira,
sube la vista a la Luna
y por dentro se sonroja y
grita:
¡Yoooooo!
[eco]
Miente el aire,
el mar confunde,
presume sonrisas,
caracoles que se agitan.
Todo mundo sonríe como
el cartón y llora,
en sus ojitos cuitados
el mundo es pobre todo,
carga parches y enmiendas
en sus costados.
Todo mundo se duele
escuchando el canto
que del alba se queda
en las miradas
de los que gimen y giran;
que las ruecas te pinchen,
mundo mondo
de redobles y costuras.
Todo mundo lleva existencia
de pasamontañas,
lazarillos alfileres,
y todo mundo dice que son palabras
y Palabra es un tambor
sentido piel
que se desgaja.

Tiémblame, mundo,

porque todo mundo gira y tiembla
las olas que se agrandan
en los ecos,
y de nuevo
yo
retumba:
redoble resuena

—t r u e n o—
tensada piel sobre la boca
de un cuerpo
—t i m b a l e s—
Todo mundo es tamborero;
ténsame, mundo,
el cuero de la piel
porque tiembla el eco.
TUMBLING
La fiera bonza
se me lanza con colmillos de alcanfor.
Toma mis manos.
Amanece
con la tonada callejera
de una añorada ninfómana
que levanta
el anhelo de la paloma
temblorosa
por su canción infantil.
Heme, bajo el búnker
con un desdén de fantasías.
Soledad de lupanar.
Y por el tracto, la nausea en brasas.
Bajo el brassiere, la tentación del mordisco
de un guillotinado san Martín de Porres
o un lechero en engorda
en los pechos de la poliandria;
las mieles de la gesta,
en la imaginación del retraso,
en la espera y el rechazo
de una vida.
Mi vientre se acomoda.
Impávido y ufano
quiere parir en la nausea.
No,
que no.
No al filo del acantilado
del cronotopo sin hambre;
de frente a frente al oficio
por sexo no amor primero
en la tripa, vámonos
antes de preferir el escozor,
lo movedizo del cielo que miramos,
desde los estambres,
degustando la sutil ventisca
al pronunciar los soplos.
Somos el germen del no
o el éxito de todos los fracasos.
—No llores, Ángel González—
Vámonos, vámonos, como putillos, al diablo.
Cojamos entre las piernas
lo que deba sostenerse,
con el ahínco,
en el acorde
y sus veintiún consonantes.
CORAZÓN DE VALVA
Ulúlame la conchiolina
con tu canto de paria,
doméñame,
lústrame el nácar,
aunque sea de vez en cuando,
que las valvas de mi corazón
te modelarán sus lágrimas.
BLANCO REHILETE EN ARIAS
Lienzo o vela en blanco. Siempre pudo haber un tiempo cuando gestar. Un cualquier minuto en que sentarse a verter las arterias de la medusa. Un cualquier instante de nociones sobre los daños. Pasarían —han pasado— temporadas desierto. Tú. Siempre sola que fuiste, serás. Oliendo meticulosamente aquellos desechos innombrables de un vientre seco. Los timoneles no damos vida.
Luz de vida
La luz debida que el viento acuna / lívida herida / como ninguna /
la luz que espanta los sueños muertos / la luz que salva los pensamientos.
Patxi Andion
Desollar el alma en un areíto.
Beber en soledad,
ante la luz de vida,
el agua en la jarra, de flor limpia,
como preámbulo.
Escribir a cuenta gotas
que de vaho el cuerpo cambia
como pliegue de piqué
que con un rezo de amor,
manto pringado del blanco,
se confecciona
al habitar
la sémola de los Sagrados,
los daguerrotipos que refulgen
al alba zurda de sol.
CONCHA CHOCOLATA*
Vístete de carey y coral

arrecife de estrellas marinas,
la caracola cantá la despedida,
el mar le arrancá a mi
concha chocolata su perfume
de alga.

Mi concha chocolata

suda color perla,
se llena de espuma
con cada atardecer,

mareas bravas de verdesflores.
Mi concha chocolata

hierve leche en las madrugadas,

humea a las seis de la mañana,

se abre con el sonido de mis dedos.

Tu mirada,

sombra pendular
mareabrava,

me ahoga como

lo hace la saliva
que tragamos en
el beso sepulcral,

gorgojo arenal

que traspasa poroslluviosos,

remorita grácil,

chulada babosa,

la caricia de tus ojos

embebe el sudor
perla de mi piel,

tal vez la luz de puerto

encienda tu faro
e irradie a las conchasmadre,

tal vez la mano en el sexo

guarde tu frágil vaso,

pero el péndulo chilla

cada hora,

pero el péndulo silba

sin cesar.

MONÓLOGO DE AMAZONA
a la partida de Thomas Cavendish con Leucótea
Cavendish prometió volver.
A babor y estribor,
sostenidos por obenques
y amantillos,
vamos a construir una nave
a la que no pueda sajársele el mascarón.
Amazona perdió la razón.
Inmolé al cimarrón
en honor a las gigantas
de las múrices cuevas del Ado.
Desnuda, en la tierra del cristal,
dormí en el gamellón del moro,
Cavendish no retornó.
Arrojemos la brújula al mar,
que se pierda en la panza de la ballena
cuando el sol tramonte;
mientras, aireemos la guerra
que sorbe a las gigantas.
Amazona sola.
En el arcón de mi ósculo demente
se vislumbra el himeneo
ante el que nombro al que bien quiero,
si lo añoro,
las olas me prometen verlo volver.
Amazona aguarda en un muelle de Cabo Pulmo.
Zazil Collins

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