lunes, 29 de febrero de 2016

Rojo Córdova presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (29 de Febrero 2016)




ROJO CÓRDOVA


Hombre Lumbre

hombre
hombre
hombrelumbre
hambre hombros come carne-llega tarde-verga grande
hombre
hombre
hombre piernas puños box y sangre
hombre hombre
vellos sin cabellos fuerza de caballos proteger cazando solos o acompañados
hombre voz de mando grave
corazón y nombre de hombre      estatus/ mirando maña/
guerra germen tallo fruto gordo alto in-sig-ni-fi-can-te
le-ón
ganar perder
príncipe
 del estrés
rinoceronte armadura de estambre
hombre lumbre
más vellos
edad mental 3 años
hambre hambre hambre ego insaciable
hombre puño beso abrazo de hombre enorme
fogata espalda pecho hombre lobo muerde la manzana de mi cuello
hombre
hombre
hijo, primo, tío, hermano, padre-lumbre,
e-ne-mi-go-co tidiano
bloque robleescudo brazo de diablero en el mercado
barrio
bravo,
texto de amor (pero) mal tatuado
cabrón axila olor a jazmines machos
hombre
hombre

El hombre
es todo lo malo del hombre
boxeando con todo lo bueno del hombre

en vano
hombre  lumbre
hombre   hombre


Tabla :  4/4

TA TA TA TA
In se gu ro

TÁ-DI  /TÁ-DI/ TÁ-DI/ TÁ-DI
CÓ-rrup-TE-la-SIN-cas-TI-go

TÁ-KI-TÉ/ TÁ-KI-TÉ/ TÁ-KI-TÉ/ TÁ-KI-TÉ
CRÍ-men-AR-TÍS-ti-CÓ-MÁS-nar-CÓ-TRÁ-fi-CÓ

TÁ-KA-DÍ-MI/ TÁ-KA-DÍ-MI / TÁ-KA-DÍ-MI / TÁ-KA-DÍ-MI
CHAM-ba-CHA-fa/ MAla PAga/ LA-pro-DUZ-co/ NA-die-GA-na

TA-DI-GUÍ-NA-TÓM/ TA-DI-GUÍ-NA-TÓM/ TA-DI-GUÍ-NA-TÓM/ TA-DI-GUÍ-NA-TÓM

Acumulación/  te qui to te doy     /gentrificación/ va ya sé dea cá

TÁ-KA-DI-MÍ-TA-KA/ TÁ-KA-DI-MÍ-TA-KA/ TÁ-KA-DI-MÍ-TA-KA/ TÁ-KA-DI-MÍ-TA-KA

PAZ-mon-si-VÁIS-car-de/NAL-y-ke-ROUAC-on-the/ROAD-on-the-ROAD-por-la/FÁC-la-ciu-DAD-trans-pa/

TÁ-KA-DÍ-MI-TÁ-KI-TÉ / TÁ-KA-DI-MI-TÁ-KI-TÉ/ TÁ-KA-DI-MI-TÁ-KI-TÉ / TÁ-KA-DI-MI-TÁ-KI-TÉ/

MAR-gen-PE-ri-TRANS-ver-SAL/ME-ta-POS-mo-MAR-gi-NAL/
CON-tra-LAUR-be-DE-me-TAL/ DE-sen-CAN-to-CO-mu-NAL/


TÁ-KA-DÍ-MI
TÁ-KA-YÉ-NU

TÁ-KA-DÍ-MI
TÁ-KA-YÉ-NU

TÁ-KA-DÍ-MI
TÁ-KA-YÉ-NU

TÁ-KA-DÍ-MI
TÁ-KA-YÉ-NU


É-sce-NÁ-rio
DEL-fra-CA-so

U-to-PÍ-a
CA-da-DÍ-a

PO-ca-PRA-xis
VIL-teo-RÍ-a

CO-ti-DIA-no
TRANS-mu-TAR-lo
  
 ® Rojo Córdova

Lunes 29 de Febrero en Palabras Urgentes: Rojo Córdova

Lunes 29 de Febrero 2016

en vivo a las 17:30 horas por


Estará con nosotros el poeta eslamero
Rojo Córdova


presentando "Hombre Lumbre" y otros textos..

"El hombre
es todo lo malo del hombre
boxeando con todo lo bueno del hombre..."

Además de nuestras secciones:

Cada quien su boca
Notas Imprescindibles
Escritorpedia

Conduce: Andrés Castuera-MIcher
Palabras Urgentes
Las escritoras y escritores tienen la palabra.

jueves, 18 de febrero de 2016

Lunes 22 de Febrero en Palabras Urgentes: Miguel Atristan "Chendo", cantauto

Lunes 22 de Febrero 2016

en vivo a las 17:30 horas por


Estará con nosotros el cantautor
Miguel Atristan
"Chendo"


presentando lo màs reciente de sus canciones.


Además de nuestras secciones:

Cada quien su boca
Notas Imprescindibles
Escritorpedia

Conduce: Andrés Castuera-MIcher
Palabras Urgentes
Las escritoras y escritores tienen la palabra.

lunes, 15 de febrero de 2016

Jazmin Delgado presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (15 febrero 2016)

JAZMIN DELGADO


MIRAR DESDE EL SUELO

Después de estar fuera por algún tiempo, hoy regreso a casa. Ya sólo me faltan  unas cuantas calles. Miro al cielo tratando de ver la luna pero únicamente están las estrellas —hace mucho que no veo las estrellas ni la luna—.
Me quedé un instante hipnotizado por el cielo hasta que algo me distrae, un grupo pequeño de gente que cuchichea entre sí. Quizá ocurrió un accidente y hay algún herido o tal vez un muerto. ―Siempre es lo mismo cuando ocurren estas cosas. ― La gente atraída por el morbo de ver el sufrimiento de otros sale de sus hogares y trabajos para deleitar su curiosidad.

Recuerdo que la primera vez que vi  una persona herida, yo tenía ocho años. Aquel día acompañé a mi mamá al mercado, mientras ella compraba en un puesto de verduras yo fui a comprarme golosinas con el poco dinero que llevaba. Mi madre siempre insistía que no me alejara de su lado pero cuando escuché el chillar de unos niños y de una señora, no puede evitar mi curiosidad y fui a ver qué había pasado. Cuando llegue al lugar, se encontraba una anciana en el pavimento; y un niño entre lágrimas que suplicaba:

—¡No te mueras, abuelita!

Y una señora que decía:

—¡No me dejes, Mamá!

Los paramédicos estaban por llevársela y al momento de pasarla a la camilla vi como el rostro se le desprendió.
Asustado le grité varias veces a mi madre, quien llegó corriendo asustada, me abrazó y nos alejamos mientras me regañaba por no haberle hecho caso.
A pesar de que ya han pasado 17 años hay días en que sueño con eso.

Vi que el pequeño círculo de personas crecía de una manera considerable; hay gente que mira el  fúnebre espectáculo mientras comen, otras que se paran de puntitas para alcanzar a ver, otros toman fotos, hasta los autos disminuyen su velocidad intentando mirar lo que ocurre y como siempre, un policía que dice.

—Sigan avanzando, sigan avanzando.

Una señora que llega corriendo, distrae la atención de todos.

—¡Mi hijo, mi bebé… ¿Por qué Dios mío? ¿Por qué te lo llevaste?!

Al escuchar el llanto de esa señora, recordé que una ocasión en la que estaba en la preparatoria con mis amigos y decidimos no entrar a clases para ir a tomar unas cervezas. Cuando anocheció escuchamos unos disparos, mis amigos me dijeron que fuéramos a ver qué había sucedido, yo no quería ir pues me daba miedo que aún siguieran allí y también recordé la imagen de la anciana que vi en mi infancia. Pero para que no me dijeran que era un maricón los seguí. Supimos donde habían ocurrido los hechos porque de igual manera había mucha gente rodeando una tienda de abarrotes y cuando llegamos vimos el cuerpo tirado de un hombre, al parecer era el dueño de la tienda. Le había quitado la vida de dos balazos; uno en el pecho y otro en la cabeza, a su lado se encontraba su esposa quien gritaba a la gente que llamarán a una ambulancia, que hicieran algo en lugar de estar observando… Ni mis amigos, ni yo hicimos nada, estuvimos por un momento ahí, después nos fuimos a nuestra casa en silencio.

Hoy no era la excepción las personas musitaban “Pobre muchacho que Dios lo tenga en su gloria”, “Se ve que lo torturaron”, “Seguro andaba en malos pasos”, “Yo lo conocía era tan buen muchacho” “seguro que con estas fotos me dan algo en el periódico”. Todos hablan pero de seguro nadie sabe lo que le pasó, yo no entiendo por qué siguen ahí.

Hace algunos meses, mientras yo me dirigía a la universidad, una camioneta se detuvo enfrente de mí, se bajaron dos hombres, me vendaron los ojos y colocaron cinta en mi boca para finalmente subirme al automóvil. Durante ese lapso no pude hacer nada, me quedé en shock.
Me llevaron a no sé qué lugar en donde tenían a otras personas secuestradas, lo sé porque escuchaba sus llantos; era una mujer y un hombre.

—Checa sus contactos en su celular, ahí debe de haber algo— le decía un secuestrador (quien según yo era el que estaba a cargo) a otro.

—Ya valiste, hijo de tu puta madre —me decían mientras me golpeaban.

No sabía qué buscaban en mi celular, pensaba que quizás se equivocaron de persona, hasta que uno me preguntó

—¿A quién puedo llamar para pedir el varo?

 Me quedé paralizado hasta que uno de ellos me golpeó.

—Mira cabrón, si quieres salir de esta, más te vale que me digas a quien llamo, sino hasta aquí llegaste.

 Al escuchar que jaló el gatillo le dije que le marcara a Esperanza.

—¿Qué es de ti?—me preguntó el tipo sin quitarme el arma de la cara.

—Es mi madre—respondí.

No escuché la conversación, ni cuanto le pidieron.
—La vieja los va a conseguir, si no, le mandamos a su hijo en partes —se decían entre sí, no sé si era para asustarme o porque realmente lo iban a hacer. Me imaginaba la angustia y el dolor de mi madre que estaba pasando en ese momento.
Un día (o noche, no sabría decir la hora), escuché como entraron muy bruscamente esos hombres y le dijeron a otro de los que estaban ahí:

  —Ahora si te llegó la hora cabrón. No juntaron lo que pedimos.

―¡No por favor! ¡Haré lo que pidan! ¡Por favor, no lo hagan!

Escuché el llanto, la súplica de aquel hombre y como uno se lo llevó arrastrando a otra habitación, después oí un disparo…y en seguida un silencio.
La mujer gritaba aunque no lo lograba por la venda.

—Eso es lo que les espera —dijo uno de ellos al salir de la habitación.

Traté de que esas palabras no me perturbaran más de lo que ya estaba, pero la desesperación, la impotencia y sobre todo el llanto de la mujer no me lo permitieron. Mis lágrimas recorrían mi rostro, quería desahogarme de todo. Lloré demasiado, lloré hasta que el cansancio me derrotó y quedé dormido.
Pasó el tiempo, una eternidad y más. La comida que nos daban era muy poca, al igual que el agua. Me sentía débil, cansado, ya me había cansado de llorar, sólo esperaba que todo esto se terminara.
―Hoy se decide que hacemos contigo mamita ―le dijo uno de los secuestradores a la mujer,
Al parecer ella también ya estaba cansada de todo. No hizo sonido alguno, sólo suspiro. En parte me sentí tranquilo de ya no estresarme con los sollozos de la mujer.
Esperaba a que se decidiera su destino, aunque a esas alturas y por lo que le pasó al otro hombre todo era incierto.
Se escuchó como abrieron la puerta, luego los pasos que se dirigían hacía nosotros, la mujer empezó a llorar.

― ¿Pero por qué lloras mi chava? ―le dijo el hombre y se la llevó.
No supe qué pasó con ella.

Ya sólo quedaba yo temiendo por mi vida, pensando en lo que harían conmigo…


Escucho la ambulancia que se acerca al lugar, y sé que es mi última oportunidad de mirar una vez más el cuerpo torturado en el pavimento y así deleitar mi curiosidad, pero hoy prefiero pasarme de largo y llegar a mi destino, porque no quiero oír el llanto de Esperanza, ni cuando la ambulancia se lleve mis restos.




Jazmín Delgado

jueves, 11 de febrero de 2016

Lunes 15 de Febrero en Palabras Urgentes: Jazmin Delgado

Lunes 15 de Febrero 2016

en vivo a las 17:30 horas por


Estará con nosotros la escritora

Jazmin Delgado

presentando sus textos participantes de la antología:
Suspenso entre mujeres.

"Después de estar fuera por algún tiempo, hoy regreso a casa. Ya sólo me faltan  unas cuantas calles. Miro al cielo tratando de ver la luna pero únicamente están las estrellas —hace mucho que no veo las estrellas ni la luna—. "

Además de nuestras secciones:

Cada quien su boca
Notas Imprescindibles
Escritorpedia

Conduce: Andrés Castuera-MIcher
Palabras Urgentes
Las escritoras y escritores tienen la palabra.

jueves, 4 de febrero de 2016

Lunes 8 de Febrero en Palabras Urgentes: Gerardo Martínez y su proyecto Dendara.



Lunes 8 de Febrero 2016

en vivo a las 17:30 horas por


Acústico en vivo con el cantautor
Gerardo Martinez

presentando su proyecto musical
DENDARA

"Pagando el corazón
una y otra vez
crepúsculo viajero
esperamos aquí,
hasta olvidar que fue de los otros..."

Además de nuestras secciones:

Cada quien su boca
Notas Imprescindibles
Escritorpedia

Conduce: Andrés Castuera-MIcher
Palabras Urgentes
Las escritoras y escritores tienen la palabra.

lunes, 1 de febrero de 2016

Rousse-Lara presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (1' de Febrero 2016)

ROUSSE-LARA


El pueblo escondido en la niebla; fragmento.

Daphne platicaba con Cosme mientras regresábamos por nuestras cosas para emprender el viaje de regreso. Intentaba distraerlo y animarlo mientras que un pensamiento se empezó a gestar en mi cabeza. Quizás comenzó a formarse desde antes pero en ese momento me di cuenta de él; no supe en realidad qué estaba pasando pero intenté eludirlo ya que desafiaba el sentido común en su totalidad; sin embargo cobró mucha fuerza en instantes. ¿Las causas? Probablemente Cosme y su tristeza, la nueva aceptación de Ali, doña Raquel despidiéndose de nosotros, la amabilidad de doña Aquilea y don Arcadio; el lugar tan misterioso en el que estábamos, la frustración de no haber concluido de manera óptima la labor por la que habíamos ido… Todo eso se volvió más grande que yo al grado de no poder contenerlo.
Llegamos donde estaban las cosas, las observé ahí tiradas; Daphne se estaba poniendo su mochila.
—¿Me das el pegamento? —le preguntó Cosme a mi compañera.
—¡Ah, Sí! Perdón, lo había olvidado —le respondió. Se agachó para abrir la mochila de herramientas y sacó mi piedra para buscar el bote metálico de pegamento
—Daphne… —le dije. La joven volteó—. Quiero quedarme para arreglar el invernadero de Cosme —ahí estaba, lo había dicho para sorpresa de todos, incluyéndome.
A Cosme se le iluminaron los ojos, era una gran noticia para él.
—¿De verdad, Germán? —me preguntó el joven.
—Pero… tenemos que regresar —me dijo Daphne tan confundida como sorprendida—. Tenemos que regresar a la universidad…
—Ya terminamos con la universidad —le dije con una sonrisa—. Nuestro certificado nos lo dan la próxima semana.
—Pero… no querías ni venir.
—No, y no pretendo quedarme mucho tiempo. Mi comida pronto se va a terminar y necesito lavar mi ropa… o comprar otra; no sé si después de lavarla quedará limpia —respondí—. Quiero terminar la labor por la que hemos venido. Le puedes decir a Sebas que en su informe contemple este invernadero.
—Nosotros te podemos dar de comer, Germán —dijo el joven que sólo nos observaba.
—Gracias Cosme —le dije sonriente.
—¿Cómo vas a regresar? —me preguntó Daphne.
—Pues de San Bernabé deben salir camiones a Pachuca o algo así, y de ahí estoy seguro que salen al DF.
—Van a Tulancingo; de ahí a la ciudad —me corrigió Cosme.
—¡Ya ves! Van a Tulancingo.
—No… esto no parece buena idea —continuó Daphne.
—Sólo un par de días más, en lo que termino el invernadero. Para el fin de semana voy a estar de vuelta.


El pueblo escondido en la niebla; fragmento.

Le pregunté a don Severo si me permitía bañarme en su temazcalito. Respondió afirmativamente, así que fui a la casa de campaña en busca de mi shampoo, mi jabón, mi toalla y mi ropa limpia. Estaba lleno de tierra y sudor, pocas veces en mi vida me había encontrado en esas condiciones, pero en aquella ocasión no me importaba, me sentía muy bien rodeado de toda esa gente.
Caminamos pocos minutos hasta el temazcal; se trataba de un cuarto hecho de madera al igual que las casas, donde Cosme vertía agua en un recipiente de metal que se posaba sobre un brasero encendido.
El papá de Cosme abrió la puerta; en el interior había una tina redonda hecha de ladrillos incrustada en el suelo. De un lado bajaba una canaleta por donde llegaba el agua caliente desde el exterior, tenía tres escalones para llegar al centro y me pareció distinguir un tapón hecho con un madero para que el agua saliera una vez que se había usado.
El vapor subía y se condensaba en el techo; don Severo me dijo que ya estaba buena el agua, así que me metí. Cosme me dijo que le avisara cuándo vaciar lo que quedaba del agua caliente.
Entré, colgué mi ropa en un clavo, bajé por los escalones y sentí la deliciosa agua caliente en mi piel. Tomé el shampoo y el jabón para darme el baño que había ansiado desde hacía días atrás.
Estar ahí fue reconfortante y me dio unos minutos para pensar en todo lo que me había sucedido en esos días… Cosme, doña Aquilea, Alicia… La imagen de la niña gruñona interrumpió mis pensamientos. Nuestro primer encuentro fue gracioso, cuando me quería vender una gallina a ciento cincuenta pesos. Pensé en lo que había dicho, eso de que Arcadio tenía algo así como un don para hacer crecer el maíz; me pregunté si todos ahí tenían dones, y si así era, ¿cuál era el de ella? Mis pensamientos fueron interrumpidos por Cosme:
—¡¿Ya, Germán?! —preguntó si ya vaciaba la última porción de agua caliente.
—¡¿Primero quito el tapón, verdad?! —respondí. A lo que Cosme respondió que sí.
—¡Te espero en mi casa, Germán! —gritó el joven después de haber llenado de nuevo la tina.
Mientras que el vapor se elevaba en el cuarto, yo me recargué en el borde y cerré los ojos. Observé escenas de lo que había pasado en esos días: Los invernaderos, Daphne y Sebastián, el Chaparro gruñendo, doña Chabela y don José, doña Domitila… recordé a la compañera de la que había dicho que no olvidaría su nombre… pero lo había olvidado de nuevo; no era importante  ya.




El Pueblo escondido en la niebla; fragmento.

—¡Llévenlo a la “suit” de invitados! —dijo el gordo presidente cara de perro.
Dos hombres me empujaron para que caminara al interior de una casa bastante grande; pensé que me llevarían a la estación de policía, pero el mismo presidente se iba a ocupar de la situación, cualquiera que fuera… No me extrañó.
El clima nocturno era frío y húmedo cuando subimos por una escalera dentro de la construcción rosada estilo colonial. Pasamos frente a un cuarto abierto con un cordón que impedía el paso, del que colgaba un letrero escrito a mano que decía “clausurado”; lo poco que pude ver del interior estaba chamuscado, con cortinas a la mitad, consumidas por un fuego extinto; pensé en Catarino, él había sido el causante del incendió en el palacio municipal; se me escapó una sonrisa.
La temperatura no me afectaba, incluso tenía calor acompañado de una rabia inmensa. Me sentía como un animal salvaje; iba a aprovechar cualquier oportunidad para escapar de ahí.
—¿De qué te ríes? —me preguntó el tipo de barba mal rasurada a mi derecha.
Abrieron una puerta en la segunda planta; se trataba de un baño no muy limpio, con mosaicos faltantes en las paredes. Me empujaron al interior, yo me resistí, pero tropecé con el hoyo de una coladera destapada en el suelo.
—A ver si te sigues riendo, pendejo —me dijo el barbón y, en seguida, me pateó en dos ocasiones y cerró la puerta. “No me van a detener”, pensé.
Escuché al individuo con el que había discutido en el mercado; coqueteaba con una edecán: “Pus te ves rechula en esas mallitas amarillitas… así… apretaditas”, dijo entre otras cosas. Luego una puerta se cerró y al poco tiempo escuché a una mujer gemir junto con el arrítmico golpeteo de un mueble contra una de las paredes del baño. El ruido duró menos de dos minutos y entendí por qué razón esas mujeres consiguieron el puesto de edecanes para la campaña.
Antes de que todo oscureciera por completo, me dediqué a inspeccionar el lugar para encontrar algo que me sirviera como arma pero no encontré nada; golpeé los mosaicos para encontrar un punto hueco por el cual pudiera escapar; vi si podía hacer más grande el agujero de la coladera, pero no tuve éxito. Había una ventana con barrotes que moví por si alguno estaba flojo, pero pese a todos mis intentos, aquel palacio municipal estaba bien construido.
No estuve seguro de cuánto tiempo pasé ahí; unas tres horas quizás, antes de que una luz se asomara por debajo de la puerta y unos pasos se acercaran.
—El Ángel quiere verte —dijo un hombre que abrió la puerta—. ¡Párate! —me tomó del brazo y me jaló. Yo me abalancé contra él pero un segundo hombre me sujetó y me golpeó el abdomen un par de veces; no me dolió.
Caminamos por el pasillo de varias puertas de madera; bajamos hasta el primer piso y cruzamos frente a unas amplias escaleras que llegaban al patio situado en medio del edificio con forma de herradura; la reja por donde entramos era custodiada por dos hombres. El tipo con el que discutí en el mercado estaba recargado en el barandal besando asquerosamente a la que asumí era otra edecán, por sus ropas azules brillantes.