jueves, 22 de octubre de 2015

Lunes 26 de Octubre en Palabras Urgentes: Ramón Obón y su novela "Los crímenes de la Cobra"

presenta este 
Lunes 26 de Octubre

en vivo a las 17:30 horas por


Estará con nosotros el novelista y guionista 

Ramón Obón



presentando su nueva novela 
"Los crímenes de la Cobra"


"Hallazgo inusual en un cenote.. así se cabeceaba la nota aparecida en uno de los periódicos de mayor circulación en México que ocupaba apenas una columna dentro de las sección dedicada a los Estados, y captó la atención de Verónica Guízar, la hermosa morena que tomaba un tardío desayuno a la sombra de una palapa..."

Además de nuestras secciones:

Cada quien su boca
Notas Imprescindibles
Escritorpedia

Conduce: Andrés Castuera-MIcher
Palabras Urgentes
Las escritoras y escritores tienen la palabra.

lunes, 19 de octubre de 2015

Mauricio Jiménez "Moroco" presenta en Cada quien su boca de Palabras Urgentes. (19 de Octubre 2015).

Mauricio Jiménez "Moroco"



El Camión de la Mudanza

Llegamos con la vida en cajas
y llenamos la casa de cosas,
muebles, discos, libros.
La mesa por aquí,
                       la tele pa’llá,
que el estéreo suene en todos lados.
Los platos en esta gaveta,
                       los vasos en aquella,
pon el café siempre a la mano.

Adornamos las paredes con dibujos,
               rayones,
                   pedazos de poemas.
Desde aquí el espejo parece un cuadro...

Las cajas se vacían,
los cajones se llenan de papeles,
cuadernos, ropa, recibos,
y la casa vacía y ajena
se llena de nosotros,
        de nuestros humores,
                   nuestros besos,
                         nuestras peleas
y de pronto una casa cualquiera
se vuelve nuestra casa,
con nuestros clavos,
          nuestras manchas,
                  nuestras cortinas
                         y nuestra basura.

Pero a veces llega el camión de la mudanza
y nos piden guardar de nuevo
                           nuestra vida en cajas,
                    quitar nuestros cuadros,
            guardar nuestros libros,
      sacar nuestros olores
y vaciar la casa,
quitarle a la casa nuestra casa.

¡Carajo!
¡La mudanza es una perra
y un hijo de puta su camión!
¡Es imposible guardar todo en cajas!
Siempre se pierde algo,
un disco, un libro, un papel,
un algo que no sabes ni qué es
hasta que te hace falta.

Y al entregar la casa vacía
siempre se deja algo,
un clavo donde colgarán una réplica de la Última Cena,
una mancha que será borrada,
y ese algo que que no cupo en una caja.

Por eso duele volver a casa
cuando ya no es nuestra casa.



La Resaca

La boca reseca,
re-c-k,
la resaca me atormenta,
la tormenta me saca de quicio,
el juicio me asusta,
el vicio me gusta
degustar leopardos en tanga
y el tanguar de mandarina:
tanjarina tan tajante;
delante, debajo,
abajo de ti
el timbre suena,
sueñas despierta
—revienta un globo—
el bobo está lento,
el talento escondido;
jodido el diablo,
le hablo, a dios,
los dos responden:
«el orden lo altera el producto»
el fruto: manzana;
malsana obsesión,
  oblación,
¿o blasón?
 ¡oh, blasfemia!
la fe mía se agota
gota a gota,
la copa está rota,
la rota el arcano,
el mago con un tarro
de vino, divino
y dijo joder con dones…
don del solsticio,
soltó soledades
de edades con sed
y sedimentos…
mientras tanto
se las miento,
me lamento
y miento
al ser sed
sólo dos
y el uno para el otro,
sed nosotros
saciar su sed
de cerveza,
de ser beso;
ve solamente
la mente, ni lamenta
nicotina, mentiras
me tiran: ¡ah dioses!
me olvidan, me fraguan,
me friegan; frustrado,
mi hado adolece
porque duele
la carencia
de querencia
queriendo saber besar,
beber tu olor
      sin dolor de cabeza
que besa y provoca
a tu boca a hacer reo
al deseo de ser yo
cual sabio resabio
que loco te toca
y cae al saber
que quiere besar
tu boca reseca,
re-c-k...



Flor de Cáncer

Mi abuela comenzó a morir cuando yo nací.

Descubrió a la muerte injertada en su pecho
mientras yo reclamaba una bocanada de vida
bajo el ombligo de mi madre.

Yo,
tumor de luz
extirpado quirúrgicamente
del Paraíso,
tuve un hermano gemelo en el cáncer de mi abuela.
Ella,
flor de otoño,
fue arrasada por el invierno prematuro.

Mientras yo mamaba la vida
pegado a los frutos de leche del árbol madre,
en otra rama del mismo árbol
colgaba el fruto ponzoñoso
donde mi hermano,
tumor de sombra,
soplaba la muerte en la teta de mi abuela.

Le germinó la plaga cerca del corazón
y ella,
tumor de leche,
aferrándose a la vida,
se inyectó dolor en la sangre,
veneno para la muerte.

Mi hermano maligno,
flor de cáncer,
se aferró al cuerpo de mi abuela
y la vieja,
flor de sangre,
extirpándose la peste,
se arrancó pedazos de cuerpo
y se inyectó más sufrimiento
y encendió una hoguera en sus entrañas.

Para calcinar a su muerte
le prendió fuego a su vida,

se fue apagando poco a poco
mientras yo crecía.

Mi hermano infecto,
tumor de madre,
se llevó a mi abuela,
flor de otoño.

Los incineraron juntos por la tarde
y yo no fui invitado al funeral.

Mi abuela,
flor de luto,
fue arrasada por el infierno prematuro.

Quizá la metástasis es más piadosa que la quimio.



Serena

Serena, Sirena,
ya sabremos salir del pozo.

¿Ves ese punto de luz?
Es el huevo luminoso
donde duermen nuestros sueños.
Seré nado y nadaremos
cuando suba la marea.

Sumérgete en mis brazos
si sientes que te mareas.

Merecemos mucho más
que meros sueños
pero serénate, Sirena,
serenados llegaremos.

Yo
soy sincero
si te digo
que quiero
contigo
subir
hasta el punto de fuga
donde trazamos nuestro sueños.

¿Ya viste que cuando cantas
sube pronto la marea?

Serénate, Sirena,
conserva la esperanza
y nadaremos abrazados
como espermas en pos del cigoto,
ese punto de luz
que se gesta en tu vientre.
Serenada lo verás.

Sirena, se sincera,
se congruente con tus sueños.
La tangente nos aleja
y nada haremos separados.

Somos seres escogidos,
lo saben tus ojos y tus senos
que sueñan con mis hijos.

Suerte y serenidad me faltan,
me falta fortaleza,
me falta la luz de tu voz.

Sin ti ya no se nada.
¿Sin ti hacia dónde nado?

Sirena no te sumerjas,
no me dejes a la deriva.

¿Sin ti a dónde he de llegar?

Se que decir lo tengo todo,
sin ti ¡ay!
es decir no tengo nada.

¡Sirena, seré nada sin ti!

¡Sirena!
Nada.
Nada serenada, sirena.
Nada.
Seré nada.



El Cuarto de Triques

Si el amor fuera energía
me bañaría todos los días
con agua caliente
y no tendría necesidad
de pedir permisos to be.

Pero aquí estamos
apestándole a los vivos el café
y a los fantasmas el recuerdo.

Porque no hay día que termine
sin que me sienta malvenido;
debe ser el precio de soñar
bajo techos prestados.

Arrumbados en el cuarto de triques
nos arrimamos al calorcito de los cuerpos
para olvidar por un ratito lo que no somos
y mecernos abrazados
                        y besarnos arrullados
cantándonos quedito:
«All you need is love
(ta tatarará)».




®Miauricio Jiménez (Moroco)

jueves, 15 de octubre de 2015

Lunes 19 de Octubre en Palabras Urgentes: Miauricio Jiménez "Moroco"

presenta este 
Lunes 19 de Octubre

en vivo a las 17:30 horas por


Nos acompaña el "poetoide"

Miauricio Jiménez
"Moroco"







presentando:
El cuarto de los Triques


"Pero a veces llega el camión de la mudanza
y nos piden guardar de nuevo
                           nuestra vida en cajas,
                    quitar nuestros cuadros,
            guardar nuestros libros,
      sacar nuestros olores
y vaciar la casa,

quitarle a la casa nuestra casa."

Además de nuestras secciones:

Cada quien su boca
Notas Imprescindibles
Escritorpedia

Conduce: Andrés Castuera-MIcher
Palabras Urgentes
Las escritoras y escritores tienen la palabra.

lunes, 5 de octubre de 2015

Montserrat Omaña presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes. (5 / Octubre / 2015)

Montserrat Omaña


MIRADA ASESINA


Caía la noche y yo seguía aturdida, no entendía nada de lo
que pasaba, me sentía perdida. Creía recordar lo ocurrido, sin
embargo, una parte de mí se daba cuenta que no sabía nada.
Oscuridad, era lo único que veía; frío, era lo único que sentía.
Cuando recobré de nuevo la consciencia me di cuenta que
estaba sangrando por un costado, la cabeza me daba vueltas,
mi vestido estaba desgarrado; intenté incorporarme, más todos
mis intentos fueron en vano, no sabía qué hora era, ni siquiera
sabía si llevaba ahí horas o unos días, necesitaba ayuda,
necesitaba entender lo que me había ocurrido. ¿Cómo es que
había llegado a este callejón? ¿Por qué me encontraba en esta
situación en la que mi vida pendía de un hilo? ¿Me habían
intentado asesinar? Esto era evidente, la pregunta correcta era
¿Por qué?
Recapitulé.
Viernes 20 de marzo de 1891. En el momento en el que
comenzaba el día, comenzaban mis labores, desayuno, clases
de piano, tertulias con los generales amigos y compañeros de
mi padre, entre otras muchas cosas a las que no les encontraba
sentido.
Siempre he creído que nací en la época equivocada.
Mi voz es inexistente en la sociedad. Mis opiniones se
tienen que limitar a temas como la casa, la jardinería, la familia,
no se me permite entablar conversaciones sobre política o
economía con nadie y mucho menos intentar dar un punto de
vista frente a los hombres. Mi educación es primordialmente
para hacer feliz a un marido que estoy próxima a tener y el cual
no deseo tener a pesar de saber desde niña cual sería mi
destino, he estado negada a aceptarlo. Con el paso de los años
me he dado cuenta de muchas cosas y entre ellas no deja de
cruzar por mi mente que no vine al mundo para atender a un
hombre al que seguramente no estaré ni cerca de amar.
“Amor” ¿realmente existe ese sentimiento? Cada que
mencionaba el tema con mi madre, ella se reía, me decía que
eso no importaba, que lo único que debía de preocuparme era
que ella se encargaría de conseguirme un matrimonio adecuado
que me beneficiara a mí y a parte a mi familia. También decía
que con el paso del tiempo me iría enamorando de él y
dejaría de ver todas mis obligaciones hacia él como eso y que
aprendería a disfrutar todos los quehaceres diarios y los dejaría
de ver como lo que son y los haría con gusto, pero yo estoy
convencida de que aquello no ocurrirá.
Sinceramente preferiría entregarme a los hábitos antes de
entregar mi dignidad y mi vida a alguien que no valorará ni un
poco todos los sacrificios que me veré obligada a realizar.
Sin embargo, he de confesar que tampoco me gusta
mucho la idea de ser monja. Y es que simplemente no
comprendo por qué no puedo ir a la escuela, aprender, tener
acceso a todos esos conocimientos que solo los varones
pueden obtener.
O me equivoqué de época o me equivoqué de sexo,
porque simplemente no encajo en ningún lugar.
Recuerdo que tenía miedo, al día siguiente era mi
cumpleaños, cumplía 15 años y mis padres darían una fiesta en
mi honor, era mi presentación ante la sociedad, para mí era
como un bufé de solteros para que mis padres escogieran al
mejor postor. Según mi madre quiso esperar hasta este
cumpleaños para cerciorarse de que yo estoy completamente
preparada para este gran paso.
Me llevaron al centro a buscar listones, yo iba
desanimada, pensando en todo y en nada, cuando de pronto, lo
vi. El mozo más galante que había visto hasta el momento. De
pronto realicé que había soltado los listones que llevaba en las
manos y volaban justo hacia él, que vergüenza tenía.
—¡Ay muchacha, si serás distraída! —escuché que gritaba
mi ama mientras yo corría tras los listones.
Él se percató de lo que había ocurrido y se apresuró a
recogerlos del piso. Esbozó una sonrisa tan maravillosa que yo
creí que estaba soñando. Era alto, bien parecido, cabello chino
negro, tez blanca, pecas, ojos verdes y expresivos con unas
pestañas que cualquier mujer amaría tener, nariz perfecta y la
sonrisa de lado más hermosa que había visto hasta entonces.
—Buenas tardes, dijo, creo que esto le pertenece.
—Eh… Ah, sí, muchas gracias —balbuceé.
Al momento en que extendí la mano para recibirlos, él la
alejó.
—Mi nombre es Nicolás, sería un honor conocer su
nombre.
¿Mi nombre? ¿Cuál es mi nombre? Los nervios hicieron
que lo olvidara.
—Es… ah… Renata. Mi nombre es Renata, mucho gusto
Nicolás.
Le ofrecí nuevamente mi mano, él la tomó entre sus dos
manos y la besó, en ese momento sentí no sólo mariposas en el
estómago, sentí como si toda una manada de elefantes huyera
de su depredador dentro de mí. En ese momento llegó a mi
lado mi ama, farfullando un sinfín de cosas que no logré
comprender del todo y de mi boca salió un triste “hasta luego”
y una mirada que le rogaba que no me dejara ir, Nicolás esbozó
de nuevo esa sonrisa tan hermosa, hizo una reverencia y
nuestras miradas parecían pedir lo mismo, pero ninguno logró
hacer algo para detenernos, ni una palabra más salió de
nuestras bocas, absolutamente nada pasó, pero todo había
pasado.
Llegamos a la hacienda y mi ama seguía diciendo cosas
sobre ese encuentro casual que tuve con el amor, abriéndome
los ojos y demostrándome que aquella magia en la que yo no
creía era real; justo cuando iba a subir por las escaleras, entendí
que era todo aquello que mi ama no dejaba de repetir, decía
que si no me daba prisa y estaba lista antes de la hora indicada,
le iba a contar a mi madre lo que había sucedido aquella tarde y
prometió que no descansaría hasta que tuviera la reprimenda
adecuada, ya que ese tipo de encuentros no están permitidos
para una señorita como yo.
Subí corriendo las escaleras, tenía que estar lista en un
santiamén. Todos empezarían a llegar en cualquier momento y
mi madre también empezaría a revolotear sobre mí diciéndome
todas las cosas que me faltaban por hacer y a presionarme más
de lo que ya me estaba presionando mi ama e incluso yo
misma, no quería que algo arruinara la maravillosa tarde que
había tenido.
Estuve lista en el salón a la hora indicada, mi madre, mi
ama y yo llegamos al mismo tiempo desde diferentes lugares de
la casa, la gente comenzaría a llegar y todas teníamos que estar
presentes.
Perdí la cuenta de cuantos vestidos había saludado y había
entablado una charla amena pero sin sentido, también perdí la
cuenta de con cuantos trajes había bailado, yo ya no podía
pensar en alguien o algo más que Nicolás, pero sabía que si
mencionaba el tema con mi madre, si le decía con quien quería
pasar el resto de mis días se iba a oponer por no saber de
dónde venía. ¿Por qué el dinero y la posición social son lo que
más importan? ¿Qué importa si no es hijo de algún
“científico”? Sabía que la situación económica del país no era la
mejor, que eran años difíciles, pero ¿acaso eso le da derecho a
los padres a vender así como si nada a sus hijas?
Mi madre me presentó al hijo mayor de un general muy
amigo del mismo Porfirio Díaz, era muy galante, lo admito,
pero creo que ya nadie me iba a poder quitar el aliento.
Estábamos a la mitad de una pieza, cuando de pronto, sentí
que el corazón se me congelaba, las manos me temblaban y las
piernas me fallaron. Era Nicolás acompañado de mi madre. De
nuevo me pregunté si aquello era real o estaba soñando. Era
tan real como que yo acababa de pisar al joven con el que bailaba y su única reacción fue fingir una amigable risotada.
De un momento a otro, me encontraba bailando con
Nicolás, quería hacerle una gran cantidad de preguntas, pero
este no era el momento adecuado, al término de la balada
salimos al jardín a dar un pequeño paseo antes de que
descubrieran que no estaba en el salón.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté dejando de lado mi
educación.
—Bonita forma de empezar una buena conversación con
tu futuro esposo.
Me quedé perpleja y sin habla ¿Qué acababa de decirme?
—¿Qué? —le pregunté un tanto más rudo de lo que había
planeado
—Tranquila, dijo emitiendo una pequeña risa, hasta antes
de esta tarde yo no creía en el amor, mucho menos en el amor
a primera vista, creía que todo era mentira, un cuento que no
se lee a diario en la vida cotidiana de las personas, pero hoy…
No sé, te vi desde mucho antes de que notaras mi presencia y
al verte supe que eres única, me di cuenta de que no eres como
las demás mujeres, ibas con un aire distraído y soñador, pero
no soñabas con las cosas típicas, había algo en tu mirada que
me decía que eres especial, que tal vez te encuentres tan rota
como yo, que tal vez eso de las almas gemelas no sea una
mentira como todo lo demás. Intenté acercarme, pero estaba
helado y fue cuando el destino quiso que nos conociéramos,
fue cuando esos listones que llevas en el cabello llegaron a mis
manos y tú corrías tras ellos. De nuevo esa mirada, esa mirada
me dijo que te pasó justo como a mí, y sé bien que cuando te
miro directo a los ojos pareciera que tu corazón se quisiera salir
de tu pecho, lo sé porque a mí me pasa exactamente igual, no
puedo con tu mirada y si eso causa una mirada no me imagino
lo que provocaría en mí un beso tuyo. Y para mí, esto es amor
de verdad. No necesito seguir buscando algo que creía que
jamás iba a llegar a mí, porque me encontró y no pienso
perderlo. Seamos bienvenidos al maravilloso mundo de los
enamorados.
Me quedé sin habla, sin respiración y sin nada. ¿Cómo es
que estaba tan seguro de que me pasaba igual? Todo lo que le
pude haber dicho acerca del amor, él ya me lo había dicho.
Cada persona tiene una definición única de ese famoso amor,
pero creo que yo ya no podría encontrar ni siquiera las palabras
para describir lo que mi corazón sentía, es un sentimiento
carente de definición y de razón, pero sé que con él hubiera ido
a donde fuera, como fuera y cuando fuera. Necesitaba estar
cerca de él para estar completa, era una sensación inigualable
que nunca antes había sentido y sabía perfectamente que nunca
iba a volver a sentir.
Al ver que no encontraba las palabras, siguió hablando.
—Pero tenemos un problema, a pesar de que mi padre al
igual que muchos es un importante general, tus padres jamás
aprobarían lo nuestro. Es un secreto a voces que mi padre
pretende una conspiración en contra de Porfirio Díaz, al no ser
algo comprobable todavía me han permitido la entrada aquí,
pero es cuestión de días, eso pasará y lo menos conveniente en
estos momentos es que su hija se case con el hijo de un rebelde
por muy bien posicionado que éste se encuentre. Vámonos.
Escápate conmigo esta noche. Vivamos lo que no se nos
permitirá si hacemos las cosas de la manera correcta. Por favor
no me niegues la oportunidad de ser feliz el resto de mi vida,
no me niegues la oportunidad de enamorarte día con día, no
nos niegues la oportunidad de demostrarle al mundo que el
amor existe. No te prometo que te bajaré el cielo y las estrellas,
pero te prometo que serás la mujer más feliz del mundo a mi
lado, tanto que la misma luna nos mirará con envidia porque
ella jamás será capaz de tener algo tan real como lo nuestro.
Todo esto era demasiado para una noche. Era evidente
que moría de ganas por hacerlo, sin embargo era una decisión
discutible. Como todo, contaba con múltiples pros y contras.
Pero al verle a los ojos lo supe, lo tenía que hacer.
—¿Cuál es el plan? —fue lo único que dije.
Sus ojos relucieron aún más.
—Esta noche, cuando todos se hayan ido y todos estén
dormidos, yo me quedaré, te veré en la puerta del jardín
trasero, no traigas muchas cosas, solo lo verdaderamente
indispensable. Ahora es momento de regresar, baila con todos
los que tu madre te diga, yo no te quitaré los ojos de encima,
luces preciosa cuando no quieres estar cerca de ninguno de los
prospectos que están en busca de tu mano, te veré al rato mi
amada.
Y así fue como pasó, cuando el último de los invitados se
fue, yo me retiré a mis aposentos, en donde aguardé a que la
última puerta se cerrara, metí en una valija unos cuantos
vestidos y unas cuantas cosas realmente indispensables, casi no
pesaba. Sabía que si abría la puerta, la madera iba a crujir y
alguien se despertaría, así que amarré unas cuantas sabanas y
las lancé por el balcón, le pedí a Dios que no permitiera que
me hiciera daño pues mi amado me aguardaba. Logré bajar a
salvo y llegar con Nicolás con éxito. Ahora lo que teníamos
que hacer era alejarnos de ahí lo más pronto posible, para que
cuando mi ama notará mi ausencia, yo ya estuviera a cientos de
kilómetros de ahí.
Nos aguardaba una carroza, llegamos a ella corriendo lo
más rápido que pudimos. Al subirnos le pregunté cuál sería
nuestro destino y al escuchar lo que me contestó un frío helado
recorrió mi espalda. La luna brillaba como si quisiera que
nuestro escape fuera perfecto, guiaba nuestro camino.
—Pobre niña ilusa, siempre en busca del amor, creyendo
lo que un desconocido le dice. ¿Qué tus padres no te
enseñaron nada?
Dicho esto me amarró las manos y antes de que me tapara
la boca le grité que tuviera piedad de mí, que prometía no decir
nada, pero que no me hiciera daño, claro que no hizo caso a
mis suplicas. Recuerdo que lo único que podía hacer era llorar,
nunca en mi vida había llorado tanto y menos en mi
cumpleaños. Estaba destrozada, no entendía por qué las cosas
malas le suceden a gente buena como yo. ¿Qué había hecho
para merecer esto? En todo el camino las únicas palabras que
salieron de la boca de mi captor fueron: “El amor también
duele”. No entendí la razón por la que me dijo eso si
evidentemente el no sentía absolutamente nada de lo que me
había dicho, en cambio yo, tonta e ingenua, aún creía que todo
esto era mentira, aun creía que lo que me había dicho era
verdad y que una parte de mí también lo sentía aunque la otra
estuviera aterrada.
Llegamos a un callejón en el que me empezó a golpear, no
recuerdo bien que dijo, pero sólo decía cosas como que el
amor no existe y que yo no debí de haber creído en él, que le
dolía hacerme estas cosas, pero que yo era la culpable.
Dolor, dolor y más dolor, no conocía el verdadero
significado de esa palabra hasta el momento, entonces me
explicó que la mujer a la que más había amado en el mundo lo
había dejado por otro, habían tenido un duelo en el que él
había perdido y ella, avergonzada de él, lo había abandonado.
Desde entonces se dedica a usar sus encantos para poder matar
“lo que queda de su amor por ella”, según él, soy muy parecida
a ella.
¡Maldita sea mi suerte de parecerme a aquella mujer que
destrozó a éste desdichado! Lo único que quería en ese
momento era que terminara con mi agonía, ya no soportaría un
golpe más.
En ese momento escuché un disparo y sólo hubo
confusión.
Era yo la que sangraba del costado.
—Feliz cumpleaños querida —dijo mientras me besaba la
frente, no pude decirle nada, una lágrima recorrió mi mejilla y
perdí el conocimiento esperando morir en ese momento. No
sabía que el amor pudiera ser tan dañino, no sabía que podía
matar.
Fue en ese momento que recuperé el conocimiento y me
di cuenta de que ya había regresado al presente, había logrado
recordar todo lo sucedido, y ahora, me encuentro tirada en un
callejón esperando que mi vida concluya. La luna,
mostrándome su cara completa y brillante es la única compañía
que tengo, es el único consuelo que me queda. En silencio
espero que al fin la muerte llegue y me abrace con su negro
velo y me lleve al más allá lo más pronto posible. Es una
lástima que todo termine así, tenía planeada una vida e incluso
una muerte completamente diferentes.
Nunca había creído en el amor y mi escepticismo me llevó
a la muerte. ¡Qué sentimiento tan maravilloso a pesar de haber
sido una mentira! No imagino lo magnífico que ha de ser

cuando es real.

®Montserrat Omaña