Herederos del viento
I.
Huí para no caer.
Los brazos se mojaron como papeles púrpuras.
No tenía tierra para asirme durante los aguaceros,
me hallaba cortando granos de un café tan amargo
que ni los insectos querrían probar.
Acechaba la oscuridad y su tarascada.
Triste, dije, pero en otro lado.
II ¿Quién puede ser mejor persona,
y por qué?
En qué momento la naturaleza
se cruzó de brazos
y dijo
hágase la bofetada,
y dejen la felicidad para la sierpe.
VI
Para qué llevar al norte,
al sur,
a las montañas
un cargamento de trigal resplandeciente.
Únicamente puedo responder por mis fronteras:
si otros lo hacen para cruzar el azogue,
yo lo hago para conocer los lindes fisurados.
Me llaman La Incompleta.
VII
Primero fuimos flores de tizne,
esporas que se reprodujeron en la libertad del horizonte.
Sobrevivimos al testamento del aire,
nosotros, los que abrimos la fronda de la noche,
los nómadas impacientes que se arriesgaron
para encontrar la orilla viva de otra piel.
Un precedente del fuego empezó por amar los pliegues
de las hojas.
Estaba tu cuerpo fresco en las márgenes de un río.
Las montañas tuvieron el fulgor de tu envés y nervadura,
entonces, esperando a que llegara el tren,
comí de ti como si hubiera devorado todas las frutas y su ancestral simiente.VI
Para qué llevar al norte,
al sur,
a las montañas
un cargamento de trigal resplandeciente.
Únicamente puedo responder por mis fronteras:
si otros lo hacen para cruzar el azogue,
yo lo hago para conocer los lindes fisurados.
Me llaman La Incompleta.
XI
Se escucha el silbato de la galopada
y hay que correr,
si se quiere llegar a la otra vera
hay que montar esa enorme promesa.
No acostumbro esconderme.
Mis lágrimas sirvieron para lavarme la cara
y el cuerpo
de los otros cuerpos.
─Apóyate en mi brazo.
─Señorita, póngase esta camisa, está limpia.
─Tenga, son unos panes de dulce.
─Debe saltar con decisión,
las ruedas son envidiosas y siempre quieren piernas
para formar un despiadado collage del migrante
Refugio Pereida
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