lunes, 23 de mayo de 2016

Alejandra López Silva presenta en "Cada quien su Boca" de Palabras Urgentes. (23 de Mayo 2016)

ALEJANDRA LÓPEZ SILVA


BESOS DE CANELA
En nuestros labios dejamos besos de canela inventados por nosotros. Recuerdos nuevos sembramos en cada uno sobre los surcos del pensamiento, simiente tierna que el tiempo hace crecer. Recuerdos que insisten en quedarse al echar raíces en mi cerebro.
Tocó al umbral de mi vida, solitaria como estaba atendí a su llamada. Abrí, le dejé entrar sin pensar  en lo que pasaría. Llegó, alejó los espectros que  no me permitían vivir. Le conté secretos, hablé de mi soledad, del hueco interno que cada día como una mancha negra se extendía en mis entrañas, corrosiva, causándome mucho daño, llenando mis lagrimales, desparramando mi alma a cada momento.
Escuchó atento, enjugó mis lágrimas, me brindó consuelo: dijo se encargaría de alejar  a los fantasmas, a crear nuevos recuerdos, a darme la oportunidad de sentirme viva otra vez. Haría limpieza en el baúl de mi vida dando espacio a esta aventura de la que seríamos protagonistas.
Creí sus palabras haciéndolas mías ya que dijo ser el ángel que yo merecía. Acepté su oferta; recorrí las cortinas, abrí las ventanas, la luz de un sol radiante llenó mi habitación, sentí el calor en mi cuerpo, se derritió el hielo que lo envolvía.
Abrí mis entumecidos brazos, me bañé con la tibieza que el monarca me regalaba. Mi corazón comenzó a latir con gran festejo, despertó, salió de su prisión. La sonrisa borrada de mis labios resurgió entre las arenas movedizas que la ahogaban. Un brillo nuevo se instaló en mis ojos, cristalino, refulgente mirando hacia un nuevo horizonte.
Las mañanas se tornaron luminosas pintándose de colores naranja y rosa. Terminaron los días plomizos, todo renacía otra vez. Comenzó a visitar mis sueños, las noches ya no eran un tormento pues él me cuidaba vigilando mi descanso. Mis labios apagados bebieron el agua limpia que ofreció de los suyos, calmé mi sed, sacié la larga espera  por hallar un oasis en medio de mi desierto.
Una chica alegre de nombre Esperanza visitó mi hogar. Le di la bienvenida dejé se quedara compartimos habitación, tejimos entre las dos una gran cobija llena de color.
Pero la vida envidiosa no soportó mi alegría; con una gran bofetada me despertó. Todo fue un sueño, una mala racha. Obtuvo lo que deseaba exprimió mis sentimientos largándose sin decir nada.
Salí de mi quimera, abandoné el bello mundo creado para los dos. El ángel era humano. Se despojó la túnica, cortó sus alas y de paso arrancó mi corazón arrojándolo a esta oscura caverna en la que ahora, hundida en el silencio, en la humedad de este lugar  veo las nubes gordas, grises que se posan en la azotea. Estrené lágrimas, mi amiga Esperanza se marchó, ocupó su lugar otra llamada Desolación; regresaron con ella los fantasmas y un nuevo inquilino. Duplicó la tristeza, las noches de insomnio se llenan con monstruos terribles que se escabullen en mis sueños cuando logro dormir.
Mi corazón embarrado en estas frías paredes late despacito como queriendo dejar de hacerlo, apenas se escucha su latir mientras mi ángel humano se perdió en la muchedumbre alejándose de mí, entre otros demonios debe ser feliz.
Cerraré las ventanas, correré las cortinas, el sol no alumbra más, ya no siento su calor.  Se terminaron los besos de canela, quedó solo el recuerdo de ese agradable sabor. La nevada nuevamente me cubre de hielo, ya nada existe para mí.

SGUNDO  BLOQUE
EL SABOR DEL DESEO
Despójate la ropa, desnuda tu cuerpo. Apaga la luz, permite que la oscuridad envuelva este momento; entra en mi cama deslízate bajo las sábanas que ansiosas te aguardan. Aquí estoy esperándote desnuda también. Rodéame con tus brazos comparte conmigo el calor de tu piel. Atrapa con tu boca la ansiedad de mis labios, obséquiame la miel de los tuyos.
Bésame toda, recórreme  de la cabeza hasta los pies, no dejes nada sin reconocer. Bebe la humedad que de mí fluye como agua tibia de manantial, refréscate en ella, nada a tu antojo, deja jugar a tu lengua con libertad.
Sacia sereno tu sed lujuriosa, ¿qué diablos nos importa el tiempo?, hagamos estos instantes perpetuos, inmortales para llenar el baúl de los recuerdos. Cuando hayas terminado retorna a mis labios, comparte conmigo el sabor del deseo, que la lujuria que nos acompaña deguste este manjar.
Con tus manos reconoce mis senos. Estrújalos. Bésalos. Absorbe como si fueses un bebé. Siente como se erigen a tu tacto, despiertan excitados por tenerte aquí. Me abro en silencio. Preparada estoy para recibirte. Hazlo despacio, sin prisas quiero sentir cada movimiento tuyo dentro de  mí. Te regalo estos gemidos nacientes al peso de tu cuerpo, al ritmo de tus caderas; los susurros, cada beso, tus caricias, tu aroma excitante, tu sudor caliente quiero grabar en mi mente. Guardar cada detalle, absolutamente todo esto que sostendrá mi vida por largo tiempo porque sé que después de esta tarde no volveremos a vernos.




TERCER BLOQUE

CIEN AÑOS
Al fin me decidí, esto es lo que haré, no intentaré más olvidarte. Permitiré que con libertad habites en mi memoria, dejaré vivas ahí todo el tiempo que quieras. No te echaré, quédate en ella y amuéblala como te dé la gana, coloca adornitos, alfombras y cortinas para que te sientas cómodo, como en casa. Pon flores, lámparas, algunos de nuestros retratos para embellecerla.
Te obsequio todo ese espacio, mi memoria es muy amplia. Quizá una pequeña sala, una mesita de centro, un espejo o un rústico comedor; elige tú el color de la pintura, algo que luzca íntimo para que cada vez que te recuerde parezca como un sueño el estar contigo. No te cobraré renta, puedes morar ahí con plena confianza y, cuando estés completamente instalado, visita con calma nuestros recuerdos o invítales y platica con ellos; solamente llámalos, en algún lugar deben estar, acudirán prestos. Verás que agradable es su compañía, viven holgadamente conmigo, nunca los desprecio siempre son bienvenidos aunque en ocasiones logran hacerme llorar los ingratos cuando hablan de nuestra historia, pero a pesar de todo aquí viven, están contentos y agradecidos porque no los dejo morir.
Me alegra tenerte como un huésped permanente. Compartiremos el desayuno, comida y cena, nos arrellanaremos en el silloncito marrón y veremos tu programa favorito, hojearemos revistas de autos y perros, tus predilectas. De vez en cuando, al recordarte en las noches, te invitaré a mi sueño, verás qué bien la pasamos. 
En serio, extiendo mi invitación para que, si lo deseas, acarres contigo las memorias tuyas ¡hay espacio para todos!
Trasnocharemos, tendremos noches de bohemia, beberemos un vinito, una cerveza o un café. No deberás preocuparte por la hora, no mirarás el reloj ni pedirás un taxi, al fin y al cabo vives en mi memoria.
Leeremos poesía, opinaremos, amaneceremos con el alba mirando al sol; por las noches escucharemos a los perros romper el silencio o los maullidos de los gatos y les aventaremos un zapato.

Así he decidido que sea, quiero que vivas en mi mente 2, 3, 4 años porque si vivo cien años, cien años pensaré en ti

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