lunes, 2 de marzo de 2015

Gerardo Escalante presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes. (2 de Marzo 2015)


GERARDO ESCALANTE




epifonemas para la temporada de lluvias
La muerte es una isla, pensé.
Una isla idéntica a un cementerio.
Alrededor de ella flotamos algún tiempo y a eso llamamos vida.
Francisco Hernández

El suicida intenta dormir
En su búsqueda
cuenta mandriles salvajes
con ruta a un río de lagartos,
pero su mente se dirige al otro lado del desierto.
Los suicidas equivocan las cosas
—decía Anne Sexton—
dejan el pan que confundieron con un beso
el teléfono descolgado
las llaves del gas abiertas
-bueno, eso lo hacen a propósito de vez en cuando,
y sin embargo
terminan ese poema que habla
del engaño
Pocos saben de la asfixia que los inunda
hasta que tocamos el fondo
de una lágrima:
los suicidas sueñan
durante la lluvia
con el filo de una hoja
y su corpiño de gotas
rojas

Algunos roen el hueso de la muerte,
y al final otros confunden el hambre
sin saber cuál de los dos frutos morder,
la manzana o la serpiente




el pez

Hay un pez matinal que sale de entre los viejos libros y sus tribus de polvo
que rompe la cristalería de las vitrinas,
desborda la rueca del cuarto de estudio,
rodea los muebles que flotan a la deriva en la humedad de las habitaciones
y sube al ático.
El pez de los relojes ingiere todo lo que conservo en las copas del sueño.

Una y otra vez jala para sí  todo aquello que he guardado durante
e s t a   l a r g a   e s p e r a.

Mi tiempo de asfixia  es siempre para ese ser marinofórico.

Y cuando ve mis manos llenas
regresa el híbrido
y traga la placenta de los versos de un poema que ya no existe

dejándome la nada en su inadvertido retorno

ahora a través de los surcos de mi cerebro

del que arranca la memoria y el olvido:

la criatura hipnótica arrastra consigo el recuento de mis días
para su invernadero de tormentas.

Incluso desde su aparición, los días son “antes y después del pez”.


Y le veo volver con la negra marea del sudor para deglutir
la poca luz que me queda

hasta abandonarme,
ciego,
en esta playa.


Mi querido pez.



un origen menos

es probable que haya sido yo el último en ver con vida a mi padre
tendido sobre sábanas que ya no daban flores
conectado a un estanque de vidrio con un cultivo de algas
o composta de laguna
la cirugía, una pequeña reja de varillas sobre el abdomen
un accidente en el pasado le dejó de recuerdo
una aneurisma en el meridiano del estómago
había perdido demasiada arena
dijeron los doctores

las palabras de Carlos eran  tan secas como la manzana de azufre que iluminaba la habitación
una enfermera autorizó acercar una esponja con vinagre
a una boca que clamaba algo de dios,
aunque, en honor a la justicia cristiana, sólo ofrecí una gasa de agua con mi mano a quien me había
traicionado por una moneda de plata

catorce años sin oírle decir una sola frase
una sola llamada -vaya ni una foto-
pero dejó una nota de ira en el camino
y una postal puntualmente dedicada
por la muerte

el brillo de sus ojos perdía la ruta
la larva del mediodía  bajaba por los muros
las grapas metálicas sobre la piel dejaban entrever
desde sus cavidades
una negrura perfecta



BLOQUE 2

después de la contienda (1)

ya me estaba pasando de la hora de la comida en el patio de los sacrificios
de mi sombra que aguarda fiel en el bocacalle
de la sed
de los días de deseo
del otoño y la delicada hermosura de sus escalinatas
casi me paso también de cerveza y de palabras
(Mientras no rebase el nivel medio de la última lluvia sobre el último valle
y sus apasteladas configuraciones de asfixia  civil…)
En tanto no pasemos de largo el encuentro el amor inpuntual de los poetas
ni su odio exacto
ni desoigamos nuestra conquista
su radiación
nuestros dos segundos de entropía histórica
ni la palmera enferma traída por los antiguos tartesos

No nos alejemos entonces de la puerta que nos parió y arrojó a la banqueta
A beber un poco de luna durante la dolorosa conversión
de /cocodrilo
A
poeta/
el que se arrastra para medir la pasión germinante
de las jardineras de lo cotidiano



de fobias y otras paranoias exquisitas
con la sensación de que alguien
te mira tras la ventana
saludas a la bella que anida en el espejo

Una página de Tolkien más tarde lo descubres
nadie te busca
en el monitor
como
a un ángel
de cuatro 5.8 siete 8 megas
y abres la cortina nanométrica
con un manotazo interior
como queriendo salir
de una pintura personal

a)     eres la muchacha con al arete de perla y su dolor en el vientre

b)     eres Cecilia Bartolli atada al árbol de la noche

c)     o la segadora que descansa en la marialuisa del cuadro interrogando a la gente hasta que despierta en el campo
d)     eres Ofelia que ve el rostro de la muerte hundiéndose en el río

Con la sensación de que alguien te observa a lo lejos,
corres la persiana





















buscando alrededor

“Se puede fundar una ciudad con los que me han abandonado.”
Joseph Brodsky
Localizar a los amigos:
colgar de los dientes de la rueda de la no coincidencia

cafés capuchino y       cervezas
en el interior de las copas tiemblan los rostros

Me ubico en el umbral sugerido por el brillo de la cristalería
: entrar a algún lugar siempre secreta una hipótesis
Dentro construiré una hipótesis sobre el afuera,
una que incluya la idea
de un cementerio ladino

Mientras tanto me decido por la hipótesis del afuera
Extiendo mis manos a la escuadra del sol
-es un rayo intenso aunque en la ciudad desolada
escurre como un hielo


la perturbación
la agorafobia
el síndrome de Stendhal
el odio
un aviso de bomba

las pistas indican una huida apresurada,
pero todos las huellas terminan en la barra

el hombre que se oculta para olvidar la estación
y  beber de más y     hablar de más
del amor inexacto
del rechazo fiel y sus plantas palidecientes
del pentasílabo estrellaenalto:

Necesitaré más que la pérdida para robar poder del manto.

Pero si logro extraviar esta tarde
seré capaz de dejarlo todo
echar al hombre al pie de la puerta
acaparar al hastío brindar por el encierro
hundirme en las parcelas engrasadas de una mesa
y perder el grito



BLOQUE    3

sin nombre uno
A veces es necesario decirse
adiós por dentro
-Eugenio Montejo
Noviembre ha visto caer un árbol
la espuma de su sombra
como maldición endémica
en el agua
en la mesa
vino
y tela oscura
de esa sobre la que uno
está solo y se arrodilla
con la negrura del alma
y la sangre intoxicada
de neblina
bajo la piel
un peñasco abre el cráneo de las alondras  durante la indecisión
del alba
facilitando
con sus ladridos
el trayecto de la noche
y la tormenta donde los navíos pasan de largo
y dejan a la deriva a sus amantes
En su rezo
el hombre espía lo que queda del mundo
y se arrastra
sobre la superficie
/inverso/
pero lo detiene de golpe la roca del frío
el árbol
única balsa
se hunde con la nieve



la poesía


En la programación de las actividades culturales
el cartel de eventos para los encuentros de poesía suelen ser “a deshoras”
Nada que no sepamos:
la poesía no tiene momento específico de ser,
es como la ardilla del parque
no sabes cuándo bajará por algo de fruta
o a masticar la raíz de tus tardes
si permanecerá en su guarida de ardilla durante el verano
o esperará a ver cómo el invierno rasga su atuendo
entre las ramas de los árboles,
así que sé paciente
y cuando veas que se acerca a pedirte un poco de alimento
arrójale avellanas del Paraíso
o semillas para el vuelo
desde la estrecha ventana de tu jaula






Hacia el poema
mueren el poeta y el loco
en el cenit de sus vidas

caen como ángeles prohibidos
sobre la calcinante loza de su sueño perdiendo el pulso suave
de las muchachas
y su órbita de bondad
y todos esos retratos de familia que desguarda
al mirarse los pies
la tristeza
la sequía
el tedio
la locura

: esas fieras


Sin embargo,
abotono con sangre la camisa del tiempo
durante la erosión del otoño.

Avanzo a través de su tormenta.
Decido no caminar más sobre las aguas de la ciudad,
deseo hundirme en su miedo
y retomar el canto:
las palabras recorren la ciudad perdida
recuperan la plaza
instauran la niebla

Estrello sobre la pared del alba el envase del hastío
y rebautizo sus barcazas totémicas

Cada segundo son escritos mil versos
Nacen dioses
Las leyendas son silabascopios del sueño de Mahoma
Proezas míticas cuelgan de los postigos del templo
y yo las llevo con sencillez ante mi mujer y mi hija.
Pero no le digo nada a la poesía
porque para ella soy
la rama seca
el día de ruina
la estación violenta
la casa de aire
el niño enfermo


 ®Gerardo Escalante.

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