lunes, 8 de septiembre de 2014

Xandra Orive presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes. (8 de Septiembre 2014)


Xandra Orive

Cúrame
Quítate la sotana y envuélvela en mi nombre. Saca el púrpura que esconden esos ojos. La furia de las noches que no has vivido. Clava los colmillos en la esquina de mi escote.
Asáltame, arrincóname, aprésame.

Quítate los pecados y la orden. Introduce tus manos en mi lado oscuro. Dime lo que sueñas en las noches de luna húmeda. Abre cuidadosamente el cáliz de tu boca.
Búscame, bésame, bórrame.

Quítate el cuello blanco, recuéstalo sobre mi cama. Explora mis ganas, una por una. Métete al infierno tan sólo por una noche. Hazme, lo que no le has hecho a nadie.
Cávame, cálcame, cúrame.

Sonar

Hazme sonar como guitarra. Tómame del cuello. Cuenta nuestros besos entre acorde y acorde. Desmenuza mi partitura con la luz del alba. Afíname y no me dejes ir hacia ningún otro horizonte. Descálzame entre si bemoles. Desnúdame en una nota que me sostenga el ansia. Desliza tus dedos por mis cuerdas. Piérdete sobre mis curvas. Ordéname. Construye una letra sobre mis noches. Un coro. Un breve estribillo. Ensúciame con tus huellas. Acaricia mis trastes como si fueran pezones. Ensaliva mi montura. Resuena mil veces mi nombre. Tensa el mástil. Muéstralo erguido gracias a mí. Sumérgelo entre mis clavijas. Reinvéntame. Pósame sobre tu silla. Mírame de lejos. Haz que mi boca cimbre tu melodía. Cruza el puente que te lleve hacia mi pubis. Regístrame. Quita los pasadores de mi pelo. Méteme al estuche. Despéiname. Llévame de viaje. Compárteme tu cielo. Tócame.


Esa cama
Yo morí en esa cama. De cinco a once. Todos los jueves. Yo dejé en esas sábanas el alma. Me abrí como flor de loto dentro de las horas en las cuales yo decía que tomaba un curso para aprobar filosofía. Pasé de gusano a mariposa dentro de su colcha, blanca, nieve. Compartí dos de mis mejores años. Ésta rechinaba. Me acompañó a fumar mil cigarrillos.  Él, cuando me levantaba, le cambiaba las fundas. Yo quería volver a meterme. Perderme hasta ser viernes. Regalarle todas mis hadas. Morí en ella no una, cientos de veces. Me quité los prejuicios. Mezclé erotismo con llanto. Me disfrutó con cabellera corta. Con pelo largo. Me inauguró rasurada. Escuchó mi poesía. La nueva obra que comenzaba a escribir. Los momentos incómodos en los que le pregunté por ella. Cuando reí sin parar. Cuando juré que me iba. Cuando (siempre) regresaba. Morí en ella. Fue testigo de las múltiples maneras en las que mi piel se erizaba. Conoció toda mi ropa interior. Sabía que todo era más rico si yo ovulaba. Si yo cierro los ojos, ahora, la veo.                   Yo.                
 Yo morí en esa cama.



Santa
Me gusta imaginar que eres Santa. Que tu cabello largo embriaga. Que me puedo colgar en tus aretes. Que hueles a claveles blancos. Que ríes al igual que callas. Que despiertas a las cinco de la mañana. Que lo haces encendida. Que buscas en el lado vacío de tu cama. Que duermes desnuda. Que gritas cuando gozas. Que escurres como cascada. Que todos te desean. Que te entregas toda. Que en la cama no reservas nada. Que guardas monedas debajo de tu almohada. Que prefieres las botas. Que te pintas con labial rosa los pezones. Que cantas cuando el sol se esconde. Que desayunas café cargado. Que te gusta el sexo por las mañanas. Que dormirías entre mis piernas. Que besarías mis labios. Que te saldrían escamas. Que te irías de mi vida. Que te pediría mil veces que regresaras. Que te escribiría versos. Que nos engañaríamos con otros. Que me gustaría observarte. Que lo haría excitada. Que rasgaría tu ropa interior. Que lloras a veces por nada. Que llegas tarde a todo. Que sientes miedo al ser atada. Que desprecias a los que te persiguen. Que te gusta hacerlo con las luces apagadas.

De luces

Me inquieto al sentir sus palabras, penetrándome. Una lectura que alza, cuidadosamente, mis pecados. Los enfila para propulsarlos hacia el vacío que yace dentro de su boca. Ese, el que me engulle, completa.
Después: los dedos. Roban el olor de todos aquellos que estuvieron antes que él, como si quisiera exterminar cualquier imagen que pudiera interponerse entre la faena que se da al percutir su piel contra la mía.
En consecuencia, sus besos. Ignoran lo que no me atrevo a decir,  lo que él sacude, al igual que cuando se hinca la primer banderilla en el lomo de un toro, trémulo.
Todo trascurre hasta que mi cuerpo logra diluirse en la pared, sobre su brío, y la cama me devora para volver a escupirme, justo debajo de su pecho.                 Él carga mi suerte.
En ese segundo, inmaculado,  yo le ciño entre mis lunas, como una pinza,  desde un río rojo que emana del centro de mis piernas, que iguala la sangre que destilan las fauces del animal que cae rendido, a sus pies.
He muerto y él lo venera. He tratado de envestirle: la espada me ha dado el más anhelado éxtasis. Ese. Golpe certero. El que pulsa la muerte entrelazada entre la capa y su mano. En esos instantes, prohibidos, yo logro comprender que he nacido para ser una mujer de lidia.

Ayer
Ayer me toqué pensando en ti. Mis dedos eran lengua. Me alzabas la falda. Hervías al saber que no traía bragas. Te desmayabas sobre mi cornisa. Ensalivabas las ganas. Hundías las yemas de tus sueños en mi sexo . Tocabas mi clítoris con tus labios de nube. Me hacías gemir. Nombrarte. Tu sudor caía en la palma de mi mano. Yo, lubricaba tus versos. Ayer. Por la madrugada. Mi orgasmo tuvo tu nombre.







Ojos verdes
En el verde de tus mares quisiera descansar. Agotada. Después de lamer los montes de la Diosa.         En los atardeceres que despiertan tus pezones quisiera recostarme. Ahí. Silenciosa|mente. Guardando la temperatura de tu cuerpo. Junto a mí: una pupila. La calma de mil lenguas que crujieron dentro de mi garganta al gritar tu nombre. Has despojado a todos. Te has impuesto. Soberana. Reina de gemidos celestiales. Envuelve mi piel en los mechones de tu cabello. Largo. Como largas las horas que suceden en mi cama (si tú me habitas). Ven. Ven aquí para que te venere. Que tu piel de marfil brille con mis letras. Déjame incluirte en un capítulo oculto. De mi vida. Que nadie hable de esta historia. Que nadie intuya sudores, bocas rojas. La gula que desatas. Las ganas de comerte.            Viva.

Cartografía
Bienvenido al paraíso de mis sábanas. Yo te regalaré mil lunas. Abriré las piernas y te crecerán las alas. Abriré los labios y te nacerán mapas. Sitios de encuentro. Regresarás. Volverás para subrayarme. Trazarás un plano sobre mi (cuerpo). Una superficie que señale los puntos en donde me has bañado. De ti. La ruta de tu lengua -- cuando ésta logre desvanecerme --. Un fotomapa de tu boca que ubicarás sobre mi espalda.
Bienvenido a las noches que serán tus coordenadas. A la ubicación perfecta. Exacta. Híncame en la orilla de tu cama. Hazme relieve. Quiero humedecerme sobre ti. Sentir. El destino de tu            vuelo.   
Bienvenido a la Aventura.     
De tus vidas.





Conte de fées

Hagamos que nazcan las hadas. Tóquese. Piense en mí mientras lo hace. Deje que sus dedos sean mis labios. Llénelos de pretextos. Invíteme a su encuentro. Seré la doncella de la piel aperlada. Seré urgencia. Seré deseo.  Acortaréladistanciaentresucamaylamía.  Ahora. En este momento. Aparte mi ropa interior. Hágala a un lado. Míreme. Continúe tocándose. Esboce mi boca. Mis labios rosas. Mis manos. Yo, su miembro. Que su aroma me llegue (en un pequeño instante). Y yo me acerque a la muerte embriagada por ello. Que florezcan las mujeres mariposa. Que le produzcan espasmos en el cuerpo. Dedíqueme su ir y su venir. Bríndeme todas sus muertes. Ponga su firma y con esto: narre mi cuento.


®2014, Xandra Orive, "De cal camas y viento".



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