lunes, 4 de noviembre de 2013

Jaime Velasco Luján presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (4 nov 2013)







LLUVIA:
                                                            I
                                                Tres semanas
de lluvia,
al reflejarse
sobre la pared,
un rayo de sol,
parece nuevo.

II
En la tarde el cielo
se nubla:
grandes nubes
me acechan
en forma de submarinos,
ballenas, barcos…

                                                            III
                                                El lecho del río,
casi seco,
fue subiendo
su nivel
al paso
de los días:
llegó al límite
del desborde
y ahí se quedó.


IV
La mañana es soleada,
la gente sale a la calle
sin temor a mojarse:
el sol entró.

V
El sendero no existe,
en su lugar
se aprieta la hierba,
hierba con flores.
El sendero
es intransitable.

                                                            VI
                                                Ante lo girasoles
mi casa
se hizo enana.
Los altos girasoles
velan su sueño.

  



LOS SUEÑOS:


                                                Mi padre vino anoche,
                                                para decirme que quiere
morir en su pueblo.

                                                Estoy en el estrecho de Bering:
en el extremo opuesto veo al Himalaya.
                                                   Decido tomar un barco
para llegar a la gran montaña.
Un guía y yo abordamos
Una embarcación, partimos…
                                               
                                                Anoche se reunió la familia:
mis hermanos y sus hijos,
para convivir.

Platicamos, comimos,
trabajamos en una escuela
ubicada dentro de la casa.

                                             Primer sueño:
vino a visitarme
mi amiga Diana,
bromeamos,
como siempre.

Segundo sueño:
fui por el desayuno,
para mi familia
y me extravié.

Tercer sueño:
mi hijo vino del extranjero,
paseamos juntos
como cuando era niño.

En el desierto, 
en sentido opuesto
a una tormenta de arena,
un hombre camina.
                                                Ignoro si soy yo.

Vinieron por mí.
El ejército
me acusó de subversivo,
de formar un grupo
para derrocar al gobierno.
Los soldados me llevaron
al campo militar
para interrogarme.

Tenía una hija,
la llevé a la escuela
en bicicleta.
 A medio día regresé
por ella
                                                 pero no la encontré.




                                    A la entrada de mi casa
sobre un montón de arena
yace un perro,
echo arena sobre el cuerpo
para evitar el mal olor.
El perro revive
empieza a acosarme
hasta que se agota
y va a morirse al lugar
donde lo encontré,
le vuelvo a echar arena.

Un sobrino que vive en Chicago,
quien me quiere como a un padre, 
se vino a vivir a México,
puso una tienda de abarrotes y,
con su esposa y tres hijos,
vive tranquilo.

Mi hermana mayor,
fallecida hace tres años,
me visitó dos noches:
la veía apurada,
corrigiendo a sus hijos.

(Anoche me llamaron por teléfono
me dijeron que un hijo de mi hermana
está en la cárcel.)





Algunos familiares nos reunimos
para ir a visitar a mi sobrino y,
de ser posible,
sacarlo de la cárcel.

La pesadilla recurrente.
Unos sujetos tratan de entrar
a mi casa para robarme,
y quizá,
quedarse en ella.
No puedo moverme,
por más esfuerzos que hago,
para atacarlos.
Por fin despierto.

Una joven me mira
con simpatía,
con la mano me llama,
desaparece,
me pregunto quién será,
cuándo la volveré a ver.
  





CECILIA:

                                                            I
                                                Juntos y distantes
estamos ahora:
con plena identificación mutua,
con la confianza de saber
que uno cuidará del otro,
trabajamos,
seguimos unidos
con un poco de amor,
tal es nuestra sagrada voluntad.

            II
Recuerdo la cita
de hace cinco años:
Venus, era una copia
de tu cuerpo,
de la carne dibujada
sobre tu ropa.
Quedé mudo cuando te vi,
inmóvil ante tu belleza.








            III
La segunda cita,
pobre niño,
me abandoné
en tus brazos:
vagué entre las estrellas
de tu pecho,
entre tus manos tibias,
a orillas de tu pubis,
por un momento
 me sentí inmortal.

            IV
Nuestras citas fuera del mundo
se sucedían: la dicha llegaba
si estábamos juntos
un momento;
no había más vida
que la nuestra
sobre la tierra.

V
A tu lado crecí:
“Ahora eres un sabio”,
dijiste, en vez de decir:
“Te he hecho un sabio”.
            VII
“No soy más tuya”, dijiste.
El amor había terminado.
Nos alejamos.
Nos veíamos a lo lejos,
con indiferencia.

                        VII
Amabas a otra persona.
Esperé.
Te desengañaste al fin.
Regresaste a mí con alegría.
Hace tantos años de eso y tan pocos…

VIII
La vida es
La comedia
de las equivocaciones:
me enamoré de tu amiga,
te dejé,
creía ser feliz junto a ella…

IX
Ignoro lo que ocurrirá
ahora entre nosotros:
hemos madurado
después de cinco años, 
nos vemos frente a frente,
íntegros, dispuestos
sin saber a qué.


®Jaime Velasco Luján.




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