lunes, 22 de abril de 2013

Mónica González Velázquez presenta en Cada Quién su boca de Palabras Urgentes (22 de Abril 2013)


MÓNICA GONZÁLEZ VELÁZQUEZ

Este es el link para escuchar la entrevista completa: 
LAS ETERNAS RUTAS
(Diablura ediciones, 2013)
  
LOS PASOS ERRANTES I
    
Manhattan Dreams


I

Peces con alas vuelan hacía nubes de higo y frutas dulces
un sol mustio, no cesa de implorarle a las tormentas que sean menos.

Caminas por donde tu huella se vuelve firme, gris como el pavimento.


II

Museo de Arte Moderno
acatar tu belleza
mirar con los ojos de Buda el cuello alto de esa mujer
la veta ocre de robustos pastizales
o correr tus escalinatas al ritmo del viento.

Madison Square Garden te desbordas
ríos de luz son la respiración de mi asombro.

III

Estar en el centro del mundo, en el sitio donde los sueños nacen.

Miro la hoja que se deshace por las cuatro esquinas
camino por el West Side
las avenidas me devuelven sus guiños rutilantes.

Es mi boca un pozo abierto donde nacen las primeras letras de tu nombre
ciudad de rascacielos, templos y gente de todos los colores del atardecer
me planto en las alas del viento en mis ojos cabe el mundo entero.
  

LOS PASOS ERRANTES II
   
La bruma se dispersa

Y si alguien me pregunta quien soy, le diré:

Soy quien fluye del río al mar
a las orillas de una costa sin nombre
donde un reino se erige
las naves se incendian
la bruma se dispersa

Soy unas manos
que lentamente sueltan las amarras
en el estandarte de los náufragos

Soy un cuerpo fragmentado
ola espiral en danza rota

Soy la voz que nunca fue
en el silencio húmedo de unos labios

Soy todo lo que dicen acerca
de un par de maletas
y zapatos de viaje
para la travesía.


Crónica de las horas que ya no son


Acá me trajeron mis sueños
el brillo de una mirada sin palabras

Sostuvo su canto mi golondrina
y en vuelo de alas rotas -cruzó el mar-

En la impronta de mi sombra en los caminos
iniciaron mis pies una danza desconocida y sorda

Me despojaron de toda buena voluntad
sólo las marismas del Odiel
y la remembranza de su vaho
dan cuenta de mí
en una tierra donde la luz proviene de un faro sin vigía.
  


La danza del colibrí


Golondrina de alas rotas, no vuela
pero baila la canción desconocida del colibrí

De mí tendrás las horas acumuladas sobre la espalda
la cama blanca y el reino de los infantes

Ave-ballena, no vuela
pero trastorna los sueños de Magritte

De mi tendrás las tardes sobre la almohada
y un lugar cálido en la palma de mi mano

Chimpancé de ojos tristes, no vuela
pero ejecuta el Lunfardo de los que aman

De mi tendrás la danza rota de los corazones sin vuelo.
   

LOS PASOS ESTÁTICOS

Eva en el paraíso
  
Para todos nosotros caerá la noche y llegará la diligencia.
Disfruto la brisa que me conceden y el alma que me han dado para disfrutarla,
y no me interrogo más ni busco.
Bernardo Soares


Hoy desperté con una tibia sensación de tristeza. Todo cuanto busqué en la tierra, se ha instalado en este cuerpo. La belleza es algo que desconozco.

Cae la noche, avanzo cual bestia caprichosa que no entiende de utopías, ni de consuelo en el sosiego de este paraíso que habito.

Puedo ser la manzana que se asfixie en su propio regocijo, la serpiente que se meza en los labios de la luna, pero soy la rencarnación de Lillith.

El bullicio de las aves no me clarifica el pensamiento, el agua de los ríos no me conforta, el verde de los valles no me parece sublime ¿Qué es esto que guardo en las entrañas?

Miro la perfección de los miembros que me forman, uno el conjunto y camino en círculos, miro la sombra que reflejo: sé que soy perfecta como la que buscó refugio en el Mar Rojo; con el índice compruebo la resistencia de mi arcilla, la sensación que no digiere la entraña.

Antes de ser expulsada del paraíso terrenal, debo pedirte que dibujes tus labios en mi espalda y que al hacerlo, dejes el espacio justo para la envergadura de mis alas, porque no voy a permanecer en este reino al amanecer.

Este cuerpo que me alberga es geografía desconocida para los instintos que recorren la desnudez que me avergüenza.

Nuevas formas estallan en la cúpula azul que me rodea, pueden ser las señales del destino que me aguarda.

Comí, bebí, bailé y amé todo lo que me rodeaba, cien mil soles representan mi existencia y ahora muero junto con los ríos que me vieron nacer.

El agua que reflejó mi rostro, tal vez encuentre consuelo en el canto del cisne, el croar de la rana, el zumbido de la cigarra.

Uno las puntas del cielo estrellado, fósforos incandescentes iluminan la impronta de mi sombra en los caminos.

Golondrina de alas rotas, no vuela pero danza la canción desconocida del colibrí.

 Dejo a todas las bestias que habitaron mi paraíso, las palabras que ya no pronunciará mi boca:

 El hombre asciende las ruinas de su cuerpo cuando la piedra es un cometa iracundo. Los milagros podrán suceder si las ventiscas no se llevan las arenas hacia el Sur; a las grutas escarpadas donde la piedra es pan y el agua vino, donde las manos se agrietan, donde el tiempo transcurre en el cuchicheo de los ancianos.

Las piedras gritan los nombres de los que ya se han ido, de los que rastrean las sombras de cuerpos ajenos, de los que no descienden.

 Algún infortunio les habla, algo queda por hacer, aquí la palabra versa y versa; allá el silencio duerme el quebranto. Algo queda por decir.

 Ahora me voy al destierro, con la osadía de un perro en celo y el olor de tu sexo entre los dedos.


®Mónica González Velázquez. 



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