jueves, 17 de marzo de 2011

Adriana Tafoya presenta en Cada quien su boca de Palabras Urgentes (17 de marzo 2010)


ADRIANA TAFOYA

Diálogos con la maldad de un hombre bueno

En cuestión de logros literarios, el que esté libre de pecado que renuncie a la oportunidad que le dan de ganarse un premio (…) o viajar gratis y con todo pagado a algún encuentro a emborracharse...

A. Echeverría

El que no tranza no avanza

Dicho popular

Quién no quiere ser guapo y emborracharse

Quién no desea tener muchas mujeres y emborracharse

A quién no se le antoja conseguir mucho dinero, viajar y emborracharse

A quién no le gustaría ser el primero en todo, tener mujeres muchas y emborracharse

Quién se resistiría a una maleta llena de billetes, quedarse con el derecho ajeno

y emborracharse

Quién no se emociona con la idea de ser el primero en todo, ser guapo,

acostarse con niñas y mujeres, viajar, tener mucho dinero y emborracharse

Quién se aguantaría las ganas de tomar el dinero ajeno, meterse a la casa grande, tener

a la mujer del amigo, acostarse con hombres, niñas y mujeres, viajar bien vestido

y emborracharse

Quién no disfruta de sacar provecho, ser oportunista, buen ratero o abusador,

es natural disfrutarlo y emborracharse

Quién no es inteligente para saber que todo esto es humano y verdadero

Pero dime,

a quién no le extasiaría vengarse, cortarle los güevos a este alegre Casanova

recuperar su dinero, acuchillar a los amigos del ojete,

viajar a Europa con el rostro muy en alto

con la ropa llena de sangre

y después, ¿por qué no?, también emborracharse.

Cadáver con ciruelas sobre un lienzo azul

Al que sabe caminar en el frío.

Vibrante

—vibrante humo hierve

índigo azula en las calderas

balcones con herrajes

entre pasillos paredes desteñidas

mojados pasadizos

por escalerillas y desvanes

vibrante azul

en las grasas crenchas

de esta ciudad.

No piensa

es sólo humo vibrante

hidratando los hermosos harapos de la pobreza

sobre los delicados cuerpos del hambre

azulaba

azulaba

entre el polvillo de los libros

las espadas

metal y sangre, todo Eterno se hace polvo

no hay camino oculto

tenemos hambre

en nuestras bocas

son plegarias los insultos,

los silencios son piedad.

Azuloso vibrátil

el humor que cristaliza

dentro de las casas rotas

donde se amortajan

feroces, los amantes de lo feo

tremendistas los malditos, las amargas.

Con los efectos de la mugre, somos otros

un desgarre de lienzos polvorientos.

Será que sólo vemos hacia abajo, como los muertos

sólo nos es permitido mirar hacia atrás.

Azula

—todo azula en plena descomposición

la miseria, en los labios sabe a centavo

a cobre azul

a pan azul y fría anestesia

medio rostro dormido

para reconocer que somos otros

con los rasgos de la anemia, somos otros

pero hermosos, frágiles (como las naranjas

que azulan sus óxidos) para la inquietante belleza del hambre,

soles muertos del invierno, pulpa de cadáveres

moliéndose

—sobre estos ferrosos techados—

nieve de azulada sal

nieva azulada sal.

(Ciudad de México, invierno de 2008.)

Animales seniles

XX

Ana

Mis ojos tuertos ardorosos y las voces sus prodigios, la muerte se llevó mi seno, mis senos, la muerte succionó mis senos, succionó mi seno y lo engulló como una enorme yema de huevo, mira que me evaporo, pero camino dulce los pechos espontáneos y estoy paralizada, por dónde te abordo anciana, si no te amo y hay que cuidarte, mermo, te succiono te bebo, como beber de un pozo de agua caliente, me pides maquillarte dormida, acojinarte los algodones nasales, podría ser algodón de azúcar, ponerte el vestido blanco con broches, el tocado suave, tejida la zapatilla blanca, pero me pides maquillarte dormida Ana, llenarte la nariz de algodón de azúcar, la jícara, Ana, llenarla con vinagre y cebolla, bajo la caja, me pregunto por qué si no quiero tengo que velarte, cerrar tus tijeras como piernas abiertas y secarte el sudor bajo los senos, el sudor sobre tus pezones, par de gotas dilatadas, tomarte Ana, el cuerpo frágil de carne transparente, torneado de bordes delicados, doblarte, depositarte con cuidado en tu caja, Ana, eres un vestido, un labial, un perfume, una cama, qué sola estás entre tantos hombres, duerme Ana duerme que el dolor te acompaña, me pides que te quiera, ¿cómo quererte si te mueres?, ¿cómo quererte si me espantas?, ¿cómo me acerco al guacal que eres?, cómo amarte, Ana, si estás vieja, acabada, y me besas, besas mis ancianas, todas las ancianas y sus bocas, pero el prejuicio como el dictamen de la supervivencia; lo descubres, me descubres, terciopelos no palpados, me miras, Ana, embárrate del mundo, Ana, una vez te grité te estás ganando el asilo, Ana, pero debo tomarte con cuidado, acurrucarte entre las piedras, el cuerpo sin zapatos, las manos entre gasas, niña anciana, el bisturí el resorte, vístete de novia anciana, un vestido blanco, calado con broches, cuerpo despojado de sus movimientos, acurrucado entre las piedras, cuerpo sin zapatos, Ana, serpiente de piel vieja, carne agua, agua carne, espiral, remolino, feto. No puedo amarte, Ana, sólo te beso, besarte Ana besarte sólo puedo cantarte hasta que te vayas. Duerme Ana duerme, que el dolor te acompaña, dolor de los parásitos, bautizarte con tu bacinica despostillada, el orín de los muertos, el excremento del atropellado, con tu cabeza abierta como la urna de los secretos, qué sola, Ana, y te enlodo los pies, te empapo las manos de aceite aderezado, de agria manteca de cerdo con pulpa seca para que no te vayas, Ana, el jugo que sale de tu caja, dolor de gato bajo tierra Ana dolor a boca abierta Ana no llores Ana que te diluyes llorando Ana, como el aleteo de un puño de pájaros bajo la alfombra.

Adriana Tafoya


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