jueves, 3 de febrero de 2011

Mauricio Jiménez "Morocco" presenta en Cada quien su Boca de Palabras Urgentes (3 de febrero 2011)

Mauricio Jiménez "Morocco"


María Marioneta

María Marioneta vive en una esquina de la colonia alegría,

tiene la cola más cotizada de su cuadra

y una hija que su cintura niega,

pero la confirman sus estrías.

Por eso los guarros le decimos: María Mamacita.

María Marioneta se siente mariposa,

pues llega reposa, retoza, se abre, aletea, desenrrolla su lengua,

derrama algo de polen

y se echa a volar.

María Mariposa no busca un esposo,

le saben espesos los besos así.

María Marioneta se cree jipiteca,

se viste cachonda a la vista

y hedonista se desviste.

Marihuana fuma María Marioneta,

la quema María por puro placer

algunos la queman llamándole puta,

pero eso es mentira, pues sólo se tira a quién ella escoge.

María Marihuana sabe escoger.

María Marioneta se sabe caramelo, y sabe bien.

Por eso se chupa los dedos si besan y soban sus labios.

María Caramelo tiene en el pecho

dos malvaviscos que saben a piel

y palpita entre sus piernas un higo vivo,

dulce y abierto que llora licor.

María Marioneta parece agua marina,

si la bebes se te escurre,

si la besas se te derrama

y por más que la abraces, la atrapes, la aprietes

jamás la podrás contener.

María Aguamarina es rica en algas y coral

y brotan de sus caderas un par de piernas que se abren,

abrazan y saben a mar.

Yo sólo quería meterle mano a María Marioneta,

pero ella se me adelantó,

me metió la lengua,

me cogió del mango,

me movió los hilos

y nos contagiamos de ninfomaría.

Amaría a María Marioneta,

pero la neta se reiría de mi amor.

Como cuando le dije muy serio:

¡Pos consíguete un novio que no tenga esposa!

Y ella me dijo entre risas:

Tonto, pero si es lo que más me gusta de ti.

María Marioneta se siente mariposa,

se viste cachonda a la vista,

tiene la cola más cotizada de su cuadra,

dos malvaviscos que saben a piel

y un par de piernas que se abren, abrazan y saben amar.

Amaría a María Marioneta,

pero la neta se reiría de mi amor.


El Camión de la Mudanza


Llegamos con la vida en cajas

y llenamos la casa de cosas,

muebles, discos, libros.

La mesa por aquí,

la tele pallá,

que el estéreo suene en todos lados.

Los platos en esta gaveta,

los vasos en aquella,

pon el café siempre a la mano.

Adornamos las paredes con dibujos,

rayones,

pedazos de poemas.

Desde aquí el espejo parece un cuadro...

Las cajas se vacían,

los cajones se llenan de papeles,

cuadernos, ropa, recibos,

y la casa vacía y ajena

se llena de nosotros,

de nuestros humores,

nuestros besos,

nuestras peleas

y de pronto una casa cualquiera

se vuelve nuestra casa,

con nuestros clavos,

nuestras manchas,

nuestras cortinas

y nuestra basura.

Pero a veces llega el camión de la mudanza

y nos piden guardar de nuevo

nuestra vida en cajas,

quitar nuestros cuadros,

guardar nuestros libros,

sacar nuestros olores

y vaciar la casa,

quitarle a la casa nuestra casa.

¡Carajo!

¡La mudanza es una perra

y un hijo de puta su camión!

¡Es imposible guardar todo en cajas!

Siempre se pierde algo,

un disco, un libro, un papel,

un algo que no sabes ni qué es

hasta que te hace falta.

Y al entregar la casa vacía

siempre se deja algo,

un clavo donde colgarán una réplica de la Última Cena,

una mancha que será borrada,

y ese algo que que no cupo en una caja.

Por eso duele volver a casa

cuando ya no es nuestra casa.

Matabichos

Andamos como insectos confundidos buscando el sol,

atorados en la lámpara de la sala,

chamuscados por un foco de 60 watts.

Hormiguitas bajo lupa de chamaco,

bordeamos el gis anticucarachas,

cantando canciones de escarabajos.

Arañitas escondidas en un rinconcito,

moscas tarugas nadando en café,

mosquitos esquivando el trapazo.

Parecemos palomillas intentando escapar,

cuerpecitos de polvo golpeando la ventana,

jicotillos turutalos de tanto fregadazo.

Nuestras ganas se convierten en el último aleteo

de una mariposa crucificada en corcho

con la panza atravesada por el hambre alfiler.

Bajo una nube de raid casa y jardín

andamos fumando ramitas

para no respirar insecticida.


Cadáveres de Magia


Alguien nos aplasta las hadas con matamoscas

y le sopla a las velitas de nuestro pastel.

Ya les anda por quemar azúcar

en los rincones del cuarto

para matar el bicho de lo que somos.

Por eso apagan las veladoras que les ponemos

a nuestros santos diablitos

y nos voltean el tapete de bienvenida.

Ya le pusieron veneno al ratón de los dientes

y dejaron caducar nuestro tercer deseo.

Quieren barrer la casa con ruda,

limpiarla con huevo y cloro,

exorcizarla de nuestro virus chocarrero

con un anafre humeante

y un chamán del mercado de sonora.

Pero no importa que se tomen

las gotitas de la felicidad

de la última botella de tinto

ni que se agandallen el huesito de la suerte

del pollito rostizado.

Porque tus pestañas son grandes

y utilizaremos cualquiera

para abordar la siguiente estrella fugaz.

Así podrán orear el cuarto,

echar pa'fuera nuestro aroma,

limpiar la mugre de nuestro rastro

y tallar muy bien las paredes

porque hay polvo de hadas en ellas,

cadáveres de magia embarrados

por todas partes.


El Día de tu Boda

El día de tu boda

me sentaré en primera fila

para mirar bien tu cara

cuando respondas que sí.

Llegaré con mi barba de días,

esa camisa que odias,

tal vez un saco y mis jeans.

Le daré un beso mustio a tu madre,

un arrimón a tus primas

y me rascaré el zumbido del oído con el meñique

cuando tus suegros -de lejos-

quieran saber quién soy.

Cuando el padrecito pregunte

si alguien tiene objeción alguna,

yo toseré nomás pa ver

la reacción de tus parientes.

Te prometo no bailar con la novia

por el bien de tus pies

y hasta me comeré todo lo que sirvan,

excepto el pastel,

ese lo pediré para llevar...

así como exigiré que me sirvan cerveza y mezcal

en lugar de tequila y Ron Bacardí.

Cuando pasen tu zapato para la coperacha

le echaré toditita mi morralla

y si se cae tu recién casado

durante la víbora de la mar

no preguntes quién fué.

Me iré temprano,

pero dejaré en la mesa de regalos

unos calcetines nuevos para tu nuevo galán

y un frasquito del perfume que se rompió

el día en que peleamos.

Al llegar a la cuadra

le daré al loquito del barrio el pastel

-hay dulzuras que yo no trago.

Intentaré dormir solo en tu noche de bodas,

y sólo te pido, mi amor,

que no lo hagas tú también.

El día de tu boda

me sentaré en primera fila

para mirar bien tu cara

cuando respondas que sí,

Sabes, cariño, que siempre he querido

verte feliz.

Egoista

Eres tan egoista…

Con tantos tristes en la calle,

melancoholizándose con cerveza oscura,

besos negados y piernas en renta...

Tú te atreves a negarme la entrada a su club…

Llegas,

te instalas en mi sala,

me preparas un sándwich

de jamón con beso y sin mayonesa

y le cambias de canal a la tele

o te pones a bailar salsa frente a mí.

Y yo me quedó con mis ganas de tristear,

sin ver el final de mi película

y sin saber bailar.

Alguien debería explicarte

que yo vivía de mi depresión.

¿Nadie te pasó mi instructivo?

Recuerdo que clarito decía en la página 23:

Para mantenerlo escribiendo, sólo añádale decepción.

Y tú llegaste con tus drogas fuertes,

según para animarme un ratito,

pero me quedé enganchado a tu mercancía.

Estoy seguro de que también decía el manual

algo sobre mi personalidad adictiva.

¿Quién carajos te dio permiso

de volverte mi color favorito?

Ahora sólo me dejas tus vacaciones

para calmar mi necesidad de nostalgia

y debo confesarte que me clavo

extrañando tu voz.

Eres tan egoísta

y yo sólo pienso en ti.


Mauricio Jiménez "Morocco"

@miauricio


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