jueves, 24 de febrero de 2011

Luis Moctezuma presenta en Cada Quien su Boca de Palabras Urgentes: 24 de febrero 2011

CADA QUIEN SU BOCA, 24 de febrero 2011.

LUIS MOCTEZUMA

Carta de bienvenida

Ahora que ha pensado en el retiro sepa que no está sólo

el mundo le abre los brazos y los rascacielos y las cuentas de cheques
no dude en cobrar esas sonrisas que durante años invirtió debajo de la almohada
relaje la espalda y pruebe todo el viento que desee,
la herencia de los padres siempre es dulce y muy pesada.

Sr. Poeta, le informo cortezmente que todas las flores ya están marchitas
a cambio de sus nombres y el resto de sus recuerdos recibirá un cupón
válido de lunes a viernes en el departamento de electrónicos.

Aquí tiene el mundo, nacido de ladrillos y ventanas que bailan al ritmo del minutero
puede acompañarlos con un par de tenis fosforescentes y la dirección de un cirujano.

No se preocupe por las palabras, ellas se fueron por un desencanto amoroso.

Si no comprende las señales presione 0 y lo atenderá uno de nuestros ejecutivos
la luz verde significa siga
“ceda el paso” es otra invitación para que avance, civilizadamente desde luego,
“alto” es una invitación a mirar a otra parte y seguir la carrera;

el dolor es lento como una gota de miel que resbala entre las piernas
y aquí no hay más que segundos con esquizofrenia y ropa deportiva.

Pienselo bien, ya nadie encuentra la diferencia entre un poeta y una viuda
sólo hay lágrimas y lo mismo da una fuente que un caimán sorprendido
por el cuchillo y la muerte que llegaron de la mano.

¿Para qué seguir ese camino de piedras en que se confunden cayos y soledades?

Entienda que las penas duran el tiempo en que maduran las manzanas
y finalmente viven sólo para unas cuantas mordidas.

Mejor las reglas, los abrazos de agenda, el cronómetro entre dos cuerpos
indiferentes a su simetría
siempre que se cita a la vida hay que hacerlo en horas hábiles;
el sofá es una lancha en un mar de tiburones y usted sigue sangrando
no lo abandone, por amor al amor, no lo abandone.

Si aún no está convencido guarde la tarjeta, la necesitará algún día
cuando las cebollas se acaben y no haya más por deshojar que su memoria,
las neuronas se pierden como estrellas fugaces, ya lo verá
cuando salga a caminar entre motores y espectaculares anuncios de calcetines
pedirá un deseo, y si tarda quizá pierda la retransmisión de media noche.

Voces telefónicas

I

“Muy buenos días”, dice, con la seguridad de un chacal
que no ha comido en varios días
y empieza la lista de frases mal recordadas
de amenazas cubiertas con caramelo a la velocidad de una frase,
de ofertas que vuelan a un sur de porcentajes impagables.

Sigue hablando, repite el monólogo que escuché por la mañana
espera esos “si” que llegarán a plazos mientras le explico
que ya lo sé
que no es necesario que repita nada
que la insistencia no es un médico
y la cartera sigue enferma, sin atender a los remedios caseros.

Terminamos con un adiós de memoria
que volverá en unas horas con otra corbata
con las mismas pausas y los mismos reclamos
puede ser un hombre enojado, quizá una mujer sin problemas
pero volverá como lo hacen las ratas y los recuerdos.

El acosador siempre olvida su nombre
y recuerda los segundos que hemos pasado sin pagar la deuda.

III

Después del sueño viene el timbre
la mañana se quiebra como una ventana de azúcar,

nada puede ganarse con correr al teléfono
y saludar a la máquina como cada domingo.

Cerrar los ojos es admitir que todo está bien
dentro de esta marea de sabanas mudas
como caracoles sin memoria,
sólo el silencio puede ser sincero.

Afuera la gente corre sin la certeza de una linea de meta
ni de esos flashes sonrientes que saludan cuando todo acaba
la vida se va quedando entre cada paso de presidiario con prisa
mejor no hablar, sólo cerrar las cortinas sin nada más.

Sigue siendo mañana y sigue sonando el teléfono
como si hubiera una bomba y nada estallara.

Los ojos pueden cerrarse bajo llave
pero afuera alguien sigue llamando
e insiste con esa furia que sólo entiende el boxeador
que recuerda un golpe y saborea la lona.

Finalmente no hay nada
calló como una mosca que acepta el futuro
tan cerca de la araña
cayó en cuenta de esa red de indiferencia
que rodea su cuello.

Y el sueño regresará
y el ruido regresará
hasta que alguien conteste.

No pasa nada

Las paredes tienen la cara de aburrimiento
que aprendieron de un albañil demolido,
guardan ese silencio que es un cristal empañado
y sin niños que dibujen caras.

También hay ventanas con una lengua vieja
y transparente
que no intenta decir nada.

La tarde tiene frío
y los árboles se sacuden solidariamente.
La mirada se pierde mientras juega
a ser un avión de papel,
encuentra una nube y le habla de ti
mientras se evapora.

Ecos de jueves

Los arcos de la noche ya están tensos
y proyectan dos flechas de café expreso,
pero temen al cielo
a ese espejo verde que se ríe como un árbol
y no disparan;
ya no queda más fuerza en mi organismo
que esa que mueve el motor de los bostezos.

Cada paso es una campanada
en una ermita desierta,
pero los perros siguen dormidos,
arrullados por las hojas
y su canción de cuna.

Atravieso el jardín como una mosca
atraviesa los días,
con miedo a las telarañas de vidrio
y con un hambre que no duerme.

Si las almohadas de aire no huyeran
caería con todo el peso de mis párpados
e inhalaría al mundo en un ronquido.

El camino a casa es una serpiente
que no ha encontrado su cola
y no muerde nada.

La piel será una noche de grillos agripados
sin abejas y sin helicópteros sobre mi cabeza;
aún no aparecen las zetas que han de sobrevolarme.

Sobre cartas

I

Recordar una carta es saborear al mamut recién caído
la idea de un sobre libre de palabras como saldo
emociona tanto como una mujer de mejillas sepia
que abre la boca y anticipa un letrero.

Se puede cerrar los ojos y deletrear n o s t a l g i a
pero todos los estimado, todos los querido
ya se han casado con la palabra cliente.

El perfume del correo ya olvidó
el sello del suspiro
y tomó por amante
a una joven voluptuosa
y limpia
lista de ofertas a doce meses.

Siempre quedarán sobres
pero los dedos ansiosos ya se han jubilado.

II

La hoja opaca sueña debajo del polvo
con ritmos de playa por la noche
y las luces de un salón abandonado,
ya no siente el baile de los dedos.

Las noches de insomnio pasan
junto al dedo, que es un barco viejo
frente al mar abierto
y no sabe por donde llegará la sal
que le secará los huesos.
Estas mareas rojas
de buenos deseos y amenazas
llegan cada noche con sus dos letras
y dos puntos
piden el reenvío y que nadie las lea.

Los ojos aletean desesperados
como delfines prisioneros
pero todo es tan rápido
que los rostros se borran
al compás de un tecleo.

Cuando llega el final
y las ventanas se cierran
para que las ideas se azoten
como una parvada de patos ciegos
pueden verse los ojos de la noche
tan ojerosos, tan empolvados y secos.

Una vez más el buzón está limpio
no hay basura, ni adioses húmedos
no existen nombres, ni la dirección de casa.

Luis Moctezuma

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