lunes, 14 de noviembre de 2016

América Femat presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (14 de Noviembre 2016)






AMÉRICA FEMAT


Presagio

Hiedra, asedias pacífica, clara, tierna,
desde el centro de mi ombligo.

Tus raíces extiendes en mis caderas,
me sumerges noctambula, precisa.
No te apartas y te respiro hondo.

Exhalo en la orilla de tu superficie
para ahogar un orgasmo.

Vuelvo a subir a tu cima para
sumergirme en vértigo.

Extenuada y llena de un rumor
caudaloso,

el agua se rompe, el cántaro se agrieta
superficialmente en este vaivén,
aguas iluminadas son un rostro
de espesos manantiales.

Tu torso, suntuoso camino
de brazas danzando
en el uniforme espacio recorrido.

Extiende una a una tu raíz,
deja que inunde, que derrame el cauce,
el badén de mi ombligo.

En el tambor del medio día,
un presagio sabe.
Las aves de tus ojos
lo han visto ya nacer
entonces
una luz de esperma
satura los sentidos.




Taciturna melodía

(…)Debo saber -es un ejemplo- aquello que concierne
a las personas a la hora de la lluvia,
su modo de perderse entre la niebla, su tristeza,(…)
Max Rojas, El turno del aullante.

Ciudad del despojo que los naufragios dejan,
están, los besos humedales que nunca fueron
la infancia y su fuga,
la juventud preciosa que nos abandona
en alguna aurora, así de remota,
bajo el parasol cuajado y reminiscente.    
Existe una humedad que nos habita el sueño
brota y reverbérese como un eco íntimo,   
ahora, cerca de ese tránsito de río
me aturde su bullicio,
las calles pobladas de vacío
arrancan de mis ojos
una lágrima encendida
-reconozco tu mirada, ciervo malherido;
¿dónde están tus ojos,
llamarada de esperanza tirando del gatillo?
En mi sien una estrella estalla sin descanso
-cuerpo y astro cincelando la eternidad-,
no logra apagarme
nada, me enciendes,
arremolinas una melodía,
las gotas carniceras resbalan,
una a una en el ventanal,  
-entreabierta eufonía en los labios-,
susurran tristísimas ausencias,
mastican largos finales
comiéndose los ojos,
mordiéndose los labios,
besándose las carnes;
hogar de ficción agonizas
bajo el arco intermitente de una fuga.
Nada puedo decir
nada puedo,
la lluvia y su bestia amenazan,
dicen silencios -nada lejanos-,
un desboco, un vuelco trae consigo
la taciturna melodía
que taladra mi pesar,
que desdibuja el sueño.



Tierra vacía

Hay veces que la tierra se encuentra vacía
y su espada de barro no fecunda los rostros
de espigados mirasoles.

La tierra de mi espíritu olvidado hace  mucho
mi nombre de galaxia.

Triste sin tiempo y sin época
dando pasos en lo caminado:
fantasma erradicado hasta de sí mismo,
fumarolas de un espejo de carne.

Me pregunto,
si tú también estás solo o conmigo
o te encuentras solo conmigo.
-pregunto-,
sí, mil veces sí.

II
Tropiezo sobre
tu luna de agua y las palabras
fuente brotan de mi garganta,
serpenteo en la mente,
un viaje desde su origen
para terminar con la misma oración
Siempre.

III
Caduca ensoñación para el que sueña.
Primitivo tiempo
letra “O” en suspenso
ouróboros, al huir de ti, te encuentro.

IV
Desde mi cabeza a tus pies
una historia no termina de escribirte.
Peces danzantes sobre la tierra,
marea de aturdimiento,
brisa de fertilidad a cada paso,
levitación, templanza,
tus pies te explican,
me conocen.

V
El polvo se levanta, absorbiéndome,
sepultándome, dejándome al borde de la nada.

La píel cae de mi carne
igual que la sierpe del mito.
Estoy
olvidada,
de donde el sol se levanta
porque soy piedra aislada,
pesada de melancolía.

VI

Plante mi mente
pero las raíces se pudrieron
hoy la tierra no fecunda
carga un reboso negro
y muestra mascara sobre mascara:
artificio del desposeído,
y te pregunto
¿Dónde está tu mundo, si no eres de aquí?
¿De dónde te desnudas, si eres coraza de alma?
Muda respuesta, el eco sin sonido.

VII
Qué tierna timidez cayó sobre el verdugo
que no deja de caer el último golpe
lleno de intenciones pero siempre al borde
apuntando inmóvil sobre la llaga.

VIII
¿Quién te crees tú?
sobre todo, tú,
que has habitado mi vacío.

IX
Una vez un crisol rojo cobrizo
me cegó con su luz de fuego
y nuevamente me quedé sin luz en los ojos,
desde entonces
tres ciclos de luna
en un desierto conmigo misma

Ya no llueve agua en mis poros,
mi tierra se ha secado,
¿Pero yo?




La cabalgata del poeta

Brotaste del sueño,
cabalgata incendiaría dejaste al trote,
en espigada noche tu estampa,
-conforme avanzabas  
                                     y al tiempo-,
ojos internos
en un cardumen de peces y cuerpos, 
agua de pulida luz.

Has desnudado mi alma
que miraba oculta en ti,
como una ensoñación del agua
y hubo más claridad que sombras,  
desde entonces
soy incendio
emanación del agua.

Se oyó un manantial
de piedras que calcinadas
rasparon el almíbar del fruto,
ahí me encontraba; alba en  
colmenar de letras y de enjambre.

Me incendiaste
                          en  testamento
en memoria,
cuánto verso estandarte,
fijo e inmutable.

Se sabe de la brevedad
con que las palabras estallan
su azorada pirotecnia
y así no me alcanza
la vida
                                  para seguir creando universos:

el internamiento de tu mirada en el bosque
la espigada noche en tus ojos
la cabalgata de tu pelo
el cardumen de peces destilando luz
el diamante en ellos.

Cuántos universos  me conocen;
nacen de la mirada, parvadas azuladas.
Me remontan a una extraña fe
                                                 que presiento.  

Cuánto verso  
así por la calles más iluminadas,
en llamas,
donde cabalga
donde la tierra tiembla
su coincidencia sonora,
así del sueño, así del agua,
así tan vivo brota
  B R O T A
y se derrama,


¿Quién contra quién?    
El día que Nietzsche lloró, Irvin D. Yalom.
 
Entendemos muy poco, es nada
sabemos, no sabemos nadie
nada se tiene.
¿Quién hiere a quién?
¿Quién pierde a quién?
¿Quién se refugia en quién?
¿Quién dice ser quién es?

Descubrimos el infinito instante
incluso la desilusión es pérdida
-malgastada-.

¿Quién construye a quién?
¿Quién utiliza a quién?
¿Quién aprisiona a quién?

-Escenarios para sobrevivirse, soledades-.

Conocemos el nombre y nos es ajeno,   
midiendo fuerzas,   
dolorosa espina, fruto verde.

¿Quién provoca a quién?
¿Quién perturba a quién?
¿Quién duele a quién?
¿Quién asiste a quién?
¿Quién descarna a quién?

-Espejos donde se mira a nadie mirarse-.

Estalla la imagen contra el muro
pedazos de alma extinta
en el quebrado espejo.

¿Quién maldice a quién?
¿Quién debilita a quién?
¿Quién destruye a quién?
¿Quién divide a quién?

¿Quién abandona a quién
          después del soliloquio?

®América Femat


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