lunes, 20 de julio de 2015

Javier Gaytán presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (20 de julio 2015)


JAVIER GAYTÁN


Concierto para una mujer rota
Pervivo en mí,
en un cuerpo voluble que se quiebra,
herida acaso
por mi loca joroba silenciada
mi piel magra que toca desafiante
un luctuoso ir a costras por las calles.

Pervivo en mí —yesca— me contemplo
en la palabra que despierta ciega
y la coraza quiere despojarme.
Coraza o fuego de un rudo lenguaje
hasta exhibir espuela de vagina
                       rota a la que le da por escupirme
amorosa carnada para el mundo
que en fosa abierta instaura nueva ruta
y me deja lluvia rasgada           viejo traje
      incoherencia de herida escalofrío
pesimismo que escarba mi alma bruta
y renace batallas que ya había perdido.





En diálogo con Sor Juana

Este  que nace cuerpo adolorido
que de alacranes viste sus amores
con falsas calaveras da colores
y su azarosa trampa a lo vivido;

este, a quien la zozobra ha desprendido
de holocausto ya pinta los horrores,
y brotando de lengua ruiseñores
hablará de la loca y del jodido,

con un rico orificio despeinado
hablará flor en flor boca quemada,
de la piragua azul     Caronte errado;

y de una llaga que vacía helada,
es un afán de Cristo reventado
es cadáver, es polvo, es sombra es nada.

Tempestad

Después de haber leído a Jaime Gil de Biedman
tengo la verga bien parada
       en la boca añicos de mi hija,
y los mismos labios
      recogen la sombra
              de una madre
                    que nunca vino,
aunque le tenga un traje a su medida.

Desde que el hambre se desnuda cada noche
entre lobas y asesinos,
         queda el desequilibrio de una ciudad rota.

¿Dios, por qué en tu última cena
provocas
que nos devoremos a nosotros mismos?




Mi casa

Tempestad de presagios
sesga en hemisferios la pupila agitada
de la mujer  que aún  le teme a su rastro.

Tumba embarazada y sudorosa,
sentencia de sangre,
en cuyo principio Dios se prostituye
y preña al árbol apolillado:
antigua arca diluviana
donde se genera la brújula y su falacia
es el polvo,
la Tierra,
hogar cubierto por metáforas.





Los aparadores de mi alma

                                  In memoriam Félicien Rops

Barro la suciedad en tus ojos
y pinto siluetas en el arcón de la perra 
que sobre escupitajos de sal 
                         despelleja sus  vaginas rotas,
ríos de lobreguez,                
                                …y una monja perdida
se saborea los labios ante tanto falo rabioso
¿Cuántos vientres he quebrado?
Me divierte la botana de los pechos duros,
vieja bandera, mi padre
nunca supo hacerte un hijo.







Círculo

In memoriam Oswaldo Guayasamín
“Los niños muertos”


La sombra de una piedra llana
y transparente adorna tu epitafio
Virginidad de papel hoy es hojarasca
que se rompe en el lienzo blanco de la noche.
Mosca sobre la tinta roja de tu cuerpo,
jilgueros con picos de piedra o de acero
que rebanan tus dedos separados,
gusanos que se encuentran en las vísceras de tu desierto,
garras de buitres
en las grutas subterráneas de tu cuerpo.

Versos escritos en otro tiempo
historia de tu ocaso y final de mi deseo
La hora de mi reloj se borra
en la escritura fúnebre de una tumba.
Asquerosa piedra transparente
pasatiempo de mis horas,
ceguera de mis sueños,
conjugación inerte,
burla del firmamento que llora
con los pliegues de las hojas del calendario
que a su vez juega con la decadencia
del relámpago amarillento,
guerrero que maneja
grotescamente el cuchillo encorvado
recorriendo los segundos palmo a palmo.
El hacha corta
                           el filamento de los años,
me veo correr cavilando junto con el pesado
silencio de la época que se escribe
con soledad sepultada.
Escucho cada vez más los pasos
de apareamientos sobre mi tejado.





La noche en brama

In memoriam Vincent Van Gogh



Si yo pudiera
al cabo de estos veinticinco acumulados
correr y levantar   facultad de luna
en tus adentros
hablaría de ti
yesca previsible en el centro de mis ojos.

¡Ah          vanidad de escuincla
devoras cometas 
             en el interior de tus suspiros!


       si yo pudieras escalarte
al encender retumbos de amapola 
en incertidumbre como labios
pero tú olvidas
te ciñes a la patria de los nunca
como lengua braza de ardientes vampiros
como vaivén de llagas
transgresiones    tú olvidas
esto con un paso              un solo paso tierno
de animal titubeante
me renuevas en futuras bocas

luego huyes desnuda entre la selva
la sal o su insignificancia
más no es el soñar contigo
ni la madre paria
cuando me  mira entre las ruinas.
Lo que me fallece o me renace
es tu cuerpo dividido en porvenires
de tierra y aguijones de hambre.






Las putas

In memoriam José Clemente Orozco

Ya cortan los huevos
¿para qué quieren ellas, hombres  idiotas
que degeneran en gastados muebles?
¿Para qué?        Si risueñas y  torpes
  brotan con las palabras
que no dicen nada, 
pero clavan una espina en la esquina del silencio,

… y las manos, los pies, 
las espaldas  de sus vástagos
                                                    se alborotan
por saber quién los amamantará en tanto ciegos

Dios         bendícenos
con el látigo de tus alas,
en el atardecer
de incienso y oro,
las putas solo te ofrecen sus caricias de borrego.


En ruinas cupido

“Cristo muerto sostenido por un ángel”[1]
Antonello da Messina
.
¿Por qué, niña, ensartas mi corazón
en un crepúsculo de almas duras?
¿Por qué cuando tu piel
la encadenas a tu sombra tiemblo?
Agitas mar furioso
y después lo pulverizas en los jirones de tu cama.
¿Por qué quiebras
la nueva palabra cuando en un árbol transforma
a los javieres de leña que calcinan esperanzas
de alas rotas?

¿Por qué vuelves a despertar al hombre
milenario que apagas
en negra dulzura de hembra
cuando de laberinto siembras llagas
y mi tierra se esconde en tu hueso?
Brusca niña guarda mi bestia
en un diamante sin palabras.

Niña que vacía todo fulgor en tu falda de araña
que llueve tierra
y sepulta luz en el tuerto
que supura tanta costra

Niña vas entre el diluvio o la muerte
y siembras tu puñal en mi pecho
tu boca
clamor de un árbol que riega
a este perro que mueve la cola
al acariciarlo su amo

Soy renuevo de alas viejas que no se sostiene

Eres alacrán que huye al alumbrar mi boca
y yo no puedo negar que tu vida mató a la Tierra
que por amor me perdí vientre en esquirla hueca

Hoy eres sicaria de sombras
en mi niño fantasma.


® Javier Gaytán.






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