lunes, 20 de octubre de 2014

Ulises Paniagua presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (20 Oct 2014)

ULISES PANIAGUA


 Nocturno imperio de los proscritos     
(fragmentos)

Hemos nacido mudos vagabundos malditos
desde fétidas placentas que reposan  
bajo casas almacenes edificios
putas oficinas ovarios doloridos y dolientes
mazmorras mugrosas de simulada libertad.

Hemos emergido satánicos ciegos ácidos
ajenos a la condena que heredaron los
fiscales del mundo -injuriosas pústulas-
entre colegios cánones parcos y ortodoxos.

Donde expusimos antropófagos antropólogos
-preservadores del sacrilegio- tantos entendidos
nombres bajo la lupa de la contestación:

los Yahvés Maquiavelos Smiths escritores del best seller
cineastas de lengua tibia en ruda afrenta a los Wells
Langs Eiseinsteins y Fellinis de originales profundas
extremas tomas que formaron pensamiento.

Hemos puesto nuestras deidades de espaldas
las hemos apedreado con filosas búsquedas cartesianas
en la herida que desangran labias redes sociales
hemos desandado con rojas manzanas de ciencia
el intrincado laberinto de cables sordos e inútiles.

Nos sucedemos en esta pesadilla de cacerolas
conflictos aterrantes aviones novedoso ántrax
cavernosas elegías postales pavores de ricina
anchas carcajadas anónimas que entendemos por el aquí ahora:
esta granizada de odio sin sed, de sed sin odio.

Hemos nacido forajidos inmorales drogadictos
extraños hetero y homo sexuales aprehensivos oscuros
débiles creadores infanáticos lascivos
poseedores de la marca de incendiarios y homicidas
y por ello nos han fichado perseguido exterminado
rabiando entre holgura de fusil y tasas de crecimiento.

Y sólo nos han dejado el verbo con el cual hollamos bala
sustantivos que renombran a cada década la confusión del mundo:
guitarra óleo imago ánima gubia microtono armonía
y la perfección imperecedera de rostro y cuerpo.

Renunciaron a la ética, lo estético y la razón
autorizando la belleza sin por qué
la belleza justa luminosa inasible según Silesius
la fealdad hermosa que no admite falsos discursos
y esta envidiable repulsiva comunión con la muerte.

Sólo nos dejaron eso. Eso que la esencia de mundo
la probabilidad de mundo requiere…



Cruceros

Aparecen como truenos. En el cruce de cuatro vías, bajo el rescoldo de una puerta rancia, en los fumaderos de opio. Los reconoces por la soledad que funestos anteponen. Parecen alguien que no espera. Son gritos de luna, espasmos de estrella. Aparecen como aparecidos, con la redundancia implícita redundancia; te recuerdan que detrás del semáforo en verde alguien vigila. Son adornos, suovenirs urbanos, cajones de muerto que visten la holgura de las calles. Su honestidad es evidente, su incertidumbre aterra. Caminan o esperan, sentados o caminan; y los precede un rugido, un sollozo de viento.





    Lo tan negro que respira el Universo
(fragmentos)

Pergamino

                                    Aquí respira este conjunto de sucesos     pergamino que ensancha nanosegundos entre cuerdas del espacio    umbral donde gravita la conciencia     poeta en trago de palabras      puente que entrelaza décimos y vigésimos arcanos     semilla de lo vivo que juega a los dados con la muerte     deidad respirante y aburrida     tarot de futuro en retroceso     bestia que aborrece la singularidad dormida     silencio y grito al cubo    pared sin rasguño que abre hacia la sombra

                                    Aquí respira la proximidad del incendio     tuétano que propaga imperfecciones sobre profusa línea       que desvanece magnitudes     que retiene la sonrisa    el dolor     el estallido       Aquí permanece la inscripción del Universo    espejo que construye al segundo     lo finito     sombra que extiende a la séptima potencia     grito y silencio     pretérito progresivo      lo muerto que trastoca los sucesos que respira      Aquí el arriba    lo sur     lo tal vez    lo púrpura que engulle la mirada      médula que palpita espesura de atómico esqueleto:   

            Aquí se intuye     -en enfrentamiento-     nuestra dolosa rasposidad    contra la naturaleza del espíritu.


La pastura de las horas

A qué suena la pastura de los días, dónde gruñe el amor de una oficina
qué rememora el desliz de una persiana
el desplome de una hoja
la nerviosa exhalación de un pabilo

Cómo gravitar un hoyo negro

Cuándo besar la saudade, el advenimiento de metáfora
cómo suplir el tacto del crimen
el canto de un ronco mirlo
el brote la sonrisa un mullido vientre

Dónde intuir la ventisca del poema

A qué saben la privación o la risa, la lumínica memoria de quien se ama
el dócil velo de una tarde con lluvia
un musgoso cantar en parto de rosas
la ofuscación de armonías sobre el piano

Dónde alcanzar la densidad de la atmósfera, cuándo descifrar
la libertad del oficio, el holograma del abrazo, la huella
en el espectro de sol
la calma   la antimateria    el espíritu

Cómo degustar la carne de las horas

Cómo palpar la presencia del relámpago
Cuándo alcanzar lo que no se suple
y dónde nominar
aquello que no se toca.


Respiración y paquidermo


Puedo palpar la respiración del soñante:
qué de frágil eterno en sus rompientes encorva
cómo florece el aleteo de lo negro    la proximidad
la cándida amenaza que peina al imaginario del coloso

Dentro de su diafragma de agua    la muerte y la ilusión
afelpan  yerguen  rugen con persistencia
relámpagos de sal esperan un guiño de luna

El orbe transparenta fósiles laberintos
acuosos huesos de paquidermo embestido en cada oleaje

Y las boyas y los barcos
en su sábana extendida
se vuelven incandescentes focos que dictan armonía

Silencio  Vigilia  Silencio   
El soñante respira
La eternidad responsa en el sonido de una playa

Silencio   Asciende   Desciende
El soñante cae los párpados
en busca de una hembra con estola de tormenta.


      Ronco Canto Luminoso
(fragmentos)

Uno es el ojo de sí mismo
es la vigilancia  y la libertad sobre el precipicio

Uno es la boca y el culo del universo
espiral que confluye hasta el ombligo del sueño
Uno es el sueño

Uno es el ojo del universo
y es ése que es observado por el ojo del universo
Uno es y no es el ojo
Uno es uno y es todo y es la baba del todo

Uno observa      
contempla  y es contemplado
Uno es el universo que implosiona aspira y exhala
al murmullo de un remo
filando las aguas sobre un adormecido
estanque de lotos.

El poema es el tigre     
                                   
ese tigre que enluta el hielo
más allá de sangrientos pulmones
hinchados de metáforas

El poema es el tigre que tritura las imágenes del aire
Es ese goce de fauces entre lumínicos o romos versos

El poema son las zarpas sobre el musgo
el salto entre abrojos
el rugido que repite el eco figurado

Es hígado de lo que quiere pero no alcanza
La mirada que toca la noche y se extiende hacia su centro
Lo imposible en su agitada existencia

El umbral               lo turbio presente
La intuición           aquello que no se menciona en la albura

El poema es el tigre blanco que se interna en la entraña de la nieve.


Ven,
acércate a la ventana
                  ¿puedes oler el vértigo?
                           el aire es un filo estático que revienta los ojos
                           el abandono descompone fractales en lo aborrecido

Aquello que miras es un campo de mandriles asesinos
                           Y la mujer del panadero ha tatuado un demonio
                                                      en los más hondo de sus muslos 

Ven, acércate más
                           escucha rugir a lo siniestro
         Ahora,
                            ¿quieres intentar el salto?



Paranoica posmoderna


Nadie hablará por ti
con la transparencia del agua

Nadie hablará por ti
si no ladras con intereses

Todos esperan arrancar las uñas
al cadáver de tu respiro

Los buitres de la abundancia
quieren reñir en tu esqueleto

Sólo queda cantar
cantar  con la más profunda trasparencia
de lo aborrecido.

®Ulises Paniagua


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