lunes, 24 de febrero de 2014

Joana Medellín presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (3/03/14)


JOANA MEDELLÍN

Aquí el link del programa completo:

Mi rubik

Estoy llevando mi vida
a las más intrincadas cosmovisiones.
Me siento encarnar
en un tumor de pétalos muertos.
Hundiendo los dedos en la melcocha de mis arritmias
mi coraje tiembla como pupila frente a un estrobo.
Me sentaré a ver cómo el tiempo desmantela corazones
porque aquí en la nada estoy yo
y mi voluntad se enguanta tenazas
mi necedad es un cangrejo trazando paralelos horizontales,
haciendo brea la sangre
pues nunca le enseñé a mis manecillas
el electroshock que escandaliza el aire.
Mis muelas mastican el desfile de segundos suicidas
para devolverle oxígeno a lo exangüe.
Repetiré mi nombre: Joana y nacerán luciérnagas
curvando con su vuelo una cúpula erigida para mí, Joana,
por no temer pronunciar esta médula de parálisis.
Todo es espiral naciendo de mi asma, y me queda claro:
lo perpetuo de este instante
es la basura mental de nuestras mentiras confortantes.
A cuchilladas someto el futuro,
hay que escupirle en la cara para calmarlo.
Tengo que arreglar el rubik de mi cabeza,
salivar arena,
tengo que agitar con vuelo colibrí mi materia,
llegar a la ruptura del vórtice, digo, del vértice,
de mi cubo enigmático que se yergue como espejo mutante
y todo lo que queda
es el atado ridículo de mis emociones,
parvadas de elipsis temporales.
Tengo que arreglar el rubik de mi cabeza,
buscar de dónde viene esta eclosión,
cabalgar caminos de lentejuelas,
hacerle injertos de cometas a mis vísceras
para que luzcan bonitas y no haya asco de palparles.
Tendré, de una manera u otra
que resignarme a la pateticidad de la suerte,
a la variación polidérmica de la fauna que me crece
del pelo y las uñas,
extensión última de mi territorio corporal.
Tendré, que adaptarme al grito nebulosa que me trepa la garganta
y dejarlo correr para enredarles en las orejas
mis más entrañables galaxias,
porque mi única gracia ha sido menear la pluma
como ganso en vuelo cuando cambia la estación
y el horizonte siempre yéndose
me deja en la misma incertidumbre que las monedas del i ching
que el tarot, la borra del café o la cirugía minuciosa de mi alma
cuando todo mi Yo se espuma
en el instante que rompe la hora de mi cordura.
Tendré que pulir las garras con la propia carne.
Llorar los ojos por los lagrimales de una flor
y sentenciarme al cadalzo de mi propia dirección.
Será necesidad, entonces,
asumirme bruma enronquecida, corona de espinas.
Y enrojecido el espasmo contráctil de la locura,
colorear de contradicciones las entrañas de los académicos
llenarles de llagas la voz
y quemarlos en la lepra de sus propios juicios,
el canon será borrego para almorzarlo en barbacoa;
porque ya no quiero preguntarle a la RAE si lo que escribo está bien,
porque no digo para ser gramatical.
Digo porque tengo una nebulosa
que se extiende en un grito:
AUUUUUUUUUUUUUUUU
casa de fantasmas sin casa,
olvido de aceleración orgánica,
casa de mí misma cuando respiro                       
(EXHALACIÓN)
Tendré que detenerme…
a sabiendas de que el mundo no para
y que el nardo crecido en mi cabeza también se llama entelequia.
Tendré que organizar los carbones del ánima.
Tendré que arreglar el rubik de mi cabeza
tendré, tendré, que hacerlo todo una bolita de magia
para alimentar a esta mujer flaquita
que por vocación sólo sabe gritar:
AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU



Falla generacional
A los poetas locos de mi generación.

La otra noche jugué a contar pesadillas
a nombrar los colores que las unían a mi arcoíris
en un relámpago de arena
perdí la cuenta
el collar se cayó desbaratado entre mis piernas,
transformado en cardumen de burbujas escalando cual salmones,
decidió treparme hasta encontrar un túnel
y tejerse en mis semillas.
Esa noche decidí no tener hijos.
No tener problemas para decidir nombres,
No tener problemas para saber educarlos,
No tener problemas para exigirles ser alguien, buscar algo.
No tener problemas, ni puntos.
Pero escribí:
Garabatos macizos y frágiles tiñeron el papel
enramadas de horizonte y cicatrices,
pesadillas collar burbuja manchando la hoja.
Comienza de nuevo la cuenta larga:
Uno,  y conozco el orgasmo que pulsera se amarra a la mano.
Dos, mi pareja es ceniza en una urna rosada
que se empolva la cornisa de mi llaga.
Tres, habrá que recuperarse de las derrotas
clavando la raíz al cielo.
Cuatro, los puntos cardinales refractan mis emociones,
el centro es una nube.
Cinco, mis pies encuentran voluntad de espino
y clavan su torcedura al aire.
No hay tiempo de seguir contando,
torbellino los recuerdos nos transforman
torbellino el futuro es una migaja de fracaso
frente al ocre fuego fatuo
del oscuro amanecer.
Esa noche decidí no tener hijos
pero escribí y me arrepiento, he nombrado,
he dado a luz la luz y no la he educado,
mi vibración marítima, mi búsqueda fáustica del mundo
se va caminando sin norte;
qué puedo exigirle si me trago el tiempo
como cocktail en la borrachera
y ya peda confesando le digo:
Luz mía, vibración mar.íntima, medusa fáustica expansiva,
he nacido en el declive del imperio.
El horizonte nace de los bolsillos de los rascacielos.
Mi madre me parió en un infarto.
Estoy sentenciada a la estaca y no la pluma.
Las golondrinas huyen de mis versos.
Llevo más arrugas en la calma que las estrellas asteriscos en su trazo.
Soy de la generación de los noventa,
sin herencia,
mi hogar es la lágrima del mundo que rueda y rueda
carreta de lagartos desbocados,
imantación del contraste y algarabía.
Soy de la generación de los noventa y nos estamos incendiando.
Ondeamos vaporosos como la devaluación del peso.
Somos siempre linde
de nuestros más pulcros y dolorosos encuentros
nacimos de las esclavas de oro
que regala el universo a la luna para ataviarse,
y del anillo hoyo negro
que nos divorcia  de la esperanza marchita.
Tenemos los puños rajados por pegarle al sol.
Con la frente sibilante y la sonrisa de metralla,
nos dedicamos a masacrar a la gente:
Somos poetas.
¿Quién les dijo que la poesía era una palmadita en la espalda?
¿Quién les dijo que venimos a decirles la verdad?
Nuestra boca humeante
puede recitar si acaso, zancadas vagabundas
pasos que siembran el camino de pirita.
Nacimos en la piel de un siglo que se acaba
y el principio de uno que es gargajo en el alma.
Pero seremos recordados
por tener miedo y ser adictos,
al baile que es iris en el pecho de una supernova.
Es terrible, hijo malcriado mío, texto errabundo,
confesarte,
que seremos ésto y sólo esto
escritores recordados así,
bailando foxtrot
en nuestra pista de psyco.





Senderos
1

Timbales percuten en las orillas del mundo,
lagunas tejen limbos
en las costillas de los mares
y mis ojos,
ruedan como perlas desprendidas
del collar de la coincidencia:

De mi boca nace humo
que como la selva a mis espaldas
tiembla
herida por la estrella que cárdena
arde como brasa sobre el día,
acaricia los senderos
y tuesta el canto de los pájaros,
que navegan de rama en rama
haciendo orquesta aérea.

Dejo en los lunares del jaguar mi espera,
mi cicatriz cardiaca en los anillos del tronco
y una pupila
en el veneno del chech’en.

2
Avanzamos junto a la linea blanca
aviento la mordida que cortó mi uña
a la bóveda que nos parpadea nubes,
nos encuentra de frente
prendida al hilar de sus hermanas radiantes,
se derrama amarillo cuna
en la negrura del mapa que nos ruge.

Mecidos por el vapor de la península
llegamos a la plaza del pueblo
latido de pinole,
canto de jut jut.
El mundo sigue la ruta circular de las piedras
pulidas por la sangre del mundo
pocas bocas sonarán
como el zumbar de un enjambre de mosquitos,
susurros de la piel que arde,
hambrientos de memoria
hambrientos de kilometraje.
3
Un brote de turquesas florece en el agua
que barro abajo,
arrulla algas con el susurro
de una historia desmantelada,
con el secreto de las piedras verdes,
con la lengua que enrosca
el maya así como al universo
y su enunciación primera.
Roca labrada para hacer montaña,
cuentas la historia de las estrellas
crecidas a los pies del piich,
reflejos pluricolor
de las alas-avispa
de las patas-hormiga
de mis falanges-raíz
hundiéndo los misterios de mi voz.
Laguna, cascada, río, mar.
Laguna, cascada, río, mar.
Los timbales crecen corazón del tiempo
en el ombligo de la tierra,
en mis piernas de arena negra.

Reúno en las hebras de mi cabello,
las imágenes nacaradas
de mis perlas rodantes.



®Joana Medellín Herrero

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