jueves, 13 de febrero de 2014

Jaime Martínez presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (17 Enero 2014)


JAIME MARTÍNEZ

Aquí el link del programa completo:

Epiciclo
                                                                             
I
 ya te había dicho con erotismo verbal,
con apenas palabras pronunciadas,
que te acercas y te vas dilapidada , maltratada

 cuando  otra vez te acerques,  te  procuraré
te apuñalaré  con música no expresa
 como el piano  a Chopin  y viceversa
 sacudiré el trono dónde estás  balbuceando
 gimiendo como palmera

parece  ser que este epiciclo ya lo había vivido, erguido, pensativo
ya me lo había contado el diablo en un pentagrama satánico
ya sé  que  no te gustan estas palabras pues eres muy católica
prefieres Santa Virgen de la Concepción e  inmaculada
p ara ti la crucifixión es súbita y  mística,
 para mí…
es un perro a la que le aviento una croqueta de vez en cuando

como buena católica me ardes, me adentras, me solmenas
 me queman tus flemas verdes en paralelos cercanos,
como la universalidad le da nombre a  los socráticos
y las  brillantes imágenes a los hiperbólicos

II
 ahí viene el embutido recuerdo en la tarde de Sol  
tus vitalidades de verano  en San Rafael
que sigilosamente  nos   enfangaron, nos  glorificaron
recuerdo que te decía: Matémonos zirconita  
déjate  matar,  eres la bendición, la  ola y espuma
la colilla y  ceniza,  matémonos, uno al otro… ¿va?

nunca tuve un diario para registrarlo
 ni tampoco monomanía de hacerlo.
no  forjé un dibujo de  Alma tibia
ni un espacio de ese momento
Sin embargo…
empecé a leerte y escribirte un libro
quise hacerte una vida como oveja al matadero
para que no dependieras de nadie



III
ya estoy viejo  para el epiciclo, algún día dejaré de beberte
porque  deseo una niñez lucida, con ganas de destapar mis juguetes
como una chinche  imprudente oprime al gozo
porque soy tan pobre como el patio donde jugaba carreterita


 hondura al  viaje lunar como galos en la vecindad, te decía
ya no puedo esperar a desvivir el mundo de  aire desvelado
voy a salir de  este  viaje de subasta,  a puño y beso limpio


he sobrevivido a espacios anecdóticos  con caguama y tequila
ahora en tu cama nos desayunamos nuestro noviazgo
intermitentes victimas germinales en cada orgasmo,
cada gramo de vehemencia  tuya trasmite necesidad
 de irme lejos del fulgor de tu cuerpo,
para  al fin y al cabo regresar,
siempre regresar.


Oscilaciones



El telón desaparece, eres espacio para observar,
tus pechos son monumentos que se erigen ante nosotros,
son como ventanas que dejan ver tu intimidad,
ofrecen espectáculo, pero al mismo tiempo nos lo alejan.

Tu vagina es metáfora del sol al incendiar la tarde.
Tu cara oblicua, elección de estados anímicos.
Tus ojos son oscilaciones de seducción y desengaño.
Tu lengua es melancolía entre el ser y el parecer;

mientras el vino cambia tu rostro y acaba por borrarlo.



Orange Crush



Di un gran despeje. El balón salió disparado hacia la azotea de la vecindad. Fui por él entre zapes y mentadas de madre de mis compañeros de equipo. El balón estaba incrustado entre los tanques de la señora Nicolasa, mamá de Luisito; un niño bajo y delgado, al que siempre le pegábamos por ser el que tenía los mejores juguetes de la vecindad (también por ser el más educado). Doña Nicolasa vivía en la única casa de la azotea. Cuando me acerqué por el balón vi entre las cortinas de su ventana, cómo se besaba con un señor. Un hombre que nunca había visto por la vecindad.

Eran largos besos. Después de un rato, se separaron. El hombre comenzó a besar unos pechos grandes. Pechos expuestos con los que jugueteaba el hombre. Los lamía y después los apretaba contra su cara. Su bigote espeso los iluminaba. Con un movimiento torpe y brusco, Doña Nicolasa le quitó unos pantalones azul claro con el logotipo naranja de la “Orange Crush”. Al mismo tiempo, el repartidor de refrescos la despojaba de sus calzones. Calzones grandes, que le quitaban belleza a sus firmes y redondas nalgas, sensualidad bienvenida al momento de la estocada. Como si cargara tres rejas llenas de refresco “Orange Crush”, la cargó de las nalgas. Parado, la cargaba y la embestía abriéndole las nalgas. Doña Nicolasa, quedando de frente a una imagen de la Virgencita de Guadalupe, la miraba. Era como si se mofara de la imagen. Como sí se burlara de ella misma. La introspección fue interrumpida sorpresivamente. Ahora el bigote del repartidor de refrescos estaba en las nalgas de Doña Nicolasa, recorriéndolas hasta llegar al clítoris. Pude sentir como los bellos de su pubis se le erizaban. El repartidor la puso en una nueva posición, encontrando sus nalgas de frente. Cuando más rápido la penetraba le dijo: “me voy a venir”.




—No te vengas puto, no mames, métemela más -—le contestó Doña Nicolasa. Y después el orgasmo.

Pinche orgasmo, eres contradicción, sólo eres un vínculo. Orgasmo que tienes la dádiva de volver sensible el egoísmo, ¡eres perdición!

Mi pensamiento fue interrumpido con una patada en el culo, que durmió toda mi columna vertebral.

    ¿Por qué no contestas, pendejo? ¡Te estamos gritando! ¡Ahora ya no juegas, por pendejo!

Las lágrimas me brotaban, causadas por el dolor de la patada en el culo, mientras se retiraban con el balón. Cuando volteé a hacía la ventana de Doña Nicolasa, las cortinas estaban cerradas. Nunca más se abrieron.


®Jaime Martínez.


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