lunes, 21 de octubre de 2013

Elizabeth Llanos presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (21 de Octubre 2013)


Haz click en el link para escuchar la entrevista completa:
http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/index.php/palabras-urgentes/14842-elizabeth-llanos


I. DESPERTAR

En el fondo sigo siendo una niña que cree en príncipes azules. Aunque después de lo vivido he llegado a la conclusión de que los príncipes de mi edad son verdes y hay que esperar a que maduren. El problema, si se le quiere llamar de esa manera, es ese: el tiempo.
Ora puedo estar olvidada en mis múltiples ocupaciones laborales o absorta en lo bello de ver crecer a mis hijos. Ora puedo estar al borde de la depresión añorando unos brazos que nunca me acurrucaron ni me protegieron de mí misma. Ora puedo estar sumida en la evasión o en la negación que producen mis problemas financieros. Ora puedo estar enamorada… amor, palabra tabú de mi diccionarios personal. Mi status quo es estar enamorada.
Amor y tiempo deben mezclarse como dos elementos químicos peligrosos que intoxican hasta lo más sólido de nuestros huesos y hacen llorar en silencio a esa alma que espera el par que nunca llega y, cuando el cuerpo duerme, sale a pasear nocturna lamentándose de su infortunio y su soledad inentendible.
Mas no es masoquismo ni rendición tampoco… mucho menos costumbre; pero en varias ocasiones llega al paladar ese sabor dulce que provoca estar sola.
Estirarte toda en tu cama sin que te estorbe nadie, ser dueña y señora de ese imperio femenino llamado cama.
Cocinar lo que te venga en gana: que si estás a dieta, verduras; que si tienes angustia, muchas harinas y, en caso de estar al borde de un lapso sicótico, cocinar clavos, alambre de púas y veneno para rata. Total, los cacharros de la cocina pueden esperar un mes, hasta que la alegría de despertar viva otro día más te obligue a sonreír para tus adentros y recomenzar esta amable aventura llamada vida.
Conquistar de nuevo el cuarto de baño libre de salpicaduras en el inodoro que ha sido causa de traumas sicológicos escasamente superados por el género femenino. Monopolizar el uso del reproductor de discos compactos, dejando fuera la música de Los Terrícolas y Los Temerarios. Y la madre de todos los dejos independientes habidos y por haber de la fémina absoluta: el guardarropas. Fuera disfraces de beatas reprimidas. Bienvenidas sean las faldas cortas, los hotpants, los pantalones ajustados, los minivestidos y toda la innovación y atrevimiento estéticos aplicados a la alta costura.
Sí, la libertad y la plenitud son hermanas gemelas idénticas, confundibles por el observador inexperto, ninguna se estorba ni se envidia, simplemente se acompañan.
Pero regresemos al tiempo. ¿Qué hacer cuando el tiempo transcurre sin presentarte lo que deseas? El primer punto no solo es saber lo que es deseado, sino, cómo saber si se cruza en mi camino lo que espero.
Intimemos.
Después de paladear las mieles de la ausencia del sexo opuesto, dominador, invasivo, futbolero y con espíritu de luchador… pero de lucha libre, no de revolucionario...
Dicho en cristiano, después de vivir sin un hombre en mi casa y en mi vida, retomo que mi tiempo se ha regenerado y dentro de ese proceso de reflexión, de hecho siempre ha estado allí, el concepto del equilibrio.




II: COMPLEJO DE EDIPO

Mexicanos necios que acusáis a sus mujeres sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis, no os manchéis, ya no maméis y no acechéis a las féminas que a su lado veáis pasar.
¡Confiesen varones! ¿Qué oscuros pensamientos proyectan cuando al par de piernas objeto de su deseo tratan con esa frase tan mediana de ¡mamacita, qué buena estás!?
Mejor no confiesen. Dejen que imaginemos que esa expresión baja, más bien responde a una ofrenda verbal de respeto y veneración, reconocimiento a su sabiduría y deseo de exprimir sus conocimientos, que, además, enriquecerán nuestro intelecto y nutrirán nuestra vida de sobremanera, para que cuando nosotras, respetuosas mujeres, veamos pasar un espécimen masculino de no malos perfiles, le digamos con los dientes apretujando el labio inferior de nuestros deseos: ¡adiós, papacito!
¡Caramba!, favor de distinguir la diferencia.
Esa expresión no responde a ningún complejo de Elektra ni nada parecido, a ninguna proyección o deseo reprimido. Nosotras no somos así.
¡Adiós… Dícese de la expresión fática donde comprobamos que nuestro contacto es respetuosamente fugaz y desinteresado.
…papacito! Muestra de respeto ternuroso que nos transporta a nuestros tiernos años de infancia, cuando papá era sinónimo de súper héroe.
Y si todavía alguno de ustedes osa en dudar del por qué la expresión verbal va acompañada de ese aprisionamiento del labio inferior, es porque si cualquier pensamiento no casto se atreviera a cruzar por nuestra mente, el dolor expiará esa tentativa de pecado cual silicio purificador.
Existe, obviamente, una variación femenina de este respetuoso piropo femenino hacia nuestras contrapartes, el consabido: Apachurro, papacito!!!


Apachurro… refiérese a la parte más valiosa del hombre, aquella que ponderamos las mujeres sobremanera, por la cual germina un caudal de pequeños tesoros que enriquecen y optimizan nuestra existencia femenina; esa parte ponderada e insustituible que ningún hombre puede prescindir ya que su valía viril correrá peligro; esa parte por la cual las mujeres perdemos algo más que la cabeza, esa parte, señoras y señores, niñas y niños, se llama cerebro. Apachurro… dícese a la imperiosa necesidad de exprimir su cerebro y lamer las brillantes ideas que brotan de su interior… Caramba, mejores piropos para un ser vivo no pueden existir. Las mujeres sí que sabemos estructurar piropos apropiados, respetuosos, motivadores y que se han convertido en unos verdaderos clásicos del halago de las mujeres para con los varones.
Este par de piropos son el Cadilac y el Roll Royce de las frases que elevan la autoestima masculina desde el inicio de los tiempos.
Así que, señores, provoquen su imaginación, cultiven su creatividad y diversifiquen sus piropos para hacernos sentir más bellas de lo que ya de naturaleza nos viene. Que de esos hombres creativos quiso Dios desde el Génesis, no en vano somos creación divina y a las mujeres se nos nota más, o ¿qué no?


®Elizabeth Llanos.



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