lunes, 12 de agosto de 2013

Adriana Tafoya presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (12 de Agosto 2013)

ADRIANA TAFOYA
Este es el link de la entrevista:


Los cantos de la ternura
  El amor odia todo lo que no es amor
Honorato de Balzac



(0)

Tengo que dejarte
     cerrar las puertas de la casa
a diecinueve pestillos
los portales de mi pecho.
No pondrás un solo pie
                  en los jardines,
estúpido retoño.
Da un paso
y arderá el bosque
creceré fuego
en el jardín del odio
tu planta será ceniza
porque árbol, selva y jardín   son míos
porque casa, fuego y ceniza
me pertenecen.
  


(1)

Te abandono.
lamento recordar
       que amamanté tu hambre
y aún, te sostengo
en los brazos;
que mis dedos son el compás
que dio origen a la forma.

                  No debí radiar
y obsequiarte el colibrí dorado.

                  No debí radiar
       y concederte la palabra.

Apagaré la luz
para que no me encuentres.
Cicatrizaré la grieta del suelo
donde florecen mis canarios.
Nacido ciego
creíste ser el primogénito,
te equivocaste.
Tú no gobiernas.
El dominio soy      Yo




(2) La orquídea de la elipse

Te rechazo,
aunque te descalces incluso
                  del cuerpo.
Estas columnas no penetrarás
aunque el odio sea
aire fresco
que levante mi roja falda
y te permita oler el rubor
                  de la carne,
su seda que parece dormida.
No te mientas.
Cerrado se mantiene todo umbral.
Creíste ser elegido.
Te equivocas, pequeño.
Soy para los hombres.
                  Soy todos los hombres
y siempre formaré alguno para mí.

No te engañes, no soy virgen
los hombres no me son ajenos.
Tú eres niño
es ese tu lugar
en el que derramo mis gorjeos
y donde con violencia
       se aprietan las flores.


(3) El sueño ha cambiado

Camino sobre el fuego
no sobre las aguas                                      pequeño mío
por eso siempre necesaria
      para ti seré
y cada vez
que asesinarme intentes
me verás brillar en los ojos
                  de tu víctima
de la nueva, de la otra            
y en la siguiente mirada muerta
radiante otra vez.
Nunca estoy indefensa.
A donde vayas
todo te recordará a mí
          y en todo verás la tierra.
Irónico será verte
jugando al tigre
      con un mechón
                  de mi melena.

Atrancaré las ventanas
de tu mente,
y no tocarás el himen del espejo
no escupirás tu semen en mi cara
no podrás cortar la cabeza
del dragón.



(4)

Me alejo de ti
como quien se corta
un brazo virulento,
un poroso puño
   o la mano mordida por el sol.

No consideré que mataras mujeres,
no anticipé que sangrarías
                  a tu hermana
nunca medí que tomaras
al mundo     al universo
         como una propiedad.
De haberlo sabido
por compasión, tiernamente
te hubiera arrancado                                                         con un cuchillo
                  de mis entrañas.
Corto este puño que se funde
        manos ansío nuevas
pequeño vástago   
                                   debes morir.
Extingo mi sol,
borro los lunares de tu piel.


(5)

En verdad creías
                  ser el infante
que al roce de su mano
el objeto se doraba.

En verdad      creíste, hijo
que en tus manos se escondía un trozo de sol.
                  Ni converso en tigre cruzarás el brillo
la argolla:
gota de fuego
     de mi oscuridad.

Duele vivir sin ojos,
Midas ingenuo,
si deshago el nudo,
     desaparece la idea:
las rayas, las hebras
los mechones
de mi azul-dorada infinita                                      cabellera.

Ni te amo hijo ni te odio,
        esto lo hago indiferente
y morirás antes que la flor
        termine de brotar.

  

(6) Cremar las mortajas

Hoy, niñito sucio,
aún perfumado estás
de mi orina.
Y tu padre, el hombre Bacchus
no es Amo, ni en su verbo Amar
(en ti, junto contigo
    el mundo de este sueño
será borrado).

Estoy despierta
para crear otros seres
y concebir para ellos
nuevo dolor.

             Necesario es arrancar mi cabellera
         al hombre;
romperle su aro de fuego.
Contigo terminará la historia.
Otros amados nacerán,
                  pero hombres
                  ya no.


(7)Vuelo menor

Te enseñé que no hay verdad
incuestionable.
                          Asumiste
que la Tierra y yo
somos la forma predilecta
                       de tu cerebro.
Te alumbré con el vuelo del pájaro,
te versaste    en el aleteo
de los insectos
                     en volar cerca
de una lámpara cual si fueras
       pelusa que arde
cáscara de fuego
        de un oxidado sol.
                  Con el índice te apago
     
      soplo el tizne          solar.



(8)

La muerte de un hijo
                  paraliza el cuerpo
       reseca la lengua                 
sangra los oídos
              me dicen, duele
de noche
el agua se quiebra
humedece los cabellos
     y el territorio se hace lodo.
El dolor golpea en el vientre,
me dicen derrumba cavernas
y derrama los pájaros,
lágrimas rojas que sostienen al cielo.

Matar un hijo, comentan    
lastima demasiado
       y la culpa te convierte
en rata enorme al fondo
de un basurero.
Sientes te apedrean,
                  te meten un filo
desde la argolla de la boca
                  hasta la argolla del ano
y después cortan tus pechos.
Se siente                   dicen
que un mazo te destruye
                  la cabeza.
Yo
madre de rostro negro
ser de cenizas
guardo mis ojos


                  y no siento nada.



(9) El desmoronamiento
            de la carne


Igual que por la mañana
—un día—
se esfumará la sortija del cielo,
                  igual me iré,
      y conmigo la forma
      de las cosas.

Puedo esparcirme en llamas
moler todo en ceniza
toda yo molerme
en negrísimo polvo y ser intangible
—veta pura de la flor que arde.
       La materia será nada, nulo       
        será tu aliento,
  y todo se irá a donde no soy
  a donde nadie pertenece.
Fina punzada en ningún sitio, resucitaré
                  en el minúsculo corazón de un pájaro
en el mundo de mi otro sueño
donde la tierra sin ancla
viaje en una órbita
donde el día en siete parejas
                  de soles, alumbre
y donde luna sea su lengua
      y los seres   se animen
      de un calor terráqueo.

Quizá estés ahí
y hermoso sea
que no te llames hombre.
                  Entre todo lo creado
será una hermosura esta inmensa isla de trigo,
        cuando nadie te nombre.
Cuando Nada    te de nombre.


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