lunes, 27 de mayo de 2013

Mónica Soto Icaza presenta en Cada Quien su Boca de Palabras Urgentes (27 de Mayo 2013)

Mónica Soto Icaza

Aquí el link de la entrevista completa:



HOY ME PIDES VOLVER a ser trapo de cocina
cuando de nuevo soy vestido de noche,
quieres de vuelta mi sonrisa cotidiana
cuando disfruto convertirme de nuevo en
endorfinas.

Sí, extraño ser la esposa del prominente
empresario
el ama de casa que conoce de ligueros
pero también remienda calcetines,
la profesionista que la gente envidia
por lo resuelta que tiene la vida.

Hoy ya no estoy segura
de que seas el último en penetrarme,
ni de hacerte la cena cada noche
como si fueras a morir mañana.

Hoy sé que otros hombres son capaces
de apreciar el brillo de mis ojos,
de hacer poesía con el largo de mi pelo,
de provocar eco en mis suspiros.

Hoy sé que con un orgasmo
no se escurre la existencia.

Hoy sé que un orgasmo
en la persona equivocada,
diluye familias enteras
y hace escapar
la dignidad.





MIS MARTES SOLICITAN dueño:
busco a un compañero para practicar
la danza del vientre en su cadera.

Deberá ser un hombre que crea en la magia
para comprender a mis dedos
cuando se multipliquen por cinco.

Otro requisito es que sepa jugar al mudo
no me importa ser la primera, décima
o su mujer número 60,
quiero creer que mis caricias
son las mejores de su vida.

Mi hombre/compañero será halcón,
aroma de café tostado,
cama recién tendida
y silencio listo para tocar una primera nota.

Se reciben candidatos
los martes de nueve a una,
los demás días de la semana
seré artífice de mis propias historias,
mi propio colibrí.
 


RÓBAME ESE BESO que me he negado a darte
arráncame el vestido como si fuera un accidente
succióname cual helado al fondo del cono
provócame esos tres orgasmos que me debes.

Vamos a escribir juntos crónicas secretas
donde el héroe termine siendo siempre un delicioso infarto.

Vamos a inventar un código secreto para amarnos
donde beso, abrazo y hacer el amor signifiquen lo que nunca imaginamos.

Yo no necesito promesas de eternidad.
Lo que yo quiero es una cama temporal,
un lugar para soñar mientras todavía haya sol,
entre semana y en horas hábiles.




UNO DE ESTOS DÍAS EMPEZARÁS a extrañarme
te arrepentirás de errores
despertarás en las madrugadas con la almohada empapada en llanto.

Uno de estos días
vas a amanecer con la imagen de mi mirada
te levantarás de tu cama y me verás en todos los reflejos
mientras te lavas los dientes
mientras conduces hacia casa de tus padres
mientras buscas en otros ojos el amor que era para ti.

Entonces te darás cuenta,
y rogarás al cielo que esto no sea un conjuro
porque sabes de la fuerza con que invoco
pero en mis ojos ya no cabe la inocencia.




Ama y Dueña de Mí


Desde hoy, me doy cuenta que así como me pertenecen mis tristezas,
también me pertenecen mis bendiciones.

Desde hoy, decidiré cuándo llorar por ti,
sabiendo que puedo disfrutar de mi tristeza
sin remordimientos.

Desde hoy, decidiré cuándo reír por mí,
sabiendo que puedo disfrutar de mi alegría,
también sin remordimientos.

Desde hoy, viviré mis días como dueña de mis emociones, abandonaré el traje de víctima.

Desde hoy, regaré mis momentos con agua de belleza y lluvia de gotas mágicas.

Desde hoy, soy Ama de mis circunstancias
y Dueña de mis pensamientos.

Desde este momento, Soy Ama y Dueña de Mí.
Desde hoy y para siempre.



VESTIDO DE NOVIA


A los 21 años imaginaba el día de mi boda. Siempre que veía un vestido de novia en los aparadores de las tiendas mi mente volaba hacia el futuro día más feliz de mi vida. Me encantaba contemplarlos y escoger uno. En diversas ocasiones decidía cuál me gustaría usar pero cambié de idea  muchas veces. Un día tuve que elegir al fin uno de ellos: era el vestido de novia de mis sueños: blanco, entallado, con una crinolina enorme y hermosas flores bordadas a mano. No recuerdo bien la cara de mi novio, creo que mi único recuerdo de esa boda es mi preciosísimo vestido blanco. Me ha sucedido lo mismo nueve veces.
Supongo que he desarrollado una manía por los vestidos de novia.



CRISTINA


Quería escribirte un cuento, pero recordé la imagen de ustedes dos en un porta retratos de tu recámara. Llevábamos tres días de novios y todavía estaba ahí: restregándome en la cara su relación de tanto tiempo. Una hora busqué inspiración, caminé, escuché música, leí poemas de amor. Al fin mi pluma te escupió una mentada de madre.



¿MANDE?


Un viaje largo en taxi con los hijos pequeños de su hermana. Después de dos horas de regaños, gritos y peleas a ella le sorprende cómo el conductor maneja con toda tranquilidad, incluso hasta le sonríe por el espejo retrovisor cada cierta distancia. Cuando Raquel ya no puede soportar un segundo más el escándalo, toda la tensión acumulada durante el camino sale disparada en forma de carcajadas: detrás de la oreja del taxista se asoma un pequeño aparato de sordera.




EL DIARIO


Escribo esta noche para conciliar el sueño, pero en vez de lograrlo, mi mente inventa palabras nuevas para narrar experiencias viejas. Ahora entiendo por qué algunas personas escriben un diario, es cansado recordar los días cuando ya hay un humo de años sobre ellos, las experiencias acumuladas van haciendo insignificante a la cotidianeidad. Cuando escucho hablar a una persona mayor me doy cuenta cabal de eso, para ellos treinta años se resumen en unas cuantas palabras, pero en este momento yo misma no los tengo, ¿quiere decir que cuando tenga 70 mi vida hasta ahora va a ser un resumen de tres o cuatro cosas importantes?
Desde mañana empezaré a escribir un diario.



VOYEUR


Mi casa es luminosa como ojos de mujer enamorada. Tiene un ventanal con vista al cielo y una jacaranda de flores traviesas, testigos de cómo mi cuerpo tiembla con el recuerdo de ayer.
Tú me miras desde el vértice de mis piernas, justo a esa hora del día en que el blanco brilla y el negro parece vacío. Me saboreas, buscas en bordes y hendiduras provocar la marejada que me hará gritarte “te amo” mientras entierro las uñas en tu pelo. Intento mantenerme en silencio para escuchar la danza de tu lengua; haces que mi pubis se levante de la cama y succionas hasta que no puedo contenerme y te empapo la sonrisa.
Despierto. El cierre abierto del pantalón y los dedos metidos en mi ropa interior me delatan.
Estoy lista para continuar la fantasía cuando miro hacia la calle y mi vecino aplaude desde su ventana. Cierro las cortinas, pero me arrepiento y vuelvo a abrirlas: esta vez con una reverencia exagerada y besos al aire.




Tacones grises:

Fausto hizo una fogata con mis tacones cuando se encontró mi colección de condones. No, no es un verso sin esfuerzo, fue una verdadera tragedia.


Tacones negros.
  
1.

Fui una mujer doble. Poco tiempo disfruté mi condición de bien casada, hasta que el trancazo de saberme tan común y corriente me decidió a cambiar el rumbo.
Todo empezó cuando me enteré de la infidelidad de mi marido. Teníamos apenas unos meses de matrimonio. Mi intuición fue la primera en decírmelo, después las llegadas de madrugada con el pretexto del trabajo, el cuidado excesivo del sitio donde colocaba su teléfono celular, las contradicciones. Pero lo que me confirmó sin sospechas, fue su rechazo a mi negligé negro aquella noche de abril.
Era una mujer muy enamorada, vivía la fantasía con la que todas las niñas crecemos: encontré al príncipe azul, me casé y parecía que viviría feliz por siempre. Pero él no tenía los mismos planes que yo. Se fue tras la primera rubia que apareció en su camino. Yo pude haberme quedado en casa como todas y como todos los días, con mi cara de estúpida y mis recuerdos embarrados con estiércol.



Tacones rojos:

¿Quién nos dio a las mujeres el papel de mártir? ¿Por qué una buena mujer es aquella que se traga el coraje y convierte el dolor emocional en dolencias físicas? ¿Por qué una mujer joven perdona al marido muchas veces, y cuando él se hace viejo se consigue a una joven de la misma edad que tenía su esposa la primera vez que le puso el cuerno?
Podía entender las razones de Fausto, pero no perdonar al punto de volver a amarlo, no me iba a convertir en una de esas santas que terminan con cáncer, mal queridas y para colmo, mal cogidas. Yo no me iba a arrepentir dentro de 20 años.


Tacones violeta:

El cofre era equivalente a los seis orgasmos de un alemán altísimo. Los asientos los patrocinó el chaparrito moreno claro de imaginación extra-ordinaria. Los espejos retrovisores fueron de un escritor que me fascinaba y por eso le hice un descuento. Adquirí la cajuela con el dinero de un comerciante viejo y feo que dudé en aceptar. La capota especial la pagó mi querido Ramiro, nos volvimos buenos amigos. Las llantas las compré con el consolador de Daniela. El motor le salió carísimo al único que me hace sonrojar al recordar lo que pasó esa mañana en su jet privado hacia Las Vegas. Mis ahorros los patrocinaron todos los demás.
No era una mujer ambiciosa, por eso tenía máximo un cliente al día. Lo mejor del caso era que a Fausto no le parecía raro el deportivo blanco estacionado en el garage; él creía que lo había comprado con el dinero de la casa. Pobre iluso, si con su quincena sólo alcanzaba para caprichos pequeños, como los tacones que siempre utilicé para engañarlo.


®Mónica Soto Icaza



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