jueves, 13 de diciembre de 2012

José Antonio Araiza presenta en Cada Quien su Boca de Palabras Urgentes





Café libre

Hace un año que no tengo oficina,
ni trabajo, ni patrón
no hay prisa en la mañana,
o cansancio por la tarde
antes almorzaba a las tres
ahora almuerzo a al una,
a las cuatro o a las seis
cuando comienza a obscurecer,
antes tenia una corbata asesina
y una camisa de fuerza que poner
ahora la calle es el tranvía
y mi a
lma sigue mis pies.

 ¿Ondejué?

lue esta patria la que nos miro nacer desde sus
entrañas, nos germino como el maiz que se levanta,
y al atardecer el sol con sus rayos el horizonte raya
de verdes y oros la tierra que nos guarda.

luimos de dos lugares a distancia pero desta misma
raza. En tu tierra aún la polvareda se levanta con el
viento, que con sus soplidos en el ocaso canta junto
con las aves que en los árboles descansan.
A mi me toco nacer aquí entre los asfaltos y camiones,
aquí ande todos dicen que el progreso se quedo
a vivir, aquí ande a veces se oyen los pajarillos cantar
y de vez en vez el cielo después de las lluvias se deja
mirar.

Dnde jué que nos juimos a cruzar ... ¿Dnde?,
el lugar no lo recuerdo como recuerdo el café de tu
mirar y es que nunca lo divise, ni lo hice imaginar,
pero jué que te vi y me comencé a enamorar.
y ti seguí en tu trayecto como cuando uno anda en el
cerro, cazando sigiloso al conejo que brinca y brinca
sin tener miedo, espere ... y espere hasta tenerte mas
dentro cuando ya no hubo modo de arrebatarte a mi
pecho.

Entonces pareciera que aquí en la ciudad, de las
calles brotaban flores, desas que con sus mil colores
hacen del arco iris un mar y con los ruidos de los
coches que no ceisan de pasar aún el viento con su
fuerza se dejaba escuchar.


Así jué que tus luceros me comenzaron aluzar y tus
manos se acercaron a mis manos sin pensar, y tus
labios ... prenunciaron el canto del quetzal que en mis
óidos se metió, como en mis ojos tu luz crepuscular.

Todo era si como las montañas de tu tierra, como el
sol que poco a poco calienta hasta que llega a quemar,
todo era como las lloviznas tibias y ligeras que nos
hicieron empapar desde tus enaguas hasta la cabeza
para dejarnos volar.

¡Malora de la jugada del destino que estaba por
llegar!, la distancia se hizo hilo y se empezaba a
estirar, tus ojos como candiles se alejaban y dejaban
de alumbrar, mis manos sintieron ñi6 y las tuyas ya
no las sentía mas.

Entonces regresaron los camiones y los coches, los
asfaltos y los edificios grandotes, ni tus labios, ni tu
voz se dejaba escuchar. solo se oían los claxons por
toda esta p6drida ciudad.

Desde entonces siempre he querido escapar, no me
preguntes a ande ... pero a ande te pueda encontrar, a
veces pienso al monte o por el cañaveral, quizás sea
p'al norte lejos de este lugar.

Dnde yo no diviso ni el cielo ni el mar, apenas miro
unos cuantos pajarillos piar, así que un día me habré
de escapar no te extrañe entonces si un día te vuelvo
a encontrar.


Diálogos conmigo

Tú estas en mí,
como esa sombra
llena de labores,
horarios y deberes.

Yo vivo en tí
como esa promesa
de sueños, lugares
y momentos.

Tú el mundo,
yo el cielo,
tú el fin inevitable,
yo el principio redundado.

Tú y yo somos, existimos
como el hidrógeno y el oxígeno,
como el blanco y el negro,
como el perímetro y el centro.

Yo nunca destino,
marejada en vaivén,
columpio vació,
vocablos sin libro.

Tú paraje fijo,
línea sin retorno,
sillas llenas,
voces con juicio.

Yo tu conciecia
tú mi liviandad,
yo tu vértigo,
tú mi paz.

Tú me envenenas
tú mi cuerpo,
yo te bendigo
yo tu alma.




Que venga lo que venga

Que venga lo que venga,
lo importante es exprimir el pulmón en cada aliento,
dejar la boca sin labios de tanto besar,
saturar la memoria de imágenes y recuerdos,
hacer suaves las manos de tanto tocar,
dejar que los pasos averigüen el misterio de andar,
llenar la casa de amigos, volver a la familia sin más.

Divirtámonos colocando cuerpos celestes
entre los mantos nocturnos que nos abrazan,
dejemos que el corazón se ponga los patines
y salga volando por una ventana,
sonriamos cuando no se tengan ganas
cuando un niño nos intente tocar,
derroquemos la guerra haciendo la paz,
invoquemos el amor de los que se han ido,
de los que nos custodian desde algún lugar.

Que venga lo que venga sin tenernos que explicar
por qué existen los suspiros,
por qué nos gusta besar,
por qué nos destroza el olvido,
por qué es hermoso soñar.

Que venga lo que venga
con el corazón tendido
goteando de tanto amar.




Cuando es domingo

Cuando es domingo y no estoy en casa,
el mundo que admiro me sorprende
me toma por asalto ...
me dispara.

Se lleva consigo la costumbre,
la aniquila de un solo golpe,
corrompe esta melancolía absurda
que gobierna los días grises,
roba mis bolsillos que poco guardan
quizás un cigarrillo, tres lagrimas
y mil palabras.

cuando es domingo y no estoy en casa,
suceden tantas cosas extrañas
que juraría que no existen ...
son fantasmas.

Deambulan sigilosos por la casa,
sueñan metidos en mi almohada,
instalan su reino de recuerdos felices
que se añejan bajo mis sabanas,
telefonean desde algún lugar perdido,
puesto en una larga distancia
y dejan mensajes tristes.

Cuando es domingo y sucede que llamas
el rin rin del teléfono se cansa
contesta una grabadora ...
no estoy en casa.


Pregón poeta

¡Chicles, cigarros, paletas, poemas!
poemas para la damita,
para el niño, pa' la niña,
para el jotito, la jotita,
poemas para el mal sabor,
¡lIéveselo, lIéveselo!

Güerita, Güerita
cual le vamos a dar,
un poema de pesito,
un versito de a tostón,
dos por cinco o tres por diez.  
¡Dulces, cacahuates, pistaches, poemas!
poemas cortos, largos, medianos,
poemas de sabor,
pa'la esposa, pa' el esposo,
poemas de color,
poemas ligths.

Marchantita que se va a llevar hoy;
un poema para el día
madurito con corazón,
un poema para la semana
verdecito con ilusión.

¡Pañuelos, chocolates, gomitas, poemas!
poemas bonitos,
poemas de amor,
poemas chiquitos,
poemas de adiós,
pa' que se alegre el corazón.

Güerito, Güerito
escójale con confianza,
un poema caladito
nacional o de importación,
se lo lleva garantizado de emoción.
¡Dulces, cigarros, pañuelos, poemas!
poemas pa' toda ocasión,
pa'la damita, el caballero,
poemas para el desayuno o la merienda,
por leer no se cobra,
su satisfacción o le devolvemos su
sufrimiento.

Lléveselo, lIéveselo
que al rato le harán falta,
un manojo de poemas,
un racimo de palabras,
cuando se le termine la inspiración
y no lata más su corazón.
Dulces, cigarros, pañuelos, poemas
poemas pa' toda ocasión.



De la jaula al destierro

¿Quién sueña conmigo?
mientras los aviones
se levantan de la tierra,
cuando llaves y llaveros
clausuran las puertas,
cuando tus pasos y zapatos
no encuentran las maletas,
mientras las aves risueñas
emprenden la escapada,
cuando tus dedos sin mis huellas
acarician la almohada,
cuando me siento en la calle
y pasan los coches grises de ausencia,
mientras los leones se van al desierto
y se ponen a llorar las penas.


Miro un aeroplano

Miro un aeroplano
surcando el manto gris de la ciudad,
¿será una paloma?
las personas están en su trajín
con sus pasos convulsionando
igual que sus emociones,
con parcos rostros de sábado,
sin verbena ni fiesta
sus cuerpos se proyectan en el piso
en ese vaivén impersonal,
pues solo son sombras
sin nombre ni apellido,
y vuelvo a mirar.

El aeroplano despega
de palacio nacional,
su trayecto no tiene averías,
es perfecto trazo
que rompe la inmensidad,
y en el piso, nadie, nada,
observa ese fugaz volador
que no le importan
las grandes carpas blancas,
ni la bandera tricolor
moviéndose sin sentido.

Miro un aeroplano
deslizarse sombrío
como huyendo, igual:
que los hombres,
que las mujeres    
o los borrachos,
igual que huye un corazón
cuando el amor ya no le habla
y se escapa fugitivo al exilio
pues ya nada importa,
cuando las palomas dejan de existir.


Supercheria

Quizás prefiero,
a la mucama con derecho a desayuno
o a la cajera de la tienda de la esquina,
quizás prefiero a la chica que mire en la plaza
porque ellas no dejan una vigilia de cuaresma,
ni hacen que la noche sea tan larga
y que el día parezca penitencia.

Seria mejor seguir mirando
a la secretaria que baja la escalera,
a la que toma el autobús en el mismo horario
o a la muchacha que pasea en bicicleta,
porque ellas no bacen de mi sueño sobresalto
ni dejan que la distancia se vuelva tregua
y que el presente en futuro se convierta.

Tal vez sería menos arriesgado
querer a la que sirve la comida en el mercado,
a la muchacha que siempre esta en la misma puerta
o tal vez a la que conocí vendiendo letras,
porque ellas no bacen de mi corazón un disparo
ni dejan que un temblor invada mis labios
y que todo el mundo desaparezca.

Porque quizás así no estaría enamorado
ni haría de este sueño un lanza llamas,
ni moriría por besar tus labios,
por que así estaría sentenciado
a ser una boca sin palabras,
a ser un eco lanzado en un llano
ya dejar pasar los días sin tus pasos a mi lado.



No queda nada cariño

Hoy no hay más que reminiscencia
de lo que los años dejaron,
ni la señorita B o X o C
pertenecen a este presente,
no tengo nada asido a las manos,
se esfumo la caricia de fuego
de la ultima valquiria,
se secaron los gajos turgentes
de la mujer que vendía naranjas.
Hoy no queda nada cariño,
no queda ni aroma, ni substancia,
ni palabra que escape a la ola de calor
con la que quema el olvido.

Ahora que miro y remiro
los pasos tardíos de la gente,
me atropella de prisa la nostalgia,
se me secan los brazos
donde alguna vez los pájaros cantaban,
mis ojos también se secan
como dos pequeñas lagunas razas,
no queda ni tengo nada,
los cajones se vaciaron
cuando el amor se cambio de casa,
la regadera ya no funciona,
ni siquiera el interminable goteo de su voz se escucha,
porque ya no hay eco,
ni palabra urgente que deambule por la sala,
ni un deseo febril anida en el sillón ...
ni en mi cama.


No hay telarañas melancólicas
que recuerden a la señorita y,
no hay envolturas, ni tickets
con fecha y hora, evidencia marcada
de que en algún momento fui feliz,

tampoco hay recados
dejados en secreto
con el vaho en el espejo,

quizás solo quedan
prendas fetiches de un amor ya occiso,
toallas femeninas para un periodo fértil
que nunca germino,

quizás solo queda
esta rabia que ladra desde adentro,
estas manos agonizantes
que mueren de amor,

quizás solo queda
la esperanza de un sueño,
las palabras que no dije
por temor a sentir
y los restos de este barco
que se ahogan por vivir.


®José Antonio Araiza Figueroa 
Ediciones Ojear


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