jueves, 14 de junio de 2012

Verónica Lozada presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes


VERÓNICA LOZADA


Tráfico de Orquídeas
Ven amor, siéntate aquí/ taparé con cuidado las heridas de tu cabeza con el poco cabello que te dejé/ tendré cuidado de no lastimarte más/ hielo en los moretones y pomada para tus huellas digitales que han desaparecido/ ven amor, déjame mirarte, eres perfecta, así delicada y silenciosa/ trastornada, dopada/ dolida y vulnerada /así me gustas tanto... eres tan manipulable. Ven amor cuando hayas recompuesto tus ojos ahora de loca / cuando vuelvas a ser tu, de cualquier manera me volveré a ir.© Tràfico de Orquídeas 2011 Verónica Lozada


Sangre sangra
hierro en mis labios
moteada almohada
no pudo conocerte.

Sangre sangra de mi pecho
asqueada de tanto buscar la verdad
no accedo a ella
y se ha cansado mi sangre
mi cuerpo
mis oídos
no escucha nada que no sea hermoso
por ello sangra sangre de mi cuerpo
para renovar la luz
sacarte del trayecto de mis venas

arrojarte al fin en abismo
muda la palabra
no puedes tomarme

Se ha revelado mi sangre
como aquellas calles donde muchos han muerto
ya las han lavado

sangre sangra
sacra sangre que no puedes tocar
ni cáliz, ni cuerpo
no soy tu pan de vida
ni te doy mi alma
para que te salves

Cristo murió
en el mismo instante
que tu navaja me hizo el primer corte.




Nuestro arte
Yo lo veo y me lluevo
siempre me lluevo cuando
hacemos arte juntos

No hay manera de salvarme
de arrancarlo
olvidarlo, perdonarlos

Cuando él viene a mi poema
hay fuentes y música y labios
... y siempre
inevitablemente
me descalzo
me despeino
no hay manera de quedar solemne
ecuánime...

No hay manera
siempre llueve
cataratas de miradas
cómplices de piernas.

Es insalvable que con él aprenda algo
como abrir una maruchan
o comer pastelitos de mercado
yo lo amo
y no es mío
él me ama, pero es suyo
siempre llueve, nos llovemos
pero sólo a veces
nos besamos...



Concierto para dos Opus 266

Primer Movimiento: Declaro la sinfonía de mi cuerpo que ya te conoce, la mañana en el trajín de quedar afinada como violonchelo para estar entre tus piernas, al fin lista y encordada, el tráfico me retoca el maquillaje más de tres veces, el tigre está en camino, Eduardo Lizalde me espera con las Horas de Junio a lado de las escalinatas de la impaciencia de tus ojos por verme, verme por primera vez. Manos danzan lejos de mí, tres sonetos que a remiendos lees antes de Silvestre Revueltas, inquietud del café expresso, tarta de manzana quizá un gazpacho para mirarnos a los ojos, para mí la sintonía fue hecha hace siglos en el círculo del destino, para tu inteligencia, nada es, si no hasta comprenderlo. Me quitas el abrigo y abres la silla, tu brazo mi barco que me navega por la gran sala, se apagan las luces un vuelco de libélulas me expande hasta hincharme de humedad. Me sabes sin sentirme, me tocas en el roce, mi concierto es tu atención. Bellas Artes tiene una nueva obra: tú y yo besándonos.




Segundo Movimiento: Eduardo Lizalde me arrastra al final de la butaca, su voz y la poesía son el mejor concierto para mis ojos, duele la piel de encanto, erizada hasta la nuca que no conoces, apuntas brevemente, yo escribo en mis piernas desnudas las imágenes de una violinista que se mece como ramas de árbol en el sin fin de una melodía inconexa, perfecta, brazos magros. Carlos Miguel Prieto muestra el final del frac, no me atrevería a venir si no fuera de negro, en una ceremonia de ser parte de sus manos abanico, fuerza y delicia... Alban Gerhardt se entrega, está sólo con su instrumento entre las piernas, estoy sola anhelando un concierto en tu mesa, el sonido me impregna un humor de belleza, un torrente de poesía que no se ha escrito... me estoy volcando, a punto de dejarme en el vértigo y caer de anfiteatro hasta el primer piso, pero algo te sucede y me abrigas con tu suéter. Me has arropado y vuelvo en mì. Se baten palmas insonoras, no me encuentro ahí, se ha quedado tu último abrazo en mi espalda. Esta noche no puedo morir.



Tercer movimiento: El frío de la noche, un cigarro, me tomas la mano y preparas la cena, copas exactas, mesa perfecta, te muestras bellísimo en delantal de rayas grises, perfecto, has traído jazz para mis pies que ya he descalzado, grietas de una vida pasada ya están resanadas, cuadros y arte en tumulto orgiástico de una casa de hombre, las plantas necesitan agua... pero estas cocinando. Me deleito en tus apreciaciones, me retiro la máscara. La ensalada me alimenta, me viertes vino, me bebes tinta, aún no me has tocado. La luna está impaciente por saber si los libros que nos rodean nos tenderán cama esta noche, yo creo que no. Pasan las horas que no son de Junio, pasan y aviso que esta noche no volveré a casa, ya pasó la madrugada. Un tabaco delicioso habano y nada escucho de las formas de hacerse, estoy perdida en tu rostro, que a ratos me mira intensamente, te guardas las cosas que piensas, en mi corazón aún resuenan las percusiones, la pasión de esos músicos, tu pasión de entenderlos a ojos cerrados. La cena termina y estas muy cerca, me vuelvo a pintar los labios para detener mi inconmensurable deseo de besarte.




Gran final: Una bata y tu pijama que me queda enorme, me duele el estómago de emoción y tanta risa, escribo casi a oscuras y tu lees no sé qué cosa, es como si siempre hubiéramos sabido de nuestros rituales, desmaquillo, me meto entre tus ojos y traes una frazada extra a mis remolinos de nervios, tiras las almohadas al suelo... al fin me besas, recostada junto a ti, las piernas en nudo, las manos sujetas.
Este es el límite de mi control, te monto vestida y me quedo dormida abrazada a ti sin hacer el amor. Te volveré a ver. No sé cuándo, ni qué concierto, no sé cómo, ni dónde... mis pasos ya no van sin sombra.



LAS PAREDES CALLAN

Mis manos se tocan sin temor,
en la ausencia del amante
sola de hijos y de realidades
las paredes lloran mis líquidos
imagino tu falo
Impresionante
Inimaginable
Inexistente
Me abrazo
como sólo yo me sé amar
Ya se acerca el revoloteo de una venida grandiosa
de la conquista de un país poderoso
¿Qué más poderoso que el país de mi alma?

II
Me fascina vestirme despuès de la ducha/ pensando si este dìa te encontrarè, deslizar las manos sobre la piel bruna, el alma contundente/ abundante soy como la madre tierra me germinò en todos mis estadìos, asì que no te sorprendas si lloro o amo hasta cantar tu nombre/ Trino rasgado de vientre/ volutas de humo, dichosa sensualidad que me erotiza de sòlo imaginarte posado en mis ojos, perpetuando la espera, espesa espera de quien te sabe aùn sin saber siquiera, tu nombre. 

Un poema sobre otro
De toda esta poesía, el único poema que veo soy yo. Perfecta, tal cual usted, y como tú y como tú. Tantos poemas juntos se me antojan libélulas buscando la luz. ¿Que qué soy? No lo sé. ¿Y usted? ¿Y tú? Jurídicamente tengo... un atisbo; metafóricamente también. Sólo que no logro definir… ¿qué es lo que nací? Para ello basta un botón: éste, mi clítoris es un pene minúsculo… No, ¡no hablo biológicamente! ¡De veras! Soy un hombre tal cual; así crecí. Sólo que me gustaban demasiado los otros hombres…. ¿Cómo le llamas a esto? ¡Ah! ¿Homosexual? Ajá… Soy un poema homosexual…


Entre mis andanzas y cacerías descubrí que además de ano tengo un perfecto agujero uno poco atrás del pene… ¡No!, ¡no hasta allá! Un poco más al centro… Sí, un diminuto agujero…. Y me enamoré y mi hombre se enamoró de mi…. o de mis dos agujeros. Puedo manifestar orgullosamente que acababa de descubrir en la pubertad dos clases de orgasmos completamente diferentes, a los que suelo llamar poemas… Así las cosas.


¿Sabes qué esta grueso? Que no averigüé antes. El ser gay, raro, puto, joto marica y yulis me hacía ya de por si mal visto y no sabía a quién preguntar… Mi güey también es nuevo en esto. De ahí broto un poema mayúsculo: sangré… Creí que era absolutamente normal sangrar después de ser abierto por un hombre, pero no dolió. Al contrario, fue suave y se deslizó como pez en un tubo de agua ensalivada. Y después de su penetración, a los diecisiete años, me enfermé, pero seguía enamorado de ese otro homosexual que también me amaba hasta la constelación de Orión.
Fue cuando empecé a escribir. Me sentía trémulo y dislocado, como un hueso que no embona al otro pedazo. Me sentía más femenino de lo normal, sólo con algunos kilos extras. Al estar en la consulta general, las caras se hicieron frías y saladas… ya de por si soy un fenómeno…. No sabía qué me esperaba con aquella cosa que notaban en mí. Pensé a primera instancia en lo peor: “Este hijo de puta es seropositivo y me contagió”…. Me mandaron a hacer estudios. ¿Desde cuándo es puto? Perdón, ¿homosexual?… Desde que me acuerdo yo quería ser vieja. Más bien, marimacha, porque las viejas viejas me dan hueva con la pendejada esa de “ser amadas”, y que las tratan como producto, y todavía se dejan. Bueno, ya hay algunas que no. Entró un doctor y otro y luego le hablaron a mi cabrón… Sí, yo soy el pasivo, o sea el que se deja coger. El que la hace de vieja entre dos hombres. Pues tuvo que entrar un tercer médico, con una voz más engolada: “…Y bueno jóvenes, en toda mi carrera profesional no había sido testigo de nada de esto. En términos médicos se le denomina…”
¡No manches! ¡Que soy mujer! ¡Que estoy embarazado! ¡Imagínate la cara de mi hombre! Y el doctor seguía con toda su onda médica: que si en Perinatología; que 32 semanas de embarazo; que hay casos…Creo que lo que más me asustó fue pensar si quería ser mujer de verdad… es decir… De veras de veras, mi vagina existe y la verga también. Soy dos en uno…


- Oye, Mamá: ¿duele parir?


Ni palabras

para describir esta crueldad de rayas a mi piel 
familia muerta 
y deseos inmensos de llorar 
pero no hay para qué. 
Nada te detendrá has vivido tanto tiempo en este infierno de maltrato 
porqué te duele tanto niño crecido 
armado de pistola y hormigas 
necesitas mi beso forzado porque no hubo quien te besara 
¿No te besó tu madre? 
¿no te arullo tu padre? 
ni palabras 
ni que decirte 
con esos ojos de furia y soledad promiscua 
pobre hijo de la mierda 
¿quien te hizo tan pequeño? 
¿Quién me dejó en tus manos? 
¿en qué momento el amor te abandonó? 
¿que dios te abortó de su paraíso? 
ni palabras 
ni llanto 
¿paraqué?




 ®Verónica Lozada





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