lunes, 4 de febrero de 2019

Gibrán Rivera presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (4 de febrero 2019)




GIBRÁN RIVERA


Efímero

Éramos felices, lo sabíamos aunque yo no lo creía, no era quizás mi mejor etapa pero por alguna extraña razón ella era la mejor compañía, la primera en muchísimas cosas, por quien comencé a hacer cosas que nunca pensé, una mujer que me lo daba todo y más, la persona más madura y quizás la tormenta más larga en mi cabeza, la primera real después de tantos juegos.
Siempre he dicho que todos somos galaxias, que nuestro ser está lleno de tanto que a veces ni nosotros lo notamos, pero ella, ella era la galaxia más hermosa que había podido visitar, los labios más dulces, un olor tenue, agradable y una mirada tierna, profunda pero amable, alguien con quien se podía disfrutar de lo efímero de la vida.
La mujer con quizás más metas que he conocido, la pasión dentro de un cuerpo y las ganas por comerse el mundo.
Quizás era un todo, una atracción tanto física como mental, una de las mujeres más completas que la vida me permitió conocer, unas pequeñas bolsas en los ojos, unas manos suaves, un cuerpo que encajaba tan bien con el mío a dormir.
La chica con quien podía dormir en un día de lluvia y despertar en una mañana fresca, despedidas que ninguno quería aceptar pero besos que sabíamos nos unirían aún más, platicas interminables, ella tan dentro de mis palabras y yo tan fascinado por su mente, una explosión perfecta de madurez y ganas, una mujer tan increíble que desafortunadamente no pude o me permití llenar.
Quizás sus ojos no merecían inundarse, sus piernas no estaban dispuestas a temblar de incertidumbre ni su mente dar vueltas de que algo había salido mal, pero quizás yo no lo soportaba o no lo podía asimilar.
Todo comenzó por un mensaje, y se confirmó en una estación de autobuses.
Así como todo terminó en una explanada pública, afuera de un café.
Ella era vida y yo sólo la desperdiciaba.



El café más amargo 

Por la mañana recibí un mensaje tuyo, me citaste en el café de siempre al cual solíamos ir cuando estaba a punto de atardecer pero ese día decidiste que fuese más noche, sólo pensé que tenías otras cosas que hacer.
Llegué media hora antes, pedí un café endulzado con vainilla y la chica de la barra me reconoció, preguntó por ti y sólo le dije que te estaba esperando, me fui a sentar y abrí la computadora en lo que esperaba para escribir, las palabras fluían y el tiempo voló, al darme cuenta, ya habían pasado quince minutos de la hora en la que me citaste, no le di mucha importancia, supuse que venías un poco tarde.
Cinco minutos después llegaste, entraste y el ambiente cambió, al verte ir hacia mi supe que algo estaba mal, no sonreías como siempre, tenías una mirada pesada y no ordenaste nada, te sentaste frente a mí y cuando pregunté lo que pasaba, simplemente dijiste "acabó"; yo sin entender volví a preguntar y dijiste " esto, nosotros, terminó", no me dejaste decir nada y simplemente te levantaste, caminaste a la puerta y te marchaste.
Me quedé sin palabras y lo único que pude hacer fue voltear a ver la computadora para leer lo que sin pensar había escrito y me di cuenta que en cada palabra, en cada párrafo estaba tu nombre, que cada tecla que yo tocaba era un reflejo de lo bien que me sentía a tu lado y entendí que me había permitido ser tuyo, más de lo que debía, que me había hecho tan a la idea de que éramos tan increíbles que simplemente dejaba que mis días pasaran entre tus ojos, había dejado que fueras juez y verdugo de mis acciones y que en verdad, después de muchísimo tiempo, me había dado el permiso de sentir a flor de piel y que en ese momento todo se estaba derrumbando, que todo se caía a pedazos por tres palabras y no sé cuantos sentimientos tuyos, me di cuenta que mi sentir te pertenecía tanto a ti que yo sólo lo dejaba ser.

En ese momento recordé que cada escrito, antes de terminarlo, te lo mostraba, y ese en específico quedaría inconcluso, destruido al igual que yo y esto era lo que decía:
"Nunca pensé que fuese tan placentero abrazar a alguien mientras estas dormido, olvidarte de lo que hay detrás de la puerta y preferir quedarte un instante más en la cama.
Que el hecho de que todo pudiese estar cambiando a unos metros de distancia fuera tan insignificante estando al lado de la persona correcta, que un beso en la mañana fuera más importante que lo que pudiera suceder el resto del día, porque así es, a veces, el instante vale más que las horas, una caricia vale más que el paisaje afuera; que el simple hecho de poder mirar a los ojos a esa persona, valga más que cualquier gusto que puedas satisfacer después.
A tu lado el tiempo se volvía lento, parecía que el universo conspiraba para que nuestros momentos fueran perfectos, que cualquier tema de conversación era lo suficientemente grande para nunca aburrirnos; el mundo era nuestro y lo sabíamos."
Después de eso, el café se había vuelto amargo, el ambiente tenso y quienes nos conocían me miraban esperando saber lo que había sucedido, lo único que pude hacer fue cerrar la computadora, partir a casa y dejar que la vida continuara.

®Gibrán Rivera.


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