lunes, 27 de marzo de 2017

José N. Méndez presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (27 de Marzo 2017)


JOSÉ N. MÉNDEZ



MARÍTIMAS BREVEDADES


I

Del viento con la ropa de lana sucia
en el cuerpo de sus corderos;
descubrí que el ojo izquierdo
de la tempestad en la que eternamente viven las sirenas;
era una puerta
cuyo rechinido
imitando a las eternas lamentaciones
de quienes lo han perdido todo,
indicaban su apertura.


II

Vi a Caribdis;
oscilando
las perpetuamente oscuras aguas,
en un infantil abismo
que tiembla de miedo
mientras el monstruo, solitario;
permanece a la espera
de ese Ulises
que suspendido en el encanto de Circe,
en el deseo de Calipso
o en las inacabables charlas con Eolo;
para malestar de quien todo lo devora;
ha vivido
eternamente retrasado.




III

Vi un Adonis
de traje blanco
producto del brutal impacto de las refracciones
que en la luz duermen
como damas de cuento a la espera de un beso;
sostenía un caracol
que al dejar libre
el hipocampo del aliento en su interior;
indiscretamente
repetía
una vez tras otra
ciertas cosas que sospechábamos;
como que a las nereidas no les gustan
esos pretendientes malos perdedores
que dejan caer montañas encima de otro;
con un lenguaje tal
que la pequeña Galatea (dicen)
hizo llorar a Polifemo.


IV

Vi una mujer fraguada en cristal melancólico
que a la tierra se inclina para besarla al unísono con su millón de hermanas;
todas ellas educadas en la misma legión
instituida por mis ancestros;
con sus labios rozan los pies de Gea
suavemente, para que estos no sufran
una voraz ofensiva
de la sal con la que se han pintado los labios
y rápidamente retornen al cielo
para volver a descender las veces que sean necesarias
mientras el espíritu de Dios se encuentre triste.








V

Vi a un Dédalo que
en silencio
y como única moneda
de un mendigo;
a las húmedas entrañas azules
les ha extirpado
un trozo de esperanza
que le permita reunirse
nuevamente con Ícaro;
mientras las masacres del Minotauro
o las rabietas de Minos;
son gacelas pastando en el Hades.


VI

Y tras un golpe de aquella puerta,
mismo que se esconde en el travieso tritón
que te moja el rostro;
escuché un emocionante blues
coreado por nueve ángeles;
la normalidad,
infanta berrinchuda sin su dosis mortífera de azúcar,
me abofeteó al ritmo cansino
de un timón expulsando a la embarcación de su trayectoria.

Después…

Todo fue niebla.


® José N. Méndez

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