lunes, 25 de abril de 2016

Carlos Titos Barraza presenta en "Cada quien su boca" de Palabras Urgentes (25 de abril 2016)


Carlos Titos Barraza


II
Mi madre me curaba de espanto todo los viernes a las 3 de la tarde, decía que era el tiempo preciso para despejar de mi vientre todas las heridas que me había buscado durante la semana y era así cuando tomaba el ramo de pirul y preparaba el “juguito”:
Santo patrón, santa madre, santo niño,
cuatro vientos de mamá tierra,
que la santa sangre de mi niño se cure de su mal,
acurrucalo en tus uñas y muestra la Luna de sus ojos.

Mi madre me desnudaba, solo me dejaba mis calzoncitos, colocaba su mano en mi boca “para que no se te salgan tus pensamientos ni tu corazón”, decía; me sentaba y me cargaba “para que la tierra no robe tu voz”, decía. Al terminar me envolvía en una toalla y me hacía reposar en mi cama. Me daba hambre, el estar así me recordaba un tamal de rajas.

Los ojos los volvía de tarde al cielo, el viento levantaba el polvo que doraba el sol por la tarde. No había señales de lluvia, mamá cantaba en el rincón de la casa; fue ella la que me enseñó a clavar el machete en la tierra, la que derrochó sobre mi cabeza sus lágrimas de chicozapote, fue ella la que me enseñó el canto para hacer llover. Mamá quería salir, aspiraba todos los días el viento de la ciudad y tal vez fue mejor quedarse así. Fue ella la que me enseñó que es mejor tener una aspiración noble que ir a la escuela.

En tiempos de lluvia fue mamá la que colocaba bolsas en mi cabeza para que la lluvia no borrara mi sentir, ella se empeñó en heredar su esencia al interior de mí, y fue así como la Tiricia entró en mi cuerpo en forma de abrojo y comencé a deshacerme el vientre.

Me encuentro al centro del patio, alrededor están los demás niños, me toca cantar y coloco en mi boca lo que mamá me enseñó:

Que llueva, que llueva,
la virgen de la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que si!
¡que no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación,
y los tuyos si, y los míos no.



V
Trigueñita Hermosa tutulike yootu
Kapo sewata benasi welame
Inepo into ilitchi enchi basilaroa
Enchi enamoraroaka niba welama
Yoko matchuko ilitchi em joapo nee yepsak
Bankota neu yechasaiwaateko
Katee emo tiutuamta benasi emo antua
Pake itom mala kaita malisiaroane
Inepo into ilitchi binota nee jeeko
Cheane babaloreka emak eteone
Inepo into ilitchi enchi basilaroa
Enchi enamoraroaka niba welama
Trigueñita hermosa, hoy amaneció muy nublado, no había café por la mañana ni olla para el atole de elote que tanto me gusta. Trigueñita hermosa, esta mañana no pude amanecer descalzo pues tenía los pies vendados a causa del mal tiempo y el abandono de mi cuerpo. Trigueñita, el día de ayer enfermé de espanto, caí justo en medio de dos huacales rotos y mis verduras se quebraron. Todo me pesa ahora Trigueñita, menos el carbón y las piedras que guardo en mi petaca, menos el amor y los huesos de mi costado.
Todos se disputan el honor de cargar a los cristos y todos quieren tocar aunque sea con los dedos unos cuerpos a los que la muerte hace doblemente sagrados.
Biré táa tohuí ‘acheca mucurí, mapujiti quetasi teri quimá: Un niño chiquito se atiesó, y murió así, porque no tenía cobija.





VI

Cuando no llovía, había ciruelas, zapotes, tempisques, nanches; en tiempos de aguas, juaniquiles la única fruta que no causa indigestión, hongos amarillos crudos de la sierra, el retoño y las vainas del wacho, la raíz del acocote que es muy amarga pero quita el hambre un rato, y gualacamotes del cerro los cuales puede uno pasar unos meses comiéndolos sin que hagan daño alguno.
Ahora hay dorilocos con frijoles, guajolotas pal bajon con su champurrado de vainilla o chocolate, Ahora hay sabritas de a dos por 5, 5 tacos por 20, 1 litro de agua por 10,
Esquites, esquites, esquites calientitos,
Acá están los originales,
Los primeros esquites de Madero,
Nosotros si le ponemos epazote a los esquites
Es-qui-tes con chi-li-to

Cuando llueve huele a muerto, la ciudad se desata y no hay más aliento que aferrarse al volante y mentar madres también para no ser comido. Hay que cuidarse el culo y la espalda pa’ no ser golpeado o desaparecido por el puerco.
Ahora no hay más que malos tratos carnal, ya ni pa caminar a gusto porque me pican y se llevan mi itacate, ahora hay que salir y caminar chingón, con la presencia hecha carne y la conciencia limpia porque si no, no más no se puede.

Artritis, Artritis, Artritis y hastío,
Acá están los asesinos,
Los primeros desde la época prehispánica,
Nosotros si empalamos y colgamos a los cuerpos,
Ar-tri-tis y mucho frí-o


El amor, la ira, el dolor, la emoción de lo sagrado, se expresan por medio de llantos, de gritos, de palabras de una plasticidad. Escuchen: debajo de la rigidez endiablada de la máscara, como en las danzas y ceremonias, es posible advertir el fuego de los ojos antiguos.



© Carlos Titos Barraza

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