MICHELLE JUDD
TE QUIERO
Te quiero tanto como quiero
a aquel organillero del centro,
como quiero a ese pordiosero
que tanto asco te dio
cuando te pidió un peso,
como quiero a aquel chico
que regala abrazos
en la calle de Madero.
Te quiero como quiero
a aquella mujer que te
hizo sufrir tanto,
como quiero a un día
soleado o nublado.
Te quiero igual que
a ese burócrata que
nos ha robado tanto,
o a aquel patrón
que despidió a tu tío.
Te quiero como quiero
al dios en que no creo,
como a mi madre
o a la tuya.
Te quiero así,
como quiero al mundo,
porque sin esos
actores de la sociedad,
no serías quien eres,
y serías otro,
es por esa simple
premisa que no
puedo odiar a nadie
que te haya querido,
o te haya dolido.
UNA CIUDAD QUE MIENTE
No hay forma de sentirse por hoy
en una ciudad que se encarga
de decirme que es una mentirosa
de una vida que no me pertenece
de gente que me es ajena,
de sueños que no llegarán a
concretar:
en un Estado fatílico
mucho más que etílico
Hay algo en las fotos de los
periódicos
que nos roban instantáneamente
nuestra esencia,
es un nuevo día,
otro cuerpo amanece sin vida.
Hay mujeres desolladas
estudiantes desaparecidos
fosas clandestinas
“presidentes” que no hacen nada,
sino que se peinan el copete.
Mi país no me pertenece,
la sociedad parece no reconocerme
y me encuentro desolada
porque hay ciertas cosas
que el ser humano no puede
hacer o decir,
porque son civilmente prohibidas,
y sin embargo son las que más le
gustan
porque son moralmente
inaceptables.
A MI PADRE
Miguel Carlos Judd Moctezuma
es un hombre mexicano
de clase media.
Tuviera cinco hijos pero
perdió tres.
La vida ha sido injusta
con él
perdió a su padre a los
17.
A mi abuelo no lo mató
la guerra ni el alcohol
él fumaba Raleigh a
montones
pero lo chocó un camión
Se quedó solo con su madre
la maestra extranjera.
Mi padre, tuvo que lidiar
con su cuñado, mi tío
imagínense, el cabrón
me manoseo,
pero para no aturdir a
su hermana, prefirió
callar, y calló, y calló
durante años, hasta
que su corazón no
pudo más, pero solo
una cosa consiguió:
el repudio de su familia,
pues nadie nos creyó.
Porque una mujer
no debe usar escote
ni falda corta
porque provocamos
a los hombres
del sistema de trasporte
colectivo metro.
Nos gritan putas
y no conforme
con eso, nuestras
madres nos dictan:
¡no vayas vestida
así!, ¿no ves
que provocas
a los hombres?
Por eso, este poema
es para mi padre
porque él me enseñó
a ser una puta.
Una puta que se
acuesta con quien quiera,
una puta que lee y escribe
lo que quiera,
que no le importa
cómo está vestida,
porque sabe su valor
como mujer.
Porque sé, que valgo más
que una cara bonita,
o un cuerpo escultural,
es más, incluso por lo que
sé,
porque, Miguel Judd
Moctezuma
me enseñó que valgo porque
soy
capaz de cambiar este puto
mundo.
dios
Hoy desperté con la
duda de que si dios existe
(y escribo dios con
minúscula
porque no amerita
letra capital)
¿Dónde te escondes?
Tal vez estás a la
derecha del padre
o detrás de mi madre
no sé, hace tanto
tiempo
que no me ocupo de tu
existencia.
La última vez que
hablé contigo
fue una luna llena,
¿lo recuerdas?
te rogaba, te
imploraba
con el moco
escurriendo
que aquella figura
masculina
no se aprovechara de
mí,
pero te olvidaste de
tu hija Michelle,
y decidiste que aquel
hombre
de paliacate rojo,
violara de mí.
Me abandonaste a
pesar de la luna llena.
Seguro ahora que
escribo
te sientas justo a mi
lado.
Te manifiestas en la
música que escucho
en la cerveza que
tomo,
pero sinceramente:
sé que te da igual
dios, ¿hace cuánto
que no hablábamos?
¿Cuánto que hicimos
el amor?
Tú penetrándome, yo
afligida,
sedienta de la
sudorosa sangre que expedía tu cuerpo
¿dónde chingados te
metiste cuando murió mi tía?
¿cuándo el niño
hambriento pedía una tortilla?
Te valió madres si
pasaba o no Cálculo
si esa noche de luna
llena te pedí
que no pasara nada
o el ciego te pidió
ojos para ver a la mujer que amaba.
Como siempre, nos
abandonaste.
Preferiste fumarte un
pitillo
que acudir a nuestras
súplicas,
empapadas de semen
de sed, de
incontroladas ganas de cumplir
cualquier absurdo
capricho.
Pero no te culpo,
seguro tienes mejores
cosas por hacer,
como echarle la mano
al rico,
darle más poder a
Peña Nieto,
más seguidores a tu
único hijo Jesucristo.
No te culpo,
francamente,
hay mejores cosas que
atender.
®Michelle Judd.
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