Carlos Titos Barraza
II
Mi madre me curaba de
espanto todo los viernes a las 3 de la tarde, decía que era el tiempo preciso
para despejar de mi vientre todas las heridas que me había buscado durante la
semana y era así cuando tomaba el ramo de pirul y preparaba el “juguito”:
Santo patrón, santa madre, santo niño,
cuatro vientos de mamá tierra,
que la santa sangre de mi niño se cure de su mal,
acurrucalo en tus uñas y muestra la Luna de sus ojos.
Mi madre me desnudaba, solo me dejaba mis calzoncitos,
colocaba su mano en mi boca “para que no
se te salgan tus pensamientos ni tu corazón”, decía; me sentaba y me
cargaba “para que la tierra no robe tu
voz”, decía. Al terminar me envolvía en una toalla y me hacía reposar en mi
cama. Me daba hambre, el estar así me recordaba un tamal de rajas.
Los ojos los volvía de tarde al cielo, el viento levantaba
el polvo que doraba el sol por la tarde. No había señales de lluvia, mamá
cantaba en el rincón de la casa; fue ella la que me enseñó a clavar el machete
en la tierra, la que derrochó sobre mi cabeza sus lágrimas de chicozapote, fue
ella la que me enseñó el canto para hacer llover. Mamá quería salir, aspiraba
todos los días el viento de la ciudad y tal vez fue mejor quedarse así. Fue
ella la que me enseñó que es mejor tener una aspiración noble que ir a la
escuela.
En tiempos de lluvia fue mamá la que colocaba bolsas en mi
cabeza para que la lluvia no borrara mi sentir, ella se empeñó en heredar su
esencia al interior de mí, y fue así como la Tiricia entró en mi cuerpo en
forma de abrojo y comencé a deshacerme el vientre.
Me encuentro al centro del patio, alrededor están los demás
niños, me toca cantar y coloco en mi boca lo que mamá me enseñó:
Que
llueva, que llueva,
la
virgen de la cueva,
los
pajaritos cantan,
las
nubes se levantan,
¡que
si!
¡que
no!
que
caiga un chaparrón,
con
azúcar y turrón,
que
rompa los cristales de la estación,
y
los tuyos si, y los míos no.
V
Trigueñita Hermosa tutulike yootu
Kapo sewata benasi welame
Inepo into ilitchi enchi basilaroa
Enchi enamoraroaka niba welama
Kapo sewata benasi welame
Inepo into ilitchi enchi basilaroa
Enchi enamoraroaka niba welama
Yoko matchuko ilitchi em joapo nee
yepsak
Bankota neu yechasaiwaateko
Katee emo tiutuamta benasi emo antua
Pake itom mala kaita malisiaroane
Inepo into ilitchi binota nee jeeko
Cheane babaloreka emak eteone
Inepo into ilitchi enchi basilaroa
Enchi enamoraroaka niba welama
Bankota neu yechasaiwaateko
Katee emo tiutuamta benasi emo antua
Pake itom mala kaita malisiaroane
Inepo into ilitchi binota nee jeeko
Cheane babaloreka emak eteone
Inepo into ilitchi enchi basilaroa
Enchi enamoraroaka niba welama
Trigueñita hermosa, hoy amaneció muy nublado, no había café
por la mañana ni olla para el atole de elote que tanto me gusta. Trigueñita
hermosa, esta mañana no pude amanecer descalzo pues tenía los pies vendados a
causa del mal tiempo y el abandono de mi cuerpo. Trigueñita, el día de ayer
enfermé de espanto, caí justo en medio de dos huacales rotos y mis verduras se
quebraron. Todo me pesa ahora Trigueñita, menos el carbón y las piedras que
guardo en mi petaca, menos el amor y los huesos de mi costado.
Todos se disputan el honor de cargar a los cristos y todos
quieren tocar aunque sea con los dedos unos cuerpos a los que la muerte hace
doblemente sagrados.
Biré táa tohuí ‘acheca mucurí,
mapujiti quetasi teri quimá: Un niño chiquito se atiesó, y murió así, porque no
tenía cobija.
VI
Cuando no
llovía, había ciruelas, zapotes, tempisques, nanches; en tiempos de aguas,
juaniquiles la única fruta que no causa indigestión, hongos amarillos crudos de
la sierra, el retoño y las vainas del wacho, la raíz del acocote que es muy
amarga pero quita el hambre un rato, y gualacamotes del cerro los cuales puede
uno pasar unos meses comiéndolos sin que hagan daño alguno.
Ahora
hay dorilocos con frijoles, guajolotas pal bajon con su champurrado de vainilla
o chocolate, Ahora hay sabritas de a dos por 5, 5 tacos por 20, 1 litro de agua
por 10,
Esquites,
esquites, esquites calientitos,
Acá
están los originales,
Los
primeros esquites de Madero,
Nosotros
si le ponemos epazote a los esquites
Es-qui-tes
con chi-li-to
Cuando
llueve huele a muerto, la ciudad se desata y no hay más aliento que aferrarse
al volante y mentar madres también para no ser comido. Hay que cuidarse el culo
y la espalda pa’ no ser golpeado o desaparecido por el puerco.
Ahora
no hay más que malos tratos carnal, ya ni pa caminar a gusto porque me pican y
se llevan mi itacate, ahora hay que salir y caminar chingón, con la presencia
hecha carne y la conciencia limpia porque si no, no más no se puede.
Artritis,
Artritis, Artritis y hastío,
Acá
están los asesinos,
Los
primeros desde la época prehispánica,
Nosotros
si empalamos y colgamos a los cuerpos,
Ar-tri-tis
y mucho frí-o
El amor, la ira, el dolor, la emoción de lo
sagrado, se expresan por medio de llantos, de gritos, de palabras de una
plasticidad. Escuchen: debajo de la rigidez endiablada de la máscara, como en
las danzas y ceremonias, es posible advertir el fuego de los ojos antiguos.
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