RAFAEL SALVADOR
(En la cuerda floja de la noche me detengo)
En la
cuerda floja de la noche me detengo.
Las
manos se ven ridículas de estar a solas;
comenzaré
por hacer algunas confidencias,
acabando
por clavarle un catéter a la conmiseración,
sin desgarrar
la seda de los nervios.
Todo
sucede dos veces,
incluso
el insomnio continúa
bien
alto en el aire y bien abajo en el suelo.
Resignado
rompo amarras con mi realidad.
La
noche pasa lista y tú no estás presente.
Sin
embargo uno es el otro,
ante
lo cual no soporta la tentación de otra cita.
La
memoria es tiempo,
metamorfosis
que apenas da señales
y no
le importa salvar a un náufrago
que
se pierde en su paranoia,
que
trata de nadar su propio universo;
con
escaso vocabulario
sobra
lengua para decir
la
vida es un pleonasmo.
Ahora que conozco el ritmo del
cronos
rutas
paralelas nos acercan,
algo
así como el facebook y el twitter;
de
forma y manera que estamos únicos en todo.
Armonía,
las tablas en el escenario,
donde
todo suele ser sospechosamente
cinematográfico,
después
de todo sólo vivo a medias,
en la
metafísica de ser segundo.
Tú,
la equívoca promiscua que vives
apareciendo
y desapareciendo al que te llama.
Múltiple
de sí misma y a la vez una.
En un
grumo de sabor te alojas,
y
recojo de mi boca
la
turbamulta que de veras ocurrió;
de
todo ese ánimo espacial caen señales,
señales
que develan éste barro,
que
tampoco quiere olvido,
que
no conoce de tristezas,
aunque
estés disfrazada de tiempo y fugitiva.
Ya te
miro venir,
las
llamas charlan en la chimenea
-¿con regresar de
quién habrá de unirse un día?
Ya te
miro venir,
el
destino establece sus astucias
y
regresa todo lo aplazado. Y me alegro.
Recapacito,
me pondré en mejor postura si ella se renueva;
y
detrás de este puente vas de uno a otro
magnifica
y terrible.
(Perfil
de la costumbre)
Perfil
de la costumbre de las paredes quité tu nombre,
al
corazón le hice algunos arreglos.
Nombres
de mujer se apuntan,
…
oigo el despertador, ya no hay
sombras
en el tiempo.
La
casa y la calle se beben los matices,
al
jardín le salen flores nuevas y
el
círculo vicioso quedó atrás
en
ácidos que lo consumen.
En
cambio advierto una nínfula de quince años,
olvido
el santo y seña,
y lo
que no espero retorna,
por
algo es una oración de muda entrega.
Voy
hacerle caso, voy a darle tregua
a
esta lobreguez que ya pisa los cincuenta.
Creo
creer que no estoy viejo;
mi
frente presume arrugas, mis ojos ya portan lentes,
también
me han salido nuevas canas, aunque
uno
es su música si leda por cantar.
El
asedio sigue y circula,
he
dispuesto no dar mi brazo a torcer;
pero
a la soledad tire por la ventana.
(Canción del ensalmo)
En
vuelo congelado te vi,
unas
manos acarician tu difuso rostro,
mas
debo decirlo polvo serás
del
maloliente olor del sentimiento sacro.
No se
trata de imaginar,
sino
de recuperarte.
Ojalá
no fueras
el
sueño que jamás se cumple.
Me
rasgué a tus hombros,
Tú
también correspondiste.
Sin
urgencia,
vamos
a la trama de éste cuento
censurado
tantas veces.
La
habitación alegre lo celebra
creyendo
que voy a mejorar,
saca
sus propias conclusiones.
Con
dejo de reclamo
lo
tuyo es revelación
de
escasos seis minutos.
(Más
que una espera)
Con
la sentencia de repetirse y repetirse
se
lanza el tiempo
al
único reparo contra la naturaleza.
Yo
mismo
soy
capaz de procrear y destruir
los
frutos del prejuicio
y
conocer así tu íntimo desmayo.
Por
las llanuras del insomnio
soy
tu contemporáneo.
Nada
desquicia más que una espera,
cuando
se pierde la llave.
(Un
haiku para Dolores Haze)
Borra
las huellas,
desintegra
tu nombre
en
mis recuerdos.
Tras
mi descaro,
sobrevolé
tu sombra
cuando
partiste.
Tarde
comprendí
lo
que había previsto
en
esta farsa.
Lola,
lo lita
te
sigo sin retorno
entre
siluetas.
Mientras
conduzco
un
ópalo de fuego
diluyéndose.
En mi
presencia
no
cerraras la puerta,
vendrá
la noche.
(Binomio)
En homenaje a Vladimir Nabokov.
Miro caer la tempestad que parece traer alas,
mientras
la inerme multitud
intenta
en vano evitar la catástrofe,
mis lágrimas
se unen al torrente cauce.
Invaden
este lugar
de
drama perceptible
en la
ruta del naufragio.
La
copa
de la
mano se resbala
manchando
el poema
que
para ti había escrito.
Lolita,
tu
nombre pronunciado
en
letanía de alusiones.
Lo-
li- ta,
conjuro
de todos mis días
oliendo
a sumisión.
Como
un marido débil
escucho
tu voz fría:
-
nunca te quise, de otro soy -,
con
todo ese énfasis caen señales,
el
sol sigue saliendo puntual
donde
retribuyen
desdenes
a mi alrededor.
Escándalo
soez,
amenaza
reincidente
a mi
yo deshabitado
le
pasará lo mismo.
Cuando suceda lo que ha de suceder.
(La
comisura)
Satisfecha
la jornada,
construiré
un hogar
donde
la mirada tenga significado
para
volar hacia ti misma.
Una
regadera, un rastrillo,
en un
rostro jugando con mis expresiones.
Sin
límites que puedan detenerme,
aplaudo
porque tus virtudes
excedan
mis capacidades.
Además
visualizarte
viniendo del colegio,
resuelve
esas urgentes necedades mías.
Lo,…entiende,
no es
un tropiezo,
que
la comisura
capaz
de convertir en rosa una hiedra
se
destroce.
(Soportando
lo que no importa)
Esa
añeja costumbre de estar solo
se
sube a espaladas de éste cansado cuerpo
que
se pinta de gris y sin relieve,
soportando
lo que no importa de la herida que acontece.
Ya no
quiero estar solo.
Se me
ocurre viajar a Nueva York
enredarme
y conocer nuevos horizontes.
Si
ningún recuerdo expresa mis ideas,
no
quiero ver al otoño desprenderse,
ni
ver a la mascota que gime y gime echada en tu balcón.
Tu
mano ya no suda con mi mano,
tu
cabeza ya no rosa con mis labios,
tus
tacones no los oigo taconear;
de
veras que no te siento, no te consigo encontrar,
vencedora,
renovada surgiendo a cada embate.
El
tiempo se ha detenido.
Ordenare
mis pensamientos.
Las
calles adyacentes, la casa vista desde afuera
son
por mucho fotos de tristeza.
Definitivamente
es una lástima
que
no estés tú
si
estoy yo.
(Última
noción parlante)
Mutuamente
nos hemos vuelto
incómodos
testigos.
El
tiempo en los dos
fue
una gota de murmullos
de lo
que ha sucedido.
Que
lamentable es caer
en la
bestia penumbra del hubiera.
-¡Cómo
mienten los recuerdos!
cuando
asoman para vernos sufrir
y
vaya que nos vieron.
Lo
claro y lo oscuro se preguntan: -¿qué así
son
los ejes de la desmemoria?
Última noción parlante
dichosos
los que saben sortear
la
ausencia de una espera.
(Epitafio)
A Raquela
(Epitafio)
A Raquela
Abierto
el mundo el horizonte no existe.
Este
es el comienzo: Discernir la cuestión eterna.
Festéjame
para responder al atavismo
que
se oculta detrás de esta dualidad
y de
ser posible finge pereza
a esa
caricia de demonio y ángel.
Festéjame
para esconder a los miembros de la noche
junto a ese recinto,
donde
ruge la Cusárare sus torrentes
hilos,
que
se vuelven la pesadilla de un canario,
la
piscina, donde se sumergen los herederos del coral.
Y no
platicaré en prosa
a
quien encuentre el camino en estas junglas de la Poesía;
no tienes por qué parecerte al sol
cuando
su fantástica luz llega y se retira,
lanzando
tu rostro en los matices del espejo.
En el
seno que cohabitas
triunfan
los mitos de Atlahua
llevándose
una valija y abandonando otra.
Festéjame
sin tumbas de superhombres
que
el luto le asienta bien a Electra.
Me
hago invisible,
soy
un enjambre de sueños,
bandejas
de líquido soportan mis ojos,
espero
alguna noticia, y,
caleidoscópico
salgo al camino
de
doscientos millones de bocinas.
La
hora señalada sopla la puerta,
el
frio se hace sentir y lo que fue rapto,
ahora
se acostumbra al reposo en las arenas.
Festéjame, pero no con agua.
Domingo 24 de junio, 2012
® 2012, Rafael Salvador.
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