JOSÉ MANUEL RUIZ REGIL
Acá el link de la entrevista completa:
Hilos trenzados, tramados a mano. Colores,
tapices, estampa vegetal. Del amanecer al ocaso habitan las flores; de una
sonrisa infantil al azul anhelante. A medio día las líneas se agrupan,
contrastan, patrones repiten, se ensamblan líneas y curvas. Suave terciopelo,
áspero algodón, bombón bordado, tenso matiz. El día esconde los misterios que
la noche devela en negativo.
Bolsa, zarape, chaleco o tapiz. Escala cromática subi-baja, baja-sube,
igual que el telar del artesano que en su oficio, hermana raíz, canto y ritual.
***
El buscador de ilusiones
Tramaba rumiantes entrecijos mascullando
malabares entre el tiempo y la agonía. Sangraba sus miembros en el silencio
interno de la piel. Engullía exhalaciones de ansia cada vez que se miraba
inerte, y gozaba con la amable compasión del calendario. Su aura mantenía la
temperatura incandescente del centro de la tierra, como un ojo encendido que
todo lo ve y todo lo calcina. Reptaba por los crespones de la incertidumbre,
retando a la estructura, al vicio, al ademán. Buscaba el accidente catapulta
para dimensionar su intento,
hallara o no razón de ser. Cada paso una agonía. Limó los cerros,
enfrascó los remolinos, deshidrató las eras sin descanso. Era tal su sed de
viento que no hubo soplo sin que viera su garra. Colmado en una cima, a los
pies del sol empanizado, exhaló inconforme su jornada. No había más que acción
humeante, estremecimiento conventual que azora cataclismas. Su reloj de arena
se hacía horizonte, el tiempo detenía su granulado flujo. Del hipo apareció una
bella ondina, singladuras peinaban sus agallas. Dejó a sus pies un caracol
iridiscente lleno de agua cantarina. Descreído el sinsentido descendió de aquel
peñazco en que apacentaba su ira, y al ver en la oquedad espiralada su reflejo,
cual narciso develado, se iluminó su rostro. Recordó que el gozo de trotar está
en esa suspensión imperceptible que distingue al vuelo del abismo.
Cazadora de instantes
Atenta al primer atisbo de luz brinca del
lecho donde ha reposado la ilusión primaveral de enfrentar un nuevo día con la
sagacidad del camaleón hambriento. Mira en derredor, virando su tornasol cascaradura, otea a 360 grados
paralelos e, inadvertidamente, latiga un lengüetazo de memoria al recuerdo
moscardón que azuza su mente. Recoge sus aperos y abandona la cabaña
improvisada del presente para remontar el tiempo hacia el origen; los caminos
hacia las huellas, la nube que es hielo que ha sido agua, al pan que está
siendo trigo, a las lágrimas que fueron deseos, a la soledad que amó una
compañía. Halla en cada uno de estos sitios ocasión para la casa deportiva a
veces; otras, necesaria, del codiciado instante que habrá de entretejerse en la
telaraña inmarcesible de su devenir. Instala hitos en esta esquina, tensa
aquella otra, refuerza el centro del hallazgo y limpia del exceso anecdotal
todo argumento. Deja entrever ayer y hoy, veladura liminal que transparenta lo
real de lo ilusorio; lo objetivo de lo tangible; el ser de lo que ha sido.
Espera paciente a que vuelva la presa crónica. Pueden pasar infinitos segundos,
horas fugaces, oportunidades siempre esperadas, momentos
idos que no volverán, porque perviven eternamente. Y cuando al fin su ansia
cazadora se siente colmada, saeta una palabra atravesando el cuerpo del
instante para colmar la alforja que irá a parar allá donde se guardan los
tesoros más preciados, en el lecho del sueño cotidiano.
***
Ahogo la noche en el obscuro de mi llanto
Y me silencio estrepitosamente
Sesentamil veces sesenta guardadas en segundos
Por el amor roto que nos une irremediable
Por el recuerdo el nunca más el para siempre
Las noches cautivas los insomnios
El trago ardiente del recuerdo que lacera
Los cien millones de te quieros y un adiós
El más postrero
Romancing de wind
El cielo es un silencio expectante
trino suspendido en papalotl
Cometas trazan espirales
Danzan arabescos,
Surcan barrocos remolinos,
Dibujan suaves líneas de escritura china.
Aves de papel trocan mantarrayas de aire
Marionetas de Bethell que el viento
Acaricia con su voz siamesa.
***
Yazco
Sobre las aguas de tu escorzo
La espuma hirsuta de tu monte
Me cubre
Como la ola enorme de Hokusai
detrás el Fuji duplicado
nevados pezones anuncian
el sol naciente de tu rostro
***
Mala suerte
Cato era un hombre marcado por el mal
presagio de la ineficiencia. Era tan malo, a pesar suyo, que bastaba con que
tuviera un deseo, un simple deseo inocente, para que todas las fuerzas del
universo conspiraran en su contra. Podría decirse que si la ley de Murphy
hubiera tenido un modelo, él habría sido su principal destino; que si Job
viviera, Cato representaría un fuerte adversario. El anti-Midas, pues a
diferencia de aquel, éste todo lo que tocaba lo convertía en mierda.
Cansado de insistir, de desear y fracasar
llegó a la penosa resolución de quitarse la vida. Los primeros tres intentos
fueron saboteados por la buena voluntad de un vecino, un vagabundo que lo vio
al paso y un asaltante que se apiadó de él y le perdonó la vida. Los siguientes
esfuerzos contaron con la mala calidad de la cuerda, la imprevisión de los
resurtidores de gas y la mala calidad de los medicamentos genéricos. Todo paró
en un lavado de estómago que lo ha dejado más limpio que un excusado de
aparador.
Paradójicamente el hecho de que Cato quiera
matarse ha beneficiado mucho a la comunidad, pues buscando la congruencia de
ese falso valor que supone respetar la vida humana a toda costa - así sea en
contra de la voluntad de quien la padece- se ha creado un patronato y un club
de vecinos alertas y recibe visitas de varias de sus compañeras de generación
con las que ha aprendido a desarrollar nuevas habilidades para relacionarse con
los demás (especialmente con individuos del sexo opuesto). El banco local le ha
asignado una pensión y el centro de abastecimiento le surte gratis mensualmente
todo lo necesario para mantener una dieta sana que lo mantenga libre de
procesos mórbidos.
El problema es que con todo esto le han
vuelto las ganas de vivir y ha comentado con algunas personas sus deseos
renovados de crear una empresa y prodigar al mundo las bondades de su gratitud.
Sin embargo, se rumora que esas declaraciones han puesto en peligro la
continuidad de los programas de apoyo, pues las autoridades suponen que si es
tanto su deseo de triunfo entonces ya puede enfrentarse solo a la adversidad de
una vida común.
®José Manuel Ruiz Regil
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