ANA MARTÍNEZ CASAS
Acá el link del programa en Palabras Urgentes:
http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/index.php/palabras-urgentes/12955-ana-martinez-casas
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La Reina
de Corazones
La Reina de
Corazones entra al bar.
Se sienta en una
mesa verde como el satín de su vestido. Le reparten cinco cartas, juegan Póker.
La Reina nunca pierde.
Dos jotos,
un dos, un as y una reina. (Dos mazos -¿marzo? ¿La Liebre de marzo?-, una
espada, un rey de copas y una reina.)
¿La apuesta? Un
hijo. La Reina de Corazones nunca ha tenido un hijo.
Cambia una carta
negra y le dan una roja. Cuatro corazones, una pica.
Alguien toca – el Gato.
Una carta más para ser flor imperial. La Reina de Corazones normalmente
gritaría: “¡Que le corten la cabeza!”. Pero la Reina pierde. Pierde a un hijo.
La Reina de
Corazones amamanta a un hombre. La Oruga le pregunta: “¿Quién eres?”.
¿Quién
soy?
-La Reina de Corazones.
-Pero, ¿qué
eres?
-¡Una madre, una madre!
-Feliz, feliz no cumpleaños.
Claro que no
cumpleaños: está muerto.
Y el Gato ríe.
El Conejo Blanco no
le ha dado más tiempo. Se acabó.
¿Y Alicia?
En el País de las
Maravillas.
La Oruga se vuelve
mariposa y el niño se pudre en el vientre.
Amamanta, amamanta.
Los hombres se alimentan de leche.
-¿Dónde está tu rey?
Pintando paganas rosas de luto.
Había una vez, en
el País de las Maravillas…
Una reina que
amamantaba el cadáver de la desesperación.
Y Alicia perseguía
al Sombrerero
que perseguía al Tiempo
que perseguía al Conejo
que perseguía a la Reina
que perseguía a su hijo muerto…
“Cómeme”.
La Reina de Corazones no tiene corazón.
Triana
Se levantó de la
mesa y se masturbó.
Sacó un pequeño
vaso de vidrio de un cajón de madera y lo colocó encima de la mesa, al lado de
las cartas de Tarot. Tomó su pene y lo sacudió hasta que la secreción blancuzca
salió, chorreante, y llenó el vaso.
-Bebe.
-¿¡Qué!? Eso no estaba en el trato.
Una semana antes,
Lucía había acudido a Triana después de que le repartieran su volante en la
calle: “Se hacen limpias, se echa el mal de ojo, se atrae el dinero, se regresa
al novio o al marido. Garantizado o le devolvemos su dinero”.
Lucía, entonces, se
encaminó a la carreta que estaría únicamente por unos días en la ciudad.
Era una galera
grande de madera tirada por dos caballos. A su costado, tenía pintado un
letrero en el que se leía “La Fabulosa Gitana Triana”.
Lucía rodeó el
carruaje y tocó en una puerta situada en la parte posterior de éste.
-Yo sé quién eres.
-¿Sí?
-Eres una chica.
-…
-Que es muy insegura.
-¿Qué?
-Y vienes a que te lea la mano.
-¿Cómo lo supo?
-Son 200 pesos, hija, cobro por hora y llevas 10 minutos.
Pasa.
Se abrió la puerta
y Lucía entró al estrecho carro. Había muchos libros y artefactos orientales,
pero todo estaba desordenado y con polvo.
-Siéntate.
Lucía tomó asiento
frente a una mesa que tenía una bola de cristal y, por primera vez, pudo
observar a la adivina.
Era morena, y el cabello
rojizo, cubierto por un paliacate traslúcido, se percibía fibroso como alambres
oxidados y con innumerables mechones retoñantes de chaquiras. Su cara y sus
orejas mecían argollas de oro y, decoradas hasta el antebrazo, las manos
chorreaban tatuajes color café.
-Son de la India, para ayudarme a vislumbrar el futuro-
Lucía se maravilló, estaba ante una auténtica bruja-. Dame tu mano derecha-
extendió su mano y la mujer bohemia la contempló, trazando líneas con sus
dedos-. Puedo ver que eres una chica solitaria, que tienes una mala relación
con tus padres y que te desahogas con la música. También veo que eres la mejor
de tu clase y… un chico. Tu novio.
-¡Sí! Dígame sobre él.
-Ay, querida.
-¿Qué pasa?
-Dios mío, no.
-¿Qué?
-Pobrecita…
-¡Dígame!
-Te está engañando, hija.
-No…
-Pero todo tiene solución.
-¡Ayúdeme, Triana!
-No te preocupes, niña. Deja que mis dotes mágicas
actúen. Visítame la próxima semana y tráelo contigo. Lo amarraré a ti por
siempre.
- Gracias, gitana Triana.
-Pero es un hechizo muy antiguo, muy complicado. Y
costoso.
-¿Cuánto va a costar?
-¡No lo sé, querida! Trae mucho dinero, y tu novio
también. Tendré que arriesgar mi atmán
por ustedes.
Lucía hizo lo que Triana le había pedido. Una semana
después, se encontraba esperando en el exterior de la carreta junto con su
novio.
-¿Por qué estamos aquí?
-Porque quiero que me lean el futuro en el té.
-Es una tontería.
-Para mí no lo es.
Triana abrió la
portezuela.
-Pasen, queridos, pasen. Lucía, siéntate ahí, y tú,
querido, espéranos en esta sala- cerró la puerta de la habitación por la que
había entrado el joven y se sentó frente a Lucía-. Para que el ritual dé
efecto, debes hacer todo lo que yo te diga. Sin titubear.
-Está bien.
-¿Estás dispuesta a dar todo por él?
-Sí.
-Espero que estés segura de tu decisión.
Triana se paró de
la silla y se levantó la falda. Lucía tuvo que ser testigo de que la gitana
era, en realidad, un gitano.
-Bebe.
-¿¡Qué!? Eso no estaba en el trato.
-¿Quieres recuperarlo?
-Sí…
-Entonces, sigue mis instrucciones.
Lucía agarró el
vaso, todavía caliente, y cerrando los ojos se lo tomó de un solo trago.
Con el sabor húmedo
en la boca, y con algunos grumos en los que Lucía no quería pensar, escuchó las
instrucciones de Triana: –Ahora toma, entra al cuarto y coloca este incienso de
la China muy cerca de ustedes. Luego hazle el amor. Esto hará que se re-enamore
de ti.
Entró al cuarto con
el frasquito en la mano.
-Estoy aburrido.
Lucía destapó la
ampolleta y la dejó en un espacio libre del piso lleno de cojines y velas.
Luego se desvistió y besó a su novio.
-¿A qué sabes?
-Házmelo.
Su novio la tocó mientras
ella lo desnudaba movida por un deseo palpitante. Sentía las manos de su novio resbalar
por el sudor de su piel y a continuación un letargo, como si volara, mientras
él se introducía en ella una y otra vez.
Unos minutos
después, Triana abrió la puerta.
-¿Lucía?
Recogió la ropa del
suelo y encontró sus carteras, llenas de dinero. Se las embolsó y sujetó el
incienso.
-¡Estos poppers
sí sirven!
Regresó a su mesa y
escribió a mano en un volante: “Se venden afrodisíacos atrapa-novios”.
Mientras tanto, dos cadáveres desnudos yacían en la sala
uno encima del otro.
®Ana Martínez Casas
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