Blanca será la ciudad de mi ruina.
Te llenaré de amapola los labios
Y dormiré contigo
Hasta que el odio abra los ojos
Y salgamos del sueño vestidos de ángeles.
2
No lamento que mi amor haya sido este zumbido,
Haber hablado en nombre de la rosa o
Destrozar mi cabeza en el filamento de la lluvia.
Sé de la noche,
Sé del canto de los ahogados,
Sé que alguien me llora aún en su recuerdo.
No lamento haber dormido bajo la lluvia del miedo,
Haber bebido la pesadilla de un ángel
Y haber abierto los ojos
En lo mas negro de esta noche.
3
No pienso llegar a la ciudad que hay en mi alma,
Ni siquiera corro a sitiar lugares,
Tú corazón mordido a medias.
Cómo arrancarme las flores que me cuelgan de los hombros,
Cuando la noche me descubre herida,
Hecha un fantasma que no sabe de la muerte.
Sé del abandono,
A qué huelen sus calles,
Los caminos empedrados,
La lluvia que a cada paso hunde mi sueño entre las charcas.
Hoy tengo para tu rostro este desierto,
Una palabra simple que te será vedada.
4
La rosa sabe
que la rosa ha muerto.
AMPARO DAVILA
Abrirá la boca para cantar mi sangre,
El verbo.
La amantísima muerte le cortará la cabeza.
Y ahí en ese rió de pétalos desesperados,
Su memoria,
El miedo,
Su rostro de niña asustada,
El espejo púrpura le mentira de nuevo.
No es que estés muriendo,
No es que la oscuridad intente seducirte,
Es dios que siembra flores en el jardín secreto de las venas,
Escúchalo,
Dale tu corazón para que lo llene de alfileres.
Se han llevado a la rosa,
La llevan a un manicomio,
La vestirán de azucena,
Le darán de comer crisantemos;
De madrugada se escapará vestida de novia
Y así andará en jardines.
No olvidará mi nombre,
Tampoco olvidará la escarcha
Que una noche mi sombra dejó en su espina.
5
No puedo llegar a esa zona en donde me nombras ausencia.
Qué has hecho de mí
Sino el recuerdo de otra sombra,
El batir de ajenas alas tras la puerta.
6
No sé cómo logré que mi amor se pudriera en otras manos.
Al mirar una flor
Comprendí el silencio.
El amor es una bestia que devora lo que sueña.
Bajo ciudades del alma que no eran las mías.
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