JAZMÍN SALMERÓN
SOL Y RESPLANDOR
Pudiste no ser luna
de una sola noche,
sol y resplandor.
Pudiste ser canción
para el oído,
eco en mi interior.
Pudiste ser, sí,
algo más.
Una caricia en mis
versos,
religión;
algo más.
Pudiste llevar mi
nombre en tu pecho
y en el mío reposar
sediento tus lamentos.
Beber de mí,
comer de mí,
respirar de mí.
Pudiste caminar a mi
lado bajo la oscuridad
y apostar con el
tiempo a que esto no iba a terminar.
Pudimos sentarnos a
escribir canciones
y a escuchar en la
distancia
el grito de nuestros
temores.
Pudiste ser, sí,
algo más.
Sentir de mí,
amar de mí,
algo más.
Pudiste no ser viento
y vacío,
tristeza y soledad.
Pudiste ser mi mejor
amigo
y terminaste siendo
mi inicio y tu final.
Amarte cuándo
quieras,
cómo pueda,
cuándo sea.
Amarte con las manos,
con los ojos,
con las piernas.
Amarte si es posible
cuando el sol aparezca,
bajo un cielo azul,
una tarde roja,
o una noche negra.
Amarte por amarte,
por cariño,
por espera.
Amarte por deseo,
por antojo,
porque quieras.
Amarte si es posible
empezando la primavera,
injustamente,
inmensamente,
frente a ella.
Amarte así,
sólo así,
amarte siempre,
eternamente.
TODO SE RESUME A TI
Todo se resume a ti.
Cualquier hoja blanca,
verso, aliento.
Todo eres tú y su
consecuencia.
No está de más anunciar
la impotencia que
causa tu distancia,
mucho más tu
ausencia.
El cielo parece menos
infinito
y perenne si escucho
tu voz.
Pero a veces lloro y
me entristece
porque sé que estás y
no estás,
a mi lado pronto
llegan
los recuerdos de
labios ajenos.
Todo se resume a ti.
El agua, la tierra,
mi llanto,
el viento.
Me visto para ser poeta
mientras tú te
desvistes
como extraño ante los
ojos
curiosos y lejanos
que te miran.
Siento desesperación
y sé que
soy capaz de
arrancarte la vida
en un beso,
pero no me atrevo.
SONRÍE, MUJER
O lo dejas llegar, o
lo dejas pasar, o lo dejas irse.
No hagas más de lo
que no puedes hacer.
No te disculpes, no
te culpes, no te quejes.
No te lamentes por
sus pasos lejanos,
sé libre, quiere lo
que tienes,
acaricia el rostro de
quien te ama
y róbale un beso a la
esperanza.
Que mire hacia ti,
que te vea fuerte,
valiente, dispuesta.
Avanza, camina.
Siente el dolor y la
tristeza,
descúbrete sola
y después llora hasta
quedar seca,
sin gota de agua.
Entonces te levantas,
decides y caminas.
Que te vean hermosa,
inmortal,
cual palabra escrita.
Vuélvete inspiración
y vida,
sonríe mujer,
por lo que más
quieras.
Sumérgete en los
brazos del tiempo
¿qué puedes hacer
además de nada?
Sal, ámalo,
encuéntralo.
Saluda a un extraño.
Si no hay respuesta,
acéptalo.
Otros mil ojos miran,
otros mil corazones
sienten.
Equivócate,
arriésgate, pierde.
Confiésate delicada,
una rosa.
Analiza, desmorona,
pártelo
en tantos pedazos
puedas.
Sufre hasta perderte,
hasta el hartazgo.
Renace en un poema.
¡Sonríe mujer!,
por lo que más
quieras.
No soporto el
silencio en esta casa,
me recuerda tanto a
ti,
tanto a los ojos
bellos que te enmarcan,
a la soledad en mí.
No soporto al corazón
que te guarda dentro
ni a la inocencia que
se encuentra
en la canción de mis
sueños.
No soporto ya
escuchar tu nombre
proveniente de mí;
y ver llegar la
impetuosa noche,
justo como ahora,
cuando no estás aquí.
MORIRÁS
EN MI VERSO
Morirás en mi verso
una de estas noches.
Caerá tu cuerpo al
vacío trémulo
de mis palabras.
Verás oscuridad donde
sólo nacen llamas.
Leerás mil veces el
mismo poema,
escucharás el mismo
silencio.
Y yo, cruel, insana,
te guardaré
secretamente
en cualquier libro
para que nunca nadie
te encuentre jamás.
LA PRESENCIA DE TUS
OJOS
Me acompaña esta noche
la presencia de tus
ojos.
Un mundo gira
y se vuelve inmortal
cuando sostengo en
mis labios
tu nombre.
Un par de segundos,
una hora,
todo el tiempo.
Mientras tú
deseas más que
cualquier otra cosa
en el mundo
beber mis ansias y
hundirte,
impetuoso,
en mi cuerpo envuelto
en llamas.
Me acompaña esta noche
la presencia de tus
manos
que pactan con mi
piel
la forma de tocarnos;
sin llegar al corazón.
Yo sé bien que
nunca podré estar
entre tus brazos,
ni en tus
pensamientos,
no como yo quisiera,
al menos.
Podré escribirte miles,
cientos de poemas
y nada en el mundo
me podrá asegurar
que algún día tú los
leas.
No será justo que te llore
mientras tú juegas
en los labios de
otra,
esperando recibir
algo de ella,
cuando puedes recibir todo de mí.
MUSA
Era yo la que estaba pintada en ese cuadro
media desnuda,
con un verso en la espalda.
Ninguno se dio cuenta de eso.
Yo caminaba y parecía
que no era la musa de esas obras
(aunque aparecía sólo en una).
Todos me ignoraban,
hasta me pedían permiso
cuando no les permitía contemplar a
gusto
tan majestuosos cuadros.
-¡Ingenuos!- me dije a mi misma.
Llorarán cuando mi verso gane un nobel
y el pintor muera de tristeza por mi
culpa.
FINALMENTE
Inmensos,
sus ojos,
nacientes de mis
días.
Iluso
su rostro,
volviéndose alegría.
Insistente el recuerdo
de lo que pudo ser.
Yo que quise
convertirlo en poesía,
finalmente,
nunca lo fue.
® Jazmín Salmerón.
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