CHUCHO ROPE
...
Continué mi camino hacia el Zócalo. Caminé entre puestos
ambulantes y comercios establecidos, repletos de gente que protestaba y artistas
callejeros, gente apresurada, quizá malhumorada, no sé, traté de pasar
desapercibido. Me llamó la atención un hombrecillo, no pasaría de los dieciséis
años, vestido de cavernícola, que gritaba a todo pulmón: —¡No queremos ver más
campañas políticas absurdas que no sirven para nada! No queremos ver más
carteles y espectaculares con políticos prometiendo fraudes. No queremos seguir
manteniendo a personas incapaces. No queremos seguir pagando impuestos por
respirar, por ver, por oír, por cagar. No queremos ver más propaganda que nos diga
que si vas a la Iglesia, tu alma se salvará. No queremos más injusticias. No
queremos más mentiras. No queremos más muertes en vano. No queremos más
ignorancia. No queremos más sometimiento. No queremos más “autoridad”.
¡No queremos lo que ellos
quieren que queramos! ¡Queremos paz!
¿Por qué debemos creer
que un Papa lleno de joyas y de sangre inocente, o que un presidente que no
sabe ni leer, son más importantes que nosotros? Sobre todo, ¿cómo podemos confiar
nuestra entera existencia y nuestra única vida a esas personas manipuladoras y
estafadoras? La vida es corta y no es justo que la vivamos opresivamente. Los
que asesinan a quien se atreve a protestar, no son los “dictadores” a quienes
se les denomina genocidas, sino cualquier tipo de gobierno en todas partes del
mundo. Mientras que los funcionarios públicos diariamente le roban al pueblo
cantidades exorbitantes, que depositan en cuentas bancarias de Estados Unidos y
Europa.
Los líderes hacen lo
imposible para que estés desinformado y seas manipulado constantemente. La
manera de destruir una nación no es bombardeándola, sino haciendo que se maten
entre ellos mismos. Y mirémonos por un momento. ¡Observemos bien a nuestro
alrededor! Nos estamos matando. Desconfiamos de la persona que está al lado, de
nuestros vecinos, de nuestra propia familia.
No se trata de la
educación que nos dieron los padres, sino de las oportunidades que nos ofrece
la vida, y nuestras vidas son controladas por ellos, por los medios de comunicación,
por los gobiernos, por las iglesias, por los bancos, por el corriente papel
verde al que le hemos dado más valor que a la misma vida.
¿Saben qué es legal? La
esclavitud humana es legal. Vivimos en la Edad de Piedra, no por los avances científicos, sino por
nuestra mentalidad primitiva.
¡Somos cavernícolas! ¡Somos una especie en peligro de extinción! —ese niño tenía tanta pasión en su discurso, que inmediatamente me di
cuenta, que no tendría una vida duradera. Varias personas nos acercamos para ofrecerle una moneda, pero no las aceptó.
...
—¡¿Qué?! —es tan curioso,
que despiertes de tus pensamientos, y respondas sin haber asimilado lo dicho,
cuando ni siquiera presté atención. Pero escuchar algo así, altera los
sentidos—. ¿Un hijo?
—Sí, un hijo. ¿No te
gustaría tener un hijo? —ella me preguntaba sosegadamente, pero no sabía qué responder.
Me tomó por sorpresa. Además, ¿Había preguntado si quería tenerlo con ella, o
si algún día tenía planeado tener uno? No sé, le diré que quizá algún día.
—No. Definitivamente, no
está en mis planes.
—¿No te da curiosidad el
anhelo de ser padre y tener un pedazo de ti entre tus brazos?
—Me gustaría saber qué se
siente, sólo por un momento, pero no... No es lo mío.
—Eres muy egoísta.
—¿Egoísta?
—Por supuesto.
—No. Egoístas, los que
traen seres al mundo y no se hacen cargo de ellos. Egoístas, los que no tienen ni
para mantenerse a sí mismos, y traen al mundo los hijos que Dios les mande.
Egoístas, los que no piensan en las consecuencias que les traerán a cuantos no desean
nacer. Egoístas, los que los llenan con el miedo de pecado, de patriotismo, de
machismo, de envidia y de ambición. Egoístas, los que no piensan en el futuro
que les espera, antes de planear traerlos al mundo. El gran futuro de sus
hijos: más guerras (cada vez peores), escasez de agua, de energía, calentamiento
global, fríos intensos, diluvios, terrorismo, hambre, avance tecnológico,
consumismo masivo, extinción de las especies, contaminación de las aguas, del aire,
de las tierras; eliminación del ecosistema, la eterna ignorancia de la
autoridad, la crueldad del poder, la búsqueda obligatoria de un dios que no
existe, la ambición de los ricos, la manutención de los pobres, el
estancamiento de la esclavitud, crisis económica, deudas bancarias, amenazas de
muerte, miedo a ser asesinado, o a que asesinen a tus parientes, encarcelamientos,
violaciones, etcétera, etcétera, etcétera. Sin contar, a diario, los cotidianos
asaltos, secuestros, enfermedades, falta de seguro médico, la corrupción, los
uniformados inventándote delitos, los trajeados manejando tu dinero, los impuestos,
el fisco, los problemas legales, la falta de propiedades, los problemas
maritales y conyugales; los problemas psicológicos, sexuales y de identidad; la
neurosis, la paranoia, la locura, las deudas, los deseos, la pésima educación
escolar, la humillación, la burla, la depresión, la televisión, la radio, el
sistema, la piratería, el desempleo, el consumismo, el comunismo, el
capitalismo, el socialismo, el anarquismo, el catolicismo, el cristianismo, el
budismo, el judaísmo, el islamismo, el masoquismo, el dadaísmo, el canibalismo,
el vegetarianismo, el alcoholismo, el pachequismo, el desamorismo, el drogadismo,
el pendejismo, el putismo, y un madralismo de ismos...
—¡Eres muy negativo!
—¡No! Negativos los
que...
—¡Ya cállate!
—Sí.
—¿Sí, qué?
—Me gustaría tener un
hijo... Cuando todo mejore.
—O sea, ¡¿nunca?!
—No seas tan negativa
....
Enseguida el sujeto que
me invitó explicó: —Traje compañía — algunos de ellos se mostraron disgustados
por mi presencia.
—¿Crees que somos
superiores a cualquier ser? —me cuestionó uno de ellos.
—No podría responder si
es cierto o no —respondí sin haber entendido del todo su pregunta.
—Creemos que al morir
sólo nuestra alma se irá a un paisaje trasmundano celestial. ¡Qué absurdo!
—continuó el mismo sujeto.
—¿Sabes a donde van las
moscas?
—A buscar bacterias
supongo —respondí enseguida. Algunos no pudieron evitar la risa. Me comencé a
sentir muy incómodo.
—Se refiere al morir. ¿A
dónde crees que van? —corrigió el sujeto que me invitó, dirigiéndose a mí.
—Ah, pues no creo que
vayan a ningún lugar. No creo que haya algo después de la vida. Simplemente nos
desintegramos, la energía se transforma y sigue su ruta sin fin. Al menos que
la energía piense y pueda construir templos para adorar dioses, entonces creo
que puede existir un paraíso —por fin respondí un poco más seguro.
—¡Oh lá lá! —expresó
alguien en la sala.
—¡Ahí tienen! —objetó
otro sujeto señalándome — ¿Qué pasa con las moscas, las cucarachas, los
insectos, las bacterias, todo tipo de vida que comparte con nosotros este
espacio terrenal, o qué pasó con
los que ya se extinguieron? Si existiese un lugar al que todos tendríamos que
ir al morir, por pura lógica, nos encontraríamos con más especies de
dinosaurios, que de todos los seres vivos que han habitado esta Tierra.
Nosotros seríamos una especie en desventaja, muy mínima, casi imperceptible en
comparación. Habría más especies extintas, de las que ahora tenemos
conocimiento. Dios tendría que ser un dinosaurio o un plancton…o el Hidrógeno…
—Y el paraíso está sobre
la Tierra, o fuera de ella? —cuestionó el sujeto Y.
—Sólo hay paraíso para
los humanos —por fin participé en la conversación. Se hizo un repentino silencio,
y continué — Los humanos inventaron a los dioses, a los mundos trasmundanos del
bien y el mal. Inventaron el paraíso, y por ende, debían inventar el infierno
para crear temores. Ninguna otra especie tiene, ni por instinto, conocimiento
de esto. Por lo tanto es una idea humana ya que se cree superior a las demás.
Y: —¿Alguien tiene idea
de cuántos granos de arena existen en toda la extensión de la Tierra?
X: —¿Eso qué tiene que
ver?
Y: —Es semejante a la
cantidad de estrellas en el Universo. A lo que quiero llegar es que ningún
dios, por más omnipotente que sea, podría llegar a cubrir todo el Universo, con
su infinidad de estrellas, que a su vez tienen infinidad de Planetas, que
probablemente tengan infinidades de vidas, llámense bacterias o seres
inteligentes. Es egoísta, egocentrista, presumido y muy cerrado, creer que
somos los únicos. Probablemente ya se extinguieron millones de planetas con
vida, antes de que siquiera existiera la Tierra. Y probablemente se crearán
muchos más, después de que se extinga nuestra estrella.
Z. — Pero, se supone que
Dios creó la Tierra, no el Universo…
Y: — ¡Los creyentes creen
que creó todo!
Y: —¿Y quién creó a Dios?
P: —Definitivamente un
artista —por fin me decidí a hablar.
A: —¿Un pintor?
P: —En cierta manera, sí.
Los pintores tienen la culpa de que Dios tenga una imagen. Pero yo me refería a
un escritor.
Z: —Entonces el hombre
inventó que Dios inventó al hombre.
P: —Así como Cervantes
inventó al Quijote.
M: —Yo creo que las
religiones siempre han sido motivo de guerras —por fin se dejó escuchar la
única mujer que había en la sala.
P: —Yo creo que el motivo
es la política.
A: —¿Cuál es la
diferencia? Todas las guerras son un desperdicio insignificante de vidas
humanas.
Y: —Terminar con las
guerras sería la quiebra para los militares.
P: —Lo mismo pasa con las
drogas. Si se legalizaran, sería la quiebra para todo un sistema de corrupción.
Y. —¿Qué sucede si
prohíbes algo?
Z. —La tentación.
Y: —Así es. Haces lo que
sea por conseguirlo. Pero si no se prohíbe, ni siquiera te percatas de que
existe. Por lo tanto, no lo consumes.
A: —¿Qué me dicen de la
sociedad médica?. Si se invirtiera para la cura del Cáncer o del SIDA,
quebraría la industria médica. Sería el fin para millones de empleos. Por ello los
gobiernos recortan sus presupuestos para la investigación científica y lo
invierten para empezar guerras.
P: —¿Y qué hay de las
industrias? Fabrican a propósito productos que fallan, como los automóviles, las
computadoras, los celulares, etcétera, y gastamos nuestras vidas enteras trabajando
para conseguir sus refacciones, donde nos exprimen cada centavo.
X: —Como pasó con la
energía y como pasa con el petróleo. Esas empresas influyen en el congreso para
no construir servicios sustentables, como el carro eléctrico, o la energía
libre, o la cura contra el cáncer, y destruyen las patentes.
P: —Por lo tanto, un
porcentaje de un 5% de personas, controlan al resto del 95%...
—Por lo tanto, debéis
salir inmediatamente de esta sala, por favor —se escuchó una voz ajena al Club,
pero ya muy peculiar para todos. Era el viejo loco a la puerta, invitándome a
salir de ahí. Nadie objetó ni dijo nada. Me despedí en silencio y les di las
gracias por el trago, que no tuve oportunidad de probar, a pesar de mi enorme sed.
Me sentí como un niño cuando lo echan del salón de clases. Crucé la puerta, y
el viejo loco me alertó amablemente, para mi sorpresa:
—Tal vez pensáis que soy
un cascarrabias, pero no podéis tocar ni alterar nada de aquí. ¿Entendéis? Ya
todo está escrito. Debéis andar con cuidado.
® Chucho Rope
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