EDGAR ELÍAS
Jarrones
En
tu clavícula sembré los dados de la muerte.
Y
mi semen regado en la tráquea virgen del silencio.
Donde
agonizan los mares con mi llanto.
Y
todos los himnos suelen meterse como candiru en mis genitales.
Y
el gemido de la rosa
Pariendo
truenos en los zancos del juicio.
En
tu clavícula caballos de mar de dos cabezas
me
escoltan hacia tu pecho.
Como
varano en tu pezón asechando el polvo en tus ojos
Y
una manada de cisnes luchando en el pantano
de
mi lengua donde la Pangea sucede a cada segundo.
Bajo
de ella una bahía de muertos se asoma tímida
al
asecho del purgatorio
al
rose de seducirte en la discordia del parpadeo mutilado.
Júpiter
nunca estuvo en tu seno
Si
no en tu vientre;
Ombligo
de mis muertes.
Soy
un cráter debajo la uña de los gigantes
Una púa clavada en una memoria enroscada.
Soy el Egipto en tu torso donde la muchedumbre
se ausenta
para hacer un grito de guerra a tu caparazón de
cíclopes.
Soy la hoja desmembrada; la piel muerta de tu
labio.
Soy todos los himnos en tus sombras..
Soy un recuerdo calcado de los ojos de la muerte.
Soy todo en marabunta y nada en la niebla.
soy la cicatriz del péndulo.
Soy un camaleón de sombras.
Soy el vértice del agujero
Soy la mantis de tu negrura.
Soy el garabato del morbo en la mesura de tus
parpados.
Soy el trapecio mutilado de la luna. Un fósforo
jurásico.
Una melodía perdida en la cabeza del canario.
Soy el anticristo de los pájaros.
Soy el faraón que exhorta a tus palomas reunirse en
mi tumba.
Soy un susurro en la guarida del cáncer.
Soy la terquedad del tímpano
que sangra el ábaco del trueno.
Soy esa manecilla esparcida en la tumba.
Soy la cloaca que te susurra pájaros y caracoles en
tu neblina.
Soy el vórtice del abismo una niebla de péndulos.
Soy ese oleo impresionista vagando en los ojos del equilátero.
Soy el insulto de la anguila.
Te
espero en la coyuntura del polvo
Satán;
yunque de mil sombras
Te he
visto y le temes a mis ojos
Porque
no sabes lo que es la nobleza.
Te
espero en la séptima taquicardia de mis parpados.
A ver si
con tantos mares cremados puedes
Sostenerle
la mirada a mis pisadas de formol.
No le
temas a mi sombra infestada de ángeles
Tu que
imitaste la forma de escupir y hacer los ríos
Al que
reina en los cielos.
Tus
manos quieren sostener los himnos
de mi lengua.
No me
intimidas, te busco porque tienes
En tus 9
cráneos a un humano de sismos.
Mi
lágrima taciturna de barcos y tiburones
Me
respaldan en mi primogénito sueño.
Te reto
a escuchar un solo llanto de una estalactita.
Te reto
a escuchar un solo llanto de una estalactita.
A
endurecer la erosión del pájaro y levantar los murmullos
De un
pueblo en huesos y que luchan contra mis voces Armagedón
No te
creas tan poderoso
Porque
arriba de ti están 144.000 voces
con
truenos dispuestos a clavarlos a tus ojos.
Yo me
río de ti satán;
Por qué
no sabes que mi lengua es más astuta que tus
Mentiras
solo sabes partir y fugarte nunca
Te has
quedado a mirar un huracán en los ojos del manso.
Yo me
rio de ti porque sabes
Que
saliendo de tu guarida el sol
Puede
perforarte y dejarte sin alas nuevamente.
“Aquí el tiempo fue un hoyo negro que perforo la
vejez deteniendo el péndulo de mis
ojos”.
A mi Padre Luis
Elias Díaz
El RELOJERO
Observas la muerte de un mundo con una lente;
Y tu cabeza
revolucionando las desgastantes ilusiones ópticas de los cristales. Un preludio
analógico desmenuzando las ruedas. Las cuerdas, las manecillas apuntan las 5:00
El cucú de tu
corazón entre sale marcando el deterioro del tiempo
Un preámbulo de
silencio
Diagnosticando
las bobinas del recuerdo.
Reconstruyes
heridas de los relojes que marcaron soledades
mas no el
tiempo. Puedes regresar las manecillas, brillar-las
Pero el tiempo
es relativo.
Abres al
cadáver
Recopilando las
maquinas heridas
Cambiándolas
por deseos.
El aroma a
tabaco, bencina y a viejo
La radio del
fonógrafo parte de tu trabajo
Escurren los
minutos muertos.
Eres el
recuerdo del México antiguo.
En calles del
centro en palma o en madero
Vieja sabiduría
entre cuerdas, Jugabas entre cadenas
Entre pivotes y
pernos.
Un gran enigma
del tiempo
Aquel
misticismo perdió fuego tu solo los arreglas a cambio de pesos
La niñez de tus
dedos pulía ya los huesos de un
cartier.
Dejaste el universo que rebota la inocencia por masticar la noche de una miyota
Todos te
conocen por tu sabia manipulación de aquellos cadáveres
Grandes sabios,
científicos, inventores, intentaron definirlo, pero solo
Lograron medir
el tiempo; Egipcios. Chinos, Asirios, Mayas y los mismos griegos
Por mencionar
unos
Galileo,
Davincí huygens, hooke.
Construyendo el
primero hace 3000 a,c, aquel reloj
solar.
El caos de la
edad media en el siglo VIII .
Los virreyes
solo podían alcanzar aquellas clepsidras mientras
Suiza era la
catedral del reloj.
Tan
Inalcanzables por las ciudadelas;
Pero los
tiempos han revolucionado.
El mercado ha
sido devastado
Por la entrada
del mercado chino.
Grandes
compañías has visto derrumbar.
Pelletier,
Cartier,
Todos esos
muertos
Aquellos
Relojes de Pared, de bolsillo
Swatch,
citizen, rolex, etc.
Cual sea has
hecho del cadáver que
Vuelva a
caminar.
®Edgar Elías.
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