JAVIER GAYTÁN
Concierto
para una mujer rota
Pervivo en mí,
en un cuerpo
voluble que se quiebra,
herida acaso
por mi loca joroba silenciada
mi piel magra que toca desafiante
un luctuoso ir a costras por las calles.
Pervivo en mí —yesca— me contemplo
en la palabra que despierta ciega
y la coraza quiere despojarme.
Coraza o fuego de un rudo lenguaje
hasta exhibir espuela de vagina
rota a la que le da por escupirme
amorosa carnada para el mundo
que en fosa abierta instaura nueva ruta
y me deja lluvia rasgada viejo
traje
incoherencia de herida escalofrío
pesimismo que escarba mi alma bruta
y renace batallas que ya había perdido.
En
diálogo con Sor Juana
Este que nace cuerpo adolorido
que de alacranes viste sus amores
con falsas calaveras da colores
y su azarosa trampa a lo vivido;
este, a quien la zozobra ha
desprendido
de holocausto ya pinta los
horrores,
y brotando de lengua ruiseñores
hablará de la loca y del jodido,
con un rico orificio despeinado
hablará flor en flor boca
quemada,
de la piragua azul Caronte errado;
y de una llaga que vacía helada,
es un afán de Cristo reventado
es cadáver, es polvo, es sombra
es nada.
Tempestad
Después de haber leído a Jaime
Gil de Biedman
tengo la verga bien parada
en la boca añicos de mi hija,
y los mismos labios
recogen la sombra
de una madre
que nunca vino,
aunque le
tenga un traje a su medida.
Desde que el hambre se desnuda
cada noche
entre lobas y asesinos,
queda el
desequilibrio de una ciudad rota.
¿Dios, por qué en tu última cena
provocas
que nos devoremos a nosotros
mismos?
Mi casa
Tempestad de presagios
sesga en hemisferios la pupila
agitada
de la mujer que aún le teme a su rastro.
Tumba embarazada y sudorosa,
sentencia de sangre,
en
cuyo principio Dios se prostituye
y preña al árbol apolillado:
antigua arca diluviana
donde se genera la brújula y su
falacia
es el polvo,
la
Tierra,
hogar cubierto por metáforas.
Los
aparadores de mi alma
In memoriam Félicien Rops
Barro la suciedad en tus ojos
y pinto siluetas en el arcón de
la perra
que sobre escupitajos de sal
despelleja sus vaginas rotas,
ríos de lobreguez,
…y una monja perdida
se saborea los labios ante tanto
falo rabioso
¿Cuántos vientres he quebrado?
Me divierte la botana de los
pechos duros,
vieja bandera, mi padre
nunca supo hacerte un hijo.
Círculo
In memoriam Oswaldo Guayasamín
“Los niños muertos”
La sombra de una piedra llana
y transparente adorna tu epitafio
Virginidad de papel hoy es
hojarasca
que se rompe en el lienzo blanco
de la noche.
Mosca sobre la tinta roja de tu
cuerpo,
jilgueros con picos de piedra o
de acero
que rebanan tus dedos separados,
gusanos que se encuentran en las
vísceras de tu desierto,
garras de buitres
en las grutas subterráneas de tu
cuerpo.
Versos escritos en otro tiempo
historia de tu ocaso y final de
mi deseo
La hora de mi reloj se borra
en la escritura fúnebre de una
tumba.
Asquerosa piedra transparente
pasatiempo de mis horas,
ceguera de mis sueños,
conjugación inerte,
burla del firmamento que llora
con los pliegues de las hojas del
calendario
que a su vez juega con la
decadencia
del relámpago amarillento,
guerrero que maneja
grotescamente el cuchillo
encorvado
recorriendo los segundos palmo a
palmo.
El hacha corta
el filamento de los años,
me veo correr cavilando junto con
el pesado
silencio de la época que se
escribe
con soledad sepultada.
Escucho cada vez más los pasos
de apareamientos sobre mi tejado.
La noche
en brama
In memoriam Vincent Van Gogh
Si yo pudiera
al cabo de estos veinticinco
acumulados
correr y levantar facultad de luna
en tus adentros
hablaría de ti
yesca previsible en el centro de
mis ojos.
¡Ah vanidad de
escuincla
devoras cometas
en el interior de tus suspiros!
Sí si yo pudieras escalarte
al encender retumbos de
amapola
en incertidumbre como labios
pero tú olvidas
te ciñes a la patria de los nunca
como lengua braza de ardientes
vampiros
como vaivén de llagas
transgresiones tú olvidas
esto con un paso
un solo paso tierno
de animal titubeante
me renuevas en futuras bocas
luego huyes desnuda entre la
selva
la sal o
su insignificancia
más no es el soñar contigo
ni la madre paria
cuando
me mira entre las ruinas.
Lo que me fallece o me renace
es tu cuerpo dividido en
porvenires
de tierra y aguijones de hambre.
Las putas
In memoriam José Clemente Orozco
Ya cortan los huevos
¿para qué quieren ellas, hombres idiotas
que degeneran en gastados muebles?
¿Para qué? Si risueñas y torpes
brotan con
las palabras
que no dicen nada,
pero clavan una espina en la esquina del silencio,
… y las manos, los pies,
las espaldas
de sus vástagos
se alborotan
por saber quién los amamantará en tanto ciegos
Dios bendícenos
con el látigo de tus alas,
en el atardecer
de incienso y oro,
las putas solo te ofrecen sus caricias de borrego.
En ruinas
cupido
“Cristo muerto sostenido por
un ángel”[1]
Antonello
da Messina
.
¿Por qué, niña, ensartas mi
corazón
en un crepúsculo de almas duras?
¿Por qué cuando tu piel
la encadenas a tu sombra tiemblo?
Agitas mar furioso
y después lo pulverizas en los
jirones de tu cama.
¿Por qué quiebras
la nueva palabra cuando en un
árbol transforma
a los javieres de leña que
calcinan esperanzas
de alas
rotas?
¿Por qué vuelves a despertar al
hombre
milenario que apagas
en negra dulzura de hembra
cuando de laberinto siembras
llagas
y mi tierra se esconde en tu
hueso?
Brusca niña guarda mi bestia
en un diamante sin palabras.
Niña que vacía todo fulgor en tu
falda de araña
que llueve tierra
y sepulta luz en el tuerto
que supura tanta costra
Niña vas entre el diluvio o la
muerte
y siembras tu puñal en mi pecho
tu boca
clamor
de un árbol que riega
a
este perro que mueve la cola
al
acariciarlo su amo
Soy
renuevo de alas viejas que no se sostiene
Eres alacrán que huye al alumbrar
mi boca
y yo no puedo negar que tu vida
mató a la Tierra
que por amor me perdí vientre en
esquirla hueca
Hoy eres sicaria de sombras
en mi niño fantasma.
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