LAURA TOPETE
Cada tarde.
Él venía cada tarde
Y nos amábamos como cerdos lujuriosos
Cuidándonos, dándonos el uno al otro
No había más, solo cada tarde uno frente al otro
El uno al otro entre la basura y el desconcierto
Explorando la tarde y nuestros cuerpos.
Él venía cada tarde
Y vivíamos un juego distinto, diferente
Cada tarde era única,
De tanto lacerarnos nuestros cuerpos eran los únicos sobrevivientes.
Él venía cada tarde
Y dejaba sus alas en la
puerta
Para desnudarla de su infancia
Cada tarde mordisqueaba su hombría
Y él me mordisqueaba la
amargura, la convertía en locura.
Él venia cada tarde y el paraíso estaba cerca, cerca muy cerca…
México tus tierras corrompidas ya están y desde
hoy, tierras de este hermoso país, queda prohibido que tus hortalizas, tus
maíces se usurpen por la biotecnología que todo lo puede pero que todo lo
acaba, como lo hará contigo, tierra bendita si te sigues dejando.
Prohibido te queda, tierra de un país
mágico, lleno de paisajes hermosos y gente bonita, que es claro, obvio México,
darle a tu pueblo a comer granos de cáncer, jitomates de mutaciones, comida
llena de inseguridad.
Tierra te
queda prohibidísimo perder nuestra biodiversidad endémica, la que es nuestra y
nos caracteriza como país, como nuestro rico maíz. Que no te das cuenta que te
contaminas a ti misma, que te haces infértil, te haces débil y haces resistente
a tus enemigas las plagas.
México no
puede apagarse en todos los sentidos, política, sistema, corrupción... No. En
su belleza natural, su rica comida, prohibida tierra te queda apagar esa luz que
caracteriza a este México. Prohibida tierra que seas mancillada por el abono
del dinero y como campesino al hombre de maletín y corbata que lucra con ella.
Los niños,
querer comer una manzana limpia de cualquier químico, así que prohibido tierra
te queda no dárselas a comer, porque dicen, que los niños son el futuro del
país.
Blanco y Negro.
Hoy me levanté con el pie derecho, y se sintió como
si pudiera escribirlo todo de nuevo. De pensamientos de armonía con el mundo,
de un día de risa, o un día de llanto, un día normal.
Pero dentro de mí sé que sigo siendo yo.
No puedo evitar tener enfrentamientos porque los
necesito, me debo a mí misma complicarme un poco la vida, porque es la respuesta
a las elecciones que tomo, y eso me hace sentir que crezco.
Hago todo mal, o al menos eso me dicen. Pero dentro
de mí sé que este es el guión que debo seguir, estoy trazando el camino hacia
mi libertad. Escribo mis propias palabras.
Y entonces digo…
¿Acaso intentas invadir mi mente, inoportuno? No me
mortifiques por favor, tengo suficiente con mis pensamientos airados y
frustraciones.
Pero dentro de mí sé que sigo siendo yo:
inteligente y apasionada, única e incomprendida, la mayoría del tiempo con la
cabeza en blanco y negro.
Y lo que me gusta es el hecho de que eres tan
complicado como yo.
Amo la vida, y quiero pasear por sus calles con mi
propia incertidumbre, con mi propia rareza, y decir mis propias palabras.
Es cansado pretender ser algo que no eres, tener
que ocultar tus pasiones y amoldarte al macabro sistema.
No soy una mala persona, solo estoy tratando
de hacer lo correcto, de no perderme en el humo y en la oscuridad, y lo que
trato, es ser tan jodidamente feliz como pueda.
Y dentro de mí sé que sigo siendo yo.
No puedo evitar tener conflictos, porque los
necesito.
Me debo a mí misma complicarme un poco la vida,
porque es la respuesta a las elecciones que tomo, y eso me hace sentir que
vivo.
¿Hago todo mal? no, eso es lo que me hacen creer,
pero dentro de mí sé que este es el guión que debo seguir, estoy trazando el
camino hacia la libertad, hacía la verdad. Escribo mis propias palabras.
Y entonces digo…
¿Acaso intentas invadir mi mente, mozo de ojos
oscuros? Tan incierto como el después de la muerte y el después de la
vida, después de la ocurrencia, después del deseo, después de la vaga voluntad…
Después de quererte, después de querernos, ¿¡qué!?
No me mortifiques por favor, tengo suficiente con
mis pensamientos aislados y ponzoñosos.
Pero dentro de mí sé que sigo siendo yo, y también
sé que no estoy sola. Somos unos malditos genios y nos olvidamos que lo somos,
estamos la mayoría del tiempo con la cabeza en blanco y negro, y nos gusta ser
así. Te gusta saber que soy como tú, y me gusta saber que eres como yo, nos
alineamos en la manía y en la insania, luego comparecemos ante nuestros propios
juicios, y se repite todo de nuevo. Volvemos a caer en el agujero. Eso nunca
cambiará…
¿Sabes por qué?
Porque amamos la vida, y paseamos por sus calles
con nuestra propia incertidumbre, con nuestra propia rareza, y decimos nuestras
propias palabras.
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