RICARDO SUASNAVAR
Tal
vez nadie sepa quién fue Chucho Anaya
Pero
eso es natural; no fue un hombre destacado.
Le
tocó ver los lagos recién exprimidos,
la
inmensa cuenca vuelta canica vacía
Un
asoleado y polvoso Nezahualcóyotl
que
no tiene nada qué ver con el rey.
Una
ciudad que brotó de la inmundicia,
que de la basura desenterró su dignidad.
Chucho era un niño cuando llegó a esas tierras,
las calles eran densa polvareda
y los postes de luz semejaban crucifijos.
Por los senderos no había más que pobreza.
no había más que aceptar la grava ardiendo
de esa tierra arrancada a la geografía,
extirpada de su función correcta
y puesta a funcionar de ciudad perdida.
Chucho caminó las veredas zarrapastrosas
sus piernas de tanto andar la tierra y arar
los caminos, de tanto vagar por donde
todavía no hay nada, por estos callejones
olvidados de Dios y de los mexicanos,
Ahí tienen que iba
Chucho por el terrerío,
Chucho siempre murmuraba al caminar:
“luna de la mañana, conejo aturdido tócame
devuélveme a mi
pueblo que ha quedado tan lejos
escúchame, lánzame contra el suelo de la milpada,
persígueme como el cacomixtle al huidizo roedor
cázame como los mendigos cazan siempre el día
siguiente, rómpeme las costillas, húndeme en esta
tristeza que nada hace sino joderme siempre un poco
la garganta, todos los días, no sé si es tristeza
o es este frío del llano porque nada está construido,
nada puede erigirse en el terreno de los buitres.
Hace calor: a ver si no se deja venir la lluvia
tendría que contlapachearme en algún tejado,
tal vez el de Juan el jumilero que es el más cercano,
a ver si no me corre por andar siempre diciendo
que lo que dice sobre Dios es pura pinacatada,
peregrina y pípila idea que no lo deja pensar.
Para mí que el cielo está vacío, no hay más que nubes
y aviones a chorro que lo atraviesan y dejan líneas,
algodonosas líneas que son siempre blancas ovejas”
Ansina mentaba siempre Chucho en la vereda.
Chucho vivía de vender timbres puerta por puerta,
puerta por puerta tocaba y comprobaba la inutilidad
de su invento eléctrico con doble zumbar
-Ding-dóng, ding-dóng,
ding-dóng-
porque a él le abrian aunque la puerta no tuviera timbre
porque en estas calles la gente se llama a gritos
de cualquier manera, nadie necesita un silbido artificial,
ding-dóng, para salir
a atender los chiflidos de afuera.
El negocio no iba a prosperar, y qué más daba que Chucho
caminara todas las tardes ofreciendo su ingenio.
Chucho acabó de estibador en una fábrica de Vallejo.
No fue un hombre destacado pero ¡carajo! qué más da
si a este país lo que lo sostiene no son los prohombres
famosos de los libros y las fiestas patrias, las vedettes
de la historia que no dejan más que el nombre en realidad.
Los castillos de varilla del país son los que trabajan,
los hombres como Chucho de los que nadie nunca
[se va a acordar.
Sombra de mi sombra
No la invoco
ni le cuento su nombre a los extraños
pero sé que mi sombra esconde un secreto
una negra engañosa impenetrabilidad,
una duda,
un desacuerdo,
un territorio indómito y salvaje
que les hace dudar un instante
antes de
acercarse. --
Sé que ya lo observó Eliot
pero vale la pena repetirlo:
Tu sombra por la mañana
siguiéndote los pasos.
Tu sombra cuando atardece
irguiéndose a tu encuentro.
A veces sueño que mi sombra no me sigue
se separa, se camufla por ahí
mi sombra
tiene una vida secreta.
Una vida que le hace olvidarme
aunque sea por un minuto.
No debe ser facil andar tras-de-mí.
Tener que andar recargada
en los botes de basura
en las esquinas
los ceniceros las tabernas.
Si yo fuera mi sombra
también me echaría a volar
de vez
en cuando.
Sobre todo por las noches cuando las farolas
pueden crearme una sombra artificial.
Estoy seguro: cuando duermo
mi sombra se va de regreso a su tierra
porque las sombras deben venir de algún lado
mentira que sean sólo nuestra propia refracción.
Las sombras nacen en un mundo aparte
paralelamente
Eso sí, surgen al mismo tiempo que nosotros
y nos son asignadas. Se parecen a uno
por puro accidente.
Nuestras sombras padecen este mundo.
no tienen la culpa
de tanto tiroteo de tanta confusión de tanto
tirano.
Estoy convencido de que si las sombras pudieran
dejarían para siempre algunos cuerpos.
O díganme ustedes:
¿quién quisiera ser sombra
de Enrique Peña Nieto?
Las sombras no son un recuerdo
ni un fantasma.
No.
Son una presencia
una otredad
una voluntad y una mente ellas mismas.
Por las tardes, por ejemplo, si pones atención
puedes escucharlas murmurar
con su voz tan sombra y tan tiniebla,
se parecen a algunos humanos
de negra máscara contra su misma vida
de negro pasamontañas del sureste:
"Nosotros nacimos de la noche
En ella vivimos
Moriremos en ella.
Pero la luz será mañana para los más."
La misión de las sombras se parece a aquellos
que tomaron las armas y las soltaron
que tenían dignidad, y se las quitaron.
Tampoco en los indígenas repara nadie.
¿Pero cómo se sentirá andar sin sombra?
Es como perder a la mitad de uno mismo
la mitad del ardiente amoroso loco espíritu
loco espíritu de aliento de notas
alentadoras notas dulces de la lira de Orfeo.
La sombra es la guardiana de la historia
y a diferencia de nosotros
ellas sí saben hacerse una sola
A veces deciden atacar
Todos conocemos el ataque de las sombras juntas
Pero no sabemos nada de su nombre
Es algo más que un presentimiento,
lo más cercano a su natura sería mentarla nostalgia:
De lo que fuimos.
(de lo que somos).
Conversación en el SEMEFO
Primer Cuerpo
Quién iba a saber que a esa hora tu cuerpo
ya había sido clasificado, “DESCONOCIDO ”,
decía la etiqueta que colgaba de tus pies.
y tu rostro, oh tu dulce rostro calcinado
por las llamas del plomo y el olvido
conservaba un amargo rictus de dolor:
como si la muerte te lastimara un poco
o una abeja te aguijoneara, infinitamente.
Qué tristeza tu cuerpo en la plancha
como un maniquí que será descartado.
Y la calle era como un suspiro a solas
y tus huesos rotos sonaban en las banquetas
y no podía sino imaginar tu sangre
serpenteando entre las veredas de la ciudad
tapizada de anuncios irreales:
“la tasa de homicidios ha disminuido
en un treinta y siete por ciento”,
“hemos recuperado esta ciudad
por tu seguridad y la de tu familia”
pero aquí no hay luz, no hay pero que valga
la muerte sigue agitando el agua en calma.
No todos hablamos el lenguaje de las balas
pero ellas se hacen oír con su terrible tornado
no se dejan ignorar, no se hacen a un lado,
el sonido de una bala no sabe de palabras
y la muerte no sabe de inocencias.
Pero no podemos callar, no podemos.
Hablar es nuestra única obligación, gritar:
¡muerte! ¡robo! ¡extorsión! ¡plagio!
de otra forma nuestro oficio no tiene objetivo.
El silencio es un privilegio de las piedras
un derecho que poseen los árboles y las plantas
pero no los poetas, no los escritores.
El poeta que ve muerte y calla, que ve sangre y calla
no es poeta. No
ama al oficio porque no ama a la vida.
No hay diferencia entre los versos y los días.
La poesía y la realidad están hechas de la misma
[sustancia.
Segundo cuerpo
En su habitación suena un réquiem
después de todo
¿qué otra música podría escuchar?
un réquiem es lo único digno
para la escritura de un poema
de este calibre
(con calibre no quiero decir:
potencia de fuego
sino potencia verbal
capacidad
de desgarramiento
de las palabras
proyectiles sin destino fijo.
capacidad de golpe contra las conciencias pétreas)
En realidad hubiera preferido escribir
sobre cualquier otro asunto
dicen que los mejores poetas son de tiempos adversos
pero
¿quién dijo que él quería ser poeta?
hubiera preferido escribir de amores y bellos atardeceres
No hablar de sangre y miedo, de toques de queda
de los abusos de un soldado
que siente que un arma lo vuelve plenipotente.
de periodistas muertos con la libreta en las manos
de
niños famélicos
que se meten a sicarios.
de madres huérfanas de hijos que guardan en su pupila
todas las tonalidades del azul.
de capos más conocidos
que el temible presidente municipal.
Cómo quisiera no escribir de todo esto.
® Ricardo Suasnavar
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