Aldo Ávila
PROFUNDO
SUEÑO
En esta hora en que contemplo al cielo
tan azul como al mar al que tiñe
y en el canto de ballenas escucho como asfixia
el ultimo sonido en un hondo reposo.
De ese mar de embrollo cae el enredo
del pescador de sueños
y mi cuerpo se entrega en las redes
de un verde pasto;
y soy sedado en el tejido en fina seda
que no se hilaría ni por el punteo de una
viuda negra:
redes, redes y redes que entrelazan mi vela,
mi vela de una noche que impulsa
al impulso de adormecidos bostezos.
Y al mismo asiendo en navíos
que se pierden sobre espesa niebla:
nubes, nubladas nubes como hambrientos
fantasmas
que se alimentan de dilatadas luces.
Soy una presa en el incierto destierro,
y si miro de vuelta a mi terrenal cielo
sé que escapar y volar seria caer en
naufragio
de un mar en cielo, de un cielo en mar;
donde aves que nadan, donde peces que
vuelan;
como sé si me asfixio , como sé si me ahogo;
en que agua me seco, en que viento me mojo;
en confusa somnolencia prefiero cerrar los
ojos
y despertar de nuevo.
Mi navegante petición de pisar un firme
cielo
donde aterrizar mis sueños.
SON DE
CAPULLOS TUS OJOS
Son de
capullos tus ojos,
y en la
metamorfosis después del sueño
se abren
y vuelan en forma de mariposa blanca.
Ah! es
tú mirada un vuelo libre
que
extiende sus alas cual pupila dilatada
y al
calor de la luz se alienta en su pulsación.
Es tu
ascenso el ansia de tus parpados
que al
inocuo pestañeo surcan el infecto aire.
Ah! eres
a la vista el deseo por contemplar,
pero a
veces tú llevas el polen al viento
y en oro
de anhelos llega a mi respiración;
que
se guarda en cofres que entierro
en mi
alergia mas desolada.
De mis
lagrimales se llenan las copas de brindis
y fue mi
tristeza, entonces, una oculta felicidad
añejando el alcohol que embriago las heridas.
Pero
otras veces de la miel del sudor te alimentas,
de mis
manos que suaves pretenden alcanzar tu hambre.
Es su
caricia un alimento que se consume
y llena
del calor del deseo deseas escapar
y
reposar a la sombra en que tu das sombra.
Es tu
blanco matiz la vida en contraste
para
diferenciar ante mi vista la luz en cada día.
SERPIENTE
EMPLUMADA
He
subido de nuevo a mi pirámide,
aquella
que quema mis pies como el sol
tan solo
para resplandecer y encontrarte
en el
más alto calor del vértigo.
Vahídos
de quemar parados sus plantas como inciensos
gritan
mis ancestros tu conquista
y me
siento imperante como el imperio de un emperador
sobre la
más baja llama de la pasión sombría.
Observo el descenso lleno de escamas
escalonadas
y de
ellas plumas de águila que brotan para volar su ascenso,
aquel en
que se eleva cayendo mi pulso
en la
mordedura de una serpiente emplumada;
despegando
desde aquí prefiero arrancar mi alado corazón
para
enseñarte como late el ultimo orgullo
puro de
hombre terrenal
en
sacrificio al sentimiento de su caída.
En mis
venas siempre hubo una lanza viajera
con el
filo del colmillo de una serpiente
y en su
punta un pulsante veneno;
mi
sangre fue el un escudo de águila en cada célula
y dejo plumas
en tintero rojo
listas
para escribir la descendencia de sus acciones
y volar con mis pies en la tierra
tal como
la serpiente emplumada.
Es el
espíritu que me aterriza a lo esencial
cuando
mi cuerpo ha tocado lo material;
es así
como se hacen los dioses
tomando
en los hombres su lado divino
para
sentir la guerra interna
y la
proeza de ganar su humildad
deslizando
en un vuelo sus aires,
tal como
la serpiente emplumada.
NOCTURNO FINAL
Muere en mí la vida que nunca vivió,
el latido de tu amor,
la sonrisa del pulso en tu boca.
Conjugue el lenguaje de tu cuerpo en futuro
junto a mi alma presente siempre de acciones
y di la vida al verbo vivo sin tiempo.
Como flecha lanzada se elevo mi espíritu
al infinito de un
destino.
Perfore las nubes forjadas del crepúsculo,
se hirió el corazón latente del horizonte
desangrando hasta el último rayo de luz
en el vacio obscuro de un nocturno final.
Ahora hay quejido de ecos solamente
la voz del fantasma de un futuro
el ánimo de una animada anima.
Si fue mi vida en ti la muerte de un destino
y del amor para siempre,
el saber que todo destino tiene un final,
el ignorar que todo final tiene un destino,
es aprender a morir junto a aquello que nunca existió
la mirada de una luz interminable.
CONFUSION
Siento el látigo del desprecio en tus manos
de
caricias tibias que azotan el clima en mi espalda.
Hiere el
viento del desaire en ráfagas
Y todo
azota como un huracán de condenas.
Parezco
sangrar como el alba que despunta
a la
herida que cerraron lo puntos cardinales
y todo
se pierde en dolor de confusión.
Zigzagueando
cierro las grietas en cruces,
desde el
lado de la vida a la muerte
cruzando
la marca por la que cruza el olvido.
La senda
en que mis dedos rozan
el
tropiezo de la comprensión,
de
rugosa carne erizando al nervio
que
estremece el centro de mi corazón.
® Aldo Ávila
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