IAN SORIANO
Ah banda
I
Los pilotos de la inconciencia
apostaron
a las carreras
camping
ondulante el de las sienes
pasón
triste a capela
La
virgen budista
El desierto rodante
La
melena que se quema
Los macizos a las jaulas
del
chorero ruiseñor que
dicta la misa
Una
pizca de Avándaro
Otra
copa al Woodstock
Un arco iris de siete
pistas
Armonía
en una roca
del más acá
Acetato
el sol
encuerada
la luna
de charol
un
melodeón el aguacero
negativos
los colores
Blanco
y Negro sicodelia
II
Tañe
la barrera del sonido
una
década estridente
1971
resurrecciones del oído
Jugamos
a la vida
con
todas nuestras cartas
sobre
un ajedrez de caramelo
Aquel
que no lame baila
su propia música
con
su cara de pipa
con
sus caquis de alebrije
con
sus piojosas liras
y
su alma hecha rastas
El
músico emite
la
clave de sol
que
descifra los acertijos
de
nuestros pasatiempos
con
el convencionalismo
del
locuaz torero que
es corneado
sacrificado
en Fa
en
la única cumbre de la pista
Ovacionado
por
los que venden su alma
a
precio de camión
Y
piden fiado
para
hacer la ola
Generosa
multitud que recuerda
su
cara de corcel
Y
entonces surge la sonrisa
en
las más maléficas caras
que
lloran como niñas
porque
saben
que
aquel que
se destruye persigue
su propia eternidad.
III
Denme
nupcias de infinito
Una
limosnita sin ton ni son
Paren
a la musa desbocada
que
se ríe de esta canción
Peace and Love
se
los tarareo
Rolen
la pipa de
la
risa
A
mojar las monas al Atlántico
Ningún
soldado custodia el mar
El
toloache de alga marina
es
más suave a nivel de ciudad
Urbanos
somos y con el Edén no damos
La
noche es pública y el bar es joven
Un
buque de arpegios y risotadas
naufraga
en el slam de los pechos
tatuados
con trazos de cirujano sonoro:
Cada
punto está disperso
Toda
línea libre de impuestos
Ninguna tragedia se pinta sola
A
la orquesta sinfónica la trajo una yunta
Bueyes
rabiosos emitieron los primeros solos
Con
paso virtuoso
la sonata de la tierra
el aire el agua el fuego
es
valseada por
una señorita y un licenciado
Espinados
por el hechizo del sudor
son
esquivos enfebrecidos
corderos
que entrecruzan suspiros
que
ya No se Pelean por el Poder
y
mejor se desnudan
sólo
se quedan con
los
tacones y la corbata
Ahora
sí
dispuestos
a perderlo todo
después
de la última pieza.
IV
Mis pastillas mis
sistemas me traicionan
Frascos
igual a pensamientos que revientan
Sueños
parecidos a números
con
males congénitos
a fealdad triunfalista
Me
lanzo por la ventana y
caigo en una siesta
Salto
de mi cama y me
cierra la puerta esta vida
Trenes
que pasan de largo caen
a limpios vacíos
El
sol de nuestros fondos sale
para
deleitarnos con su concierto
de
marimba
Ya
no más riquezas
me
harán soñar
El
canto popular
el del pueblo
nada más
Media bacha por un coro
tus
estrellas por mis flemas
y
los pezones de Alma Rosa
(tapamos con un rebozo a la encuerada
y con caricias)
El
fin del mundo antes que
más matanzas
Primero
una moraleja después
un Mantra
Más fe en
el organillero
que en la señora que lee la mano
Con
huipil y tanga entre manos
se resiste el frío de la noche
Antes del
amanecer la
alegría de una
serenata de albures sin
censura
Mi panfleto por
tu adagio
y ya entrados en el trueque:
Te cambio mis canicas
por tu inocencia.
El arte marcial
Como escupir en un estanque
sin permiso del agua
sólo para liberar la baba
Como una piedra
que se desbarranca
y sufre contusiones
del viento
en sus recovecos
y es sembrada al aterrizar
como una flor
sobre el río
Como las puntas de los pinos codiciadas por el relámpago
como vals de olas que no son de mar
pero saben a esbozos de sudor
Como pastel de espinosos mendrugos
saboreado con uñas, instinto e
infancia
Como la sangre que se momifica en las venas
de un cachorro-bestia
y le hace sollozar
como un cabezazo contra el gong
al llamar a misa un día de guerra
como el nido de revueltas contenido
en
la paz del pecho al que atravesó la
espada
Como una vasija de miel
recelada por borrachos
durante sus jornadas
más severas de sed
en las que mastican vértigo
al atravesar un inviolable compás
Como cuerpo que arde en leña verde Bailando
Como el otoño que sólo entre la caída
de sus hojas es rey
Como pensar
a un nudo como a un presagio
Como hacer las paces con letalidad
como decir:
sujeté a mi destino por el ala que le
cojeaba
Así es el arte marcial.
PREMATURA MELANCOLÍA
I
El primer puño de aire
nos
hiere
destrona
nuestras
mandíbulas
el
primer llanto
el
amor del vientre cesa
nuestro
anonimato deja de ser
el
primer naufragio es nuestro cuerpo
nuestro
tino animal se disuelve con el lenguaje:
a
medir con el hogar el mundo
a ser un boy scout
de traspatio
el profanador del altar materno
-donde nada debiera ser roto-
el deshollinador de sus faldas
que olfatea y marca su territorio
de perdición
el que por legítima vez
sintió la muerte
al tragarse una canica
el que odia a los gatos
porque ellos así le miran
el que hizo bolita su corazón
con el ardor de
la bofetada de
la primea niña
que lo abandonó a la mitad de un patio
el reza-suertes
el pisa-sueños
el raya-pupitres
el ido de pinta
el mea-piscinas
el viola-maestras
el pinta-caricias
el huele-éxtasis
el que sólo así puede
jinetear con travieso desdén
las carencias que todavía no existen
O puro llanto y risa
aunque le partan la cara
o el
caballo de madera
o al perder un diente reciba
las mentiras sobre el ratón y sus
tesoros y
el Ángel de la Guarda
o golosinas prohibidas
o manazos afectuosos
lo perturben
o sus papalotes se precipiten
hacia el final de su infancia y
con
ellos
él caiga
por la borda y aterrice
en un columpio
desde el cual le enseñen
a ver el cielo
y la poesía de la ciencia:
“todo cae por su propio peso”
II
Un
aplauso –que no escuchamos-
de
dos procreadores
retumba
en nuestro pecho
y
hace del bautismo el
principio de una tragedia
digna
de vivirse.
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