LLUVIA:
I
Tres
semanas
de lluvia,
al reflejarse
sobre la pared,
un rayo de sol,
parece nuevo.
II
En la tarde el
cielo
se nubla:
grandes nubes
me acechan
en forma de
submarinos,
ballenas,
barcos…
III
El
lecho del río,
casi seco,
fue subiendo
su nivel
al paso
de los días:
llegó al
límite
del desborde
y ahí se
quedó.
IV
La mañana es
soleada,
la gente sale
a la calle
sin temor a
mojarse:
el sol entró.
V
El sendero no
existe,
en su lugar
se aprieta la
hierba,
hierba con
flores.
El sendero
es
intransitable.
VI
Ante
lo girasoles
mi casa
se hizo enana.
Los altos girasoles
velan su
sueño.
LOS SUEÑOS:
Mi
padre vino anoche,
para
decirme que quiere
morir en su
pueblo.
Estoy
en el estrecho de Bering:
en el extremo
opuesto veo al Himalaya.
Decido
tomar un barco
para llegar a
la gran montaña.
Un guía y yo
abordamos
Una embarcación,
partimos…
Anoche
se reunió la familia:
mis hermanos y
sus hijos,
para convivir.
Platicamos,
comimos,
trabajamos en
una escuela
ubicada dentro
de la casa.
Primer sueño:
vino a
visitarme
mi amiga
Diana,
bromeamos,
como siempre.
Segundo sueño:
fui por el
desayuno,
para mi
familia
y me extravié.
Tercer sueño:
mi hijo vino
del extranjero,
paseamos
juntos
como cuando
era niño.
En el desierto,
en sentido
opuesto
a una tormenta
de arena,
un hombre
camina.
Ignoro
si soy yo.
Vinieron por
mí.
El ejército
me acusó de
subversivo,
de formar un
grupo
para derrocar
al gobierno.
Los soldados
me llevaron
al campo
militar
para
interrogarme.
Tenía una
hija,
la llevé a la
escuela
en bicicleta.
A medio día regresé
por ella
pero
no la encontré.
A
la entrada de mi casa
sobre un
montón de arena
yace un perro,
echo arena
sobre el cuerpo
para evitar el
mal olor.
El perro
revive
empieza a
acosarme
hasta que se
agota
y va a morirse
al lugar
donde lo
encontré,
le vuelvo a
echar arena.
Un sobrino que
vive en Chicago,
quien me
quiere como a un padre,
se vino a
vivir a México,
puso una
tienda de abarrotes y,
con su esposa
y tres hijos,
vive
tranquilo.
Mi hermana mayor,
fallecida hace
tres años,
me visitó dos noches:
la veía
apurada,
corrigiendo a
sus hijos.
(Anoche me
llamaron por teléfono
me dijeron que
un hijo de mi hermana
está en la
cárcel.)
Algunos
familiares nos reunimos
para ir a
visitar a mi sobrino y,
de ser
posible,
sacarlo de la cárcel.
La pesadilla
recurrente.
Unos sujetos
tratan de entrar
a mi casa para
robarme,
y quizá,
quedarse en
ella.
No puedo
moverme,
por más
esfuerzos que hago,
para
atacarlos.
Por fin
despierto.
Una joven me
mira
con simpatía,
con la mano me
llama,
desaparece,
me pregunto
quién será,
cuándo la
volveré a ver.
CECILIA:
I
Juntos
y distantes
estamos ahora:
con plena identificación mutua,
con la confianza de saber
que uno cuidará del otro,
trabajamos,
seguimos unidos
con un poco de amor,
tal es nuestra sagrada voluntad.
II
Recuerdo la cita
de hace cinco años:
Venus, era una copia
de tu cuerpo,
de la carne dibujada
sobre tu ropa.
Quedé mudo cuando te vi,
inmóvil ante tu belleza.
III
La segunda cita,
pobre niño,
me abandoné
en tus brazos:
vagué entre las estrellas
de tu pecho,
entre tus manos tibias,
a orillas de tu pubis,
por un momento
me
sentí inmortal.
IV
Nuestras citas fuera del mundo
se sucedían: la dicha llegaba
si estábamos juntos
un momento;
no había más vida
que la nuestra
sobre la tierra.
V
A tu lado crecí:
“Ahora eres un sabio”,
dijiste, en vez de decir:
“Te he hecho un sabio”.
VII
“No soy más tuya”, dijiste.
El amor había terminado.
Nos alejamos.
Nos veíamos a lo lejos,
con indiferencia.
VII
Amabas a otra persona.
Esperé.
Te desengañaste al fin.
Regresaste a mí con alegría.
Hace tantos años de eso y tan pocos…
VIII
La vida es
La comedia
de las equivocaciones:
me enamoré de tu amiga,
te dejé,
creía ser feliz junto a ella…
IX
Ignoro lo que ocurrirá
ahora entre nosotros:
hemos madurado
después de cinco años,
nos vemos frente a frente,
íntegros, dispuestos
sin saber a qué.
®Jaime Velasco Luján.
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