MAURO HERNÁNDEZ
Acá el link de la entrevista completa
http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/index.php/palabras-urgentes/14051-mauro-hernandez
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Ustedes
aquí
sentados
al
rededor de mi opulento deseo de hacer.
En
el pináculo de mi juventud
he
moldeando a lija fuerte el alma.
Aquí los reúno:
esto
no son mi lamentos
esto
no es el grito
ni
de dolor ni de placer.
Esto
es la figura hecha.
Recuerden, Huracán es el corazón
del cielo
tres
relámpagos llevan su pulso.
No se hace sin la fuerza ígnea.
Aquí
la manifestación de mis pulgares flamígeros;
de
mi cuerpo vértice del espiral:
Porque las cosas ya no me resultan
interesantes
Empecé por
desconfiar de la magia.
Mis
recuerdos genuinos son un cartón expuesto a la pendiente; atado de un estambre
hinchado, debilitado por la sal; por el flujo.
Sólo el
océano me recuerda el pulso del primer empuje cinético. Pero desde aquí no lo
escucho, no alcanza para tanto el oído.
Donde nadie
va porque es mi sólida cabeza
va
el mundo.
Donde nadie
se presentó
va mi voz cantante del flujo primero.
Mi vida es
la distancia entre mi piel y mi intelecto
entre
el alma y el espíritu.
Para la
memoria
el trueno
desesperado
que cae y fulmina
que cae para ubicarme en el
espacio
que cae para presentarse
sonido
de algo tan
lejano
tan
fuera de nosotros.
Trueno que descifra las
distancias
para
entender
mi
ausencia en el lugar del rayo.
El rayo cae
en la montaña.
El árbol
queda carbón.
El trueno
cae en la memoria
sacude
mi cóclea a las neuronas
estoy tan apartado de las llamas
del bosque.
Desperté y me pareció haber
reconocido el dedo de Dios detrás de todo esto;
supo
que iba a ganar al pisar la tierra.
El pulgar del primer simio hombre
desapareció en los formoles antiquísimos.
Los creadores duermen en su propio
caldo proteínico.
Entonces
viene alguien
sudoroso
y sangrante
con
todo la bilis que escurre y mancha verde el pasto,
Y
dice: yo estaba aquí antes.
Según
él desde siempre,
y
cambia azul lo que no le gustaba en negro.
Y
crea el caos
y
luego se desentiende
y,
después de mucho tiempo
cuando
ya es incontrolable
nos
pone la mira en la frente
y
espera ser comprendido.
Quién
comprende qué
¿qué
los diluvios se suceden unos a otros y no paran?
¿qué
hay tantas cosas,
unas
minúsculas como el excremento de un protozoario
otras
inconmensurables
como
la corona solar?
¿qué
pueden sacarnos el alma
en
un hilo fluido que no se rompe hasta agotarnos?
Tampoco
el primigenio sabe algo.
Toda mi ternura, toda mi belleza
de ancestro joven
las
obtuve del siglo de las luces
de
los cuellos perdidos por el silencio de los dioses
de
la castración del cielo
del
fuego y del oxígeno gastándose mutua y continuamente
de
la primer partícula orbital del sol:
regla
simbólica de la danza
anterior
a la expansión del mar sobre la tierra
y
de la tierra salida de los océanos.
De
mis células
componente
intermedio de aquella danza;
cuándo
no hacían preguntas
giraban
a grito suelto.
Antes
que el soñador pudiera mojar sus pies
yo
ya estaba porque estoy ahora.
Desde entonces envejezco.
Aporreada la tierra
el
mundo será verde.
Las ballenas se perderán al fondo
del abismo
sus
cartílagos llenarán, pondrán los cimientos,
será
la marea por sus colas.
Sus
grandes pulmones
hechos
roca serán las cuevas,
y
el bosque entero andará
para
prender de nuevo fuego.
En
vez de hojas
racimos
de ojos y orejas,
ya
inertes, ya musgo.
Nadie
tendrá miedo
será
cuestión de mantener el ritmo
y
no pensar.
Las ratas
siguen vivas bajo los charcos.
No debemos
confiar de alguien que, puesto boca arriba, no se sabe levantar.
Menos poner un columpio con la
esfera en su mano.
Pero me
dicen:
Ya no hay esperanza, entonces
debemos esperar la fuga y así
nada más
Calmar nuestro significado con
nuestro propio cuerpo por siempre
¿así
cómo?
si
no sudara: ¿probaría que no existo?
¿Entonces
qué pretenden de mí.
Amo, esclavo
genio de la
lámpara
conejo blanco
pájaro de ramas
luciérnaga
inextinguible?
Dueño de las sobras.
Por ahora
dejo de nuevo quieto mi dedo frente a mi boca.
Proclamo lo
proclamado. Pero
todos
tenemos el derecho de salir corriendo de aquí.
Tampoco
somos de metal.
El temple
se
adquiere por dentro
se
gana en los vértices.
Nuestro centro es el músculo.
Cuerpo punto
de presión/ ancla;
chispa
que camina en la mecha.
Tantas
vírgenes
para tantos dioses.
Tantos
árboles
para tantos hombres
que andan en
sus búsquedas.
Tantos
tonos de verde
para tanta hoja suelta.
Tantos
ocres
para tanto héroe sacrificado
para tanto noble humanista.
Tantos
universos paralelos
como tantas moléculas
en tantas
estructuras
en
tantos componentes químicos de la materia.
Y
la luz que se escapa a las proporciones.
Devorarnos la serpiente
Ya sobre mis costados llevo tu olor.
Si
quieres secar saliva
que
sea sobre mi hombro
con
mi antebrazo.
Por mi pecho la navaja.
Es
tu dedo, corta a este
contorno
indefinido.
Mi escape es la cólera por ese
índice-cuchillo.
Muerdo tus yemas-alfalfa de conejo.
Y existe el silencio.
Cuando
nos atrapa tres segundos
nos
suelta de frente;
perros
con la espuma
hasta
en las orejas.
Percibimos murmullos
de
un búho borracho: calla su pico con la cola del ratón.
Con ese ratón morimos
con
ese búho nos devoramos;
eres
serpiente sobre
la
crin del caballo
eres
la grupa
llano
donde
se
construyen imperios
el tiburón
masticando
esos imperios.
Entonces
corremos
uno y otro
como
si pegando nuestro costado
saláramos
la carne.
Pero en realidad sabemos que,
para
devorarnos la serpiente
tiramos
la manzana
alimentamos
nuestros gusanos.
(Que
se ponga el mundo
a los pies
entre
los dedos
por
tres segundos
por
el resto
por
el tiempo que tome secar el corazón
al
fuego
y
la hoguera sea fierro quemado.)
Fileteo su tierna carne
y
la ofrezco a tu nariz.
Devorarnos y a penas
se
mira el ojo y esas cejas que lo cuidan.
Somos buitres
o
mazorcas para los asnos.
Devoramos la serpiente
para
robar lo que dimos a los dos
a
los tres,
a
todos.
Vendrán
después de hoy
y
cuando mañana se escriba que existimos
partirán
al árbol
ellos
ahora harán leña
e
intentarán quemar
la
serpiente hoy ya en nuestras entrañas.
Contra la serpiente
por
sencilla
por
quemar su vientre
por
amar la tierra.
Somos
nosotros
que
nómadas sacudimos hierba:
bebimos
las gotas para la sed que dejó
rumiar
la vida entre ambos.
Saldremos
y
la superficie nos pesará.
Pesará
más y el cuerpo mismo.
Por lo pronto dime
¿cuándo morirá por mí ese hombre?
Tú casi no lo sientes;
como
si no existiera
como
si nunca hubieras tenido uno
(coraza
guarda un corazón)
¿por
qué no me lo regalas entonces?
Y así
poder tomarnos las manos
los
cabellos
los
cuellos
el
fin del mundo
tocará
la puerta.
Ahora, sientes esta calma.
Hueco,
aire entre nosotros
es
más nítido cuando se acercan
cuando
otro ronda tu escarcha.
Me dejarás atrás;
con
los incendiarios.
Lucho para mantener
esa
tensión sobre tus muslos
mantener aire que era nuestro.
Como
si no te hiciera falta;
lo
diste a otros.
Como
si tu pecho fuera tan grande
y
partiera lleno de todos los vientos antiguos.
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