Raymundo Manzanares
EL
PROPIETARIO
De nuevo el interrogatorio,
aquí estoy, esta mañana…
¿Tarde? ¿Noche?
Frente al individuo
que hace las preguntas
y formula
la misma cuestión,
la que todavía no contesto,
la que me ha hecho tantos días…
¿Meses? ¿Horas?
¿Minutos? ¿Años?
-¿Tú, quién te crees,
qué tienes?
En tanto que su luz necia,
estúpida, aferrada
me cuece los ojos.
Pero nace la certeza…
¿Esperanza? ¿Milagro?
Contesto:
¡Soy el propietario de mis sueños!
Por dentro me alegro.
Aquella frase
sale de mi boca espontánea,
como el descubrimiento
reciente que es.
El desconcierto
me invade súbitamente,
ante la inconcebible e irreprimible
risa del uniformado,
que brota a borbollones
como la sangre
de una gallina degollada.
El fluido vital inunda
mi anonadado rostro,
e irreverente a su autoridad
digo -Pero tú;
policía, militar, sacerdote,
esclavo del uniforme
¿Cuál es tu posesión?
Número en una lista
¿Qué tienes
tú?
Su risa se borra,
me reprende molesto
y me ordena
decir
qué hay en mis sueños.
Contesto:
Hay pasillos que recorro,
puertas que
abro,
tras una de
ellas
hay una
laguna
en la que
caigo,
donde casi ahogado
braceo, pataleo,
llego a la orilla
con mis últimas fuerzas.
La realidad me golpea
y lloro
El interrogador estalla
mal conteniendo su risa
dice:
-Tú (hu-hu-hu hu hu)
no tienes nada
(hu-hu-hu)
los sueños (hu-hu-hu)
nada son soñador.
-¡Soy el dueño de
mis sueños!
que la vida sueño es.
Luego entonces
soy el dueño de mi vida.
¿Tú qué tienes?
Yo creo que
tú
ni siquiera sueñas.
Realmente tú
no tienes nada.
-¡Soy el propietario
de tus sueños!
¡Soy tu psicoanálisis!
¡Tu represión!
¡Tu
violentador!
¡Yo hago nacer
tus sueños
y también los hago
morir!
(Versión 2009)
SI ME ACUERDO
Conservo en mente
Cada paso dado,
Desde la cúspide,
Que dan inicio
Tierra poseedora
explorados ya por mí
con aventurera avidez:
sensibles terrenos,
apenas tocaba yo
una o la otra cima
el gigante afectado
encandecía, a punto del estallido.
Estando en cualquiera
De ambos pináculos,
E incluso entre ellos,
Se puede mirar
A la tupida selva baja,
Prometedor paraíso,
Esperando una visita.
Para llegar a este sitio
Se desliza uno, suave,
Por el desierto,
En cuyo centro se haya
La inequívoca huella
De lo que fuera un oasis,
El que nutrió
E hizo crecer esta tierra,
Pero que hoy sólo es
un recuerdo sembrado
Al otro lado de la selva
Aguardaba por mí
la gruta húmeda
que me llamó para habitarla:
Apenas mojé mi cabeza
en su tibia entrada,
mas no pude llegar
hasta el fondo,
para bañarme completo
en sus manantiales;
el camino era estrecho;
yo, recién lesionado,
no estaba en condición
de transitarlo.
Tras la gruta
dos redondeados cerros
en una inmensa loma culminan.
fui arrojado del planeta
por extraños movimientos astrales.
El universo,
en constante flujo, gira;
Giro yo con él y contra él.
Estoy de nuevo
frente a este mundo;
pero aturdido.
Descanso, respiro,
lo he visto lejos,
ahora me acerco a él.
Parece mentira,
pero es verdad,
me aproximo lentamente
para construir
mi habitáculo,
para vivir en la gruta,
para sembrar en ella
mi cuerpo humedecido.
(Versión 2009)
PÁRPADOS *
Andar la misma
calle
sin encontrarnos,
frecuentar los
mismos lugares
sin hallarnos:
rasgos inesperados
en una misma cara
del tiempo
que ambos
habitamos.
El rostro elástico
en el que tú y yo
ocupábamos, hace
un instante,
dos párpados
opuestos
en una misma
mirada,
hasta que un guiño
nos hizo coincidir
entre pestañas,
en un momento
oportuno e
inesperado,
con mejor fortuna que
otrora
cuando coincidimos
entre sus dientes,
de donde caímos
hechos pedazos:
Tú con el pecho
molido,
yo con el mío
hendido
precipitados
luego,
de un flanco
a otro de la
lengua,
nos perdimos
en el inmenso
cuerpo
del
espacio-tiempo,
hasta esta ocasión,
en que vecinos
de un mismo ojo
tuvimos la fortuna
de quedar unidos
en el ensamble
de los párpados..
cuando tiempo
deshizo el guiño
me aferré a tus
tobillos
para mantenerte
junto a mí... Lo
logré,
hoy exploramos
nuestros cuerpos
en el corto
espacio
entre dos pestañas,
en el angosto
canto
de un párpado.
imprudente
nos vuelva a
separar.
(2000)
® Ray Manzanárez
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