JESÚS DE LA PEÑA
La niña oscura
Ella
se mastica las ventanas
mientras
un cráneo le lame las piernas,
vive
con lo acantilado del suicidio
en
la mano,
la
más vieja niña del circo
tiene
esperanza de tigre
tras
sus ojos de jaula.
Ella
no es otra sino yo
hombre
de tijeras en lugar de tráquea
cuento
enlodado de sombras
yo
me preocupo por sus huesos
ella
en la noche se masturba
y
emprende vuelo,
no
se preocupa por nada.
Ella
(yo) mujer fundida de ramas
no
da fruto
estamos
como infierno,
ella
deambula en las calles que corazonan
la
maldad de los espejos,
camina
con la falda corta esperando
que
un milagro la mire con morbo
le
chupe los senos
le
escupa esperanza.
Yo,
con la voz grave dibujo pentagramas
(no)
para que los toque el diablo,
le
prometo que acabaremos pronto
con
este reinado de tumbas y hermanas que sufren
pero
ella me ha perdido la fe,
grita
dentro de mis ojos y descuartiza ángeles
que
de su sangre transparente ensucian mi rostro.
Ella
soy yo, hembra de demonios,
niña
sola en el abismo de mi cuerpo
hace
poco creímos que una mujer espiral de selva
nos
curaría los panteones,
somos
tontos equivocados de siglos
nos
arrancó el sentimiento
como
se arrancan los ojos del espía
aún
en el humo de la nada se dibujó
un
meteoro que en su impacto
dejó
caer el sueño y todos los sueños
en
una pirueta tan luminosa
que
apagó el rastro de las lluvias
regresando
al pasto seco su condición de fantasma.
La
niña llora en mi cuerpo
su
llanto me duele mil sepelios,
le
tejo un vestido con mis ganas de ser otro
ella
cruje de melancolía
a
veces por el miedo reza
retumba,
y
entonces cuartea
las
paredes de mi tiempo.
Somos
un solo ente
niña
sucia de penas
rota
se sombras,
eterna
por lo grave
alacrán
en la memoria
hija
del diablo.
Niña
oscura,
Deshebra
la vida
planta
en tierra fértil
tu
pequeña calavera,
que
si este paso oscuro
es
nuestro barco
vayamos
girando,
el
timón al horizonte.
Ríos Subterráneos
Tartamudo de suelo
repaso los días como página en blanco
y no consigo mancharla con algo más que ceniza
de lo que fueran mis labios en el brillo
o la podredumbre del verbo que péndula en mi lengua.
y no consigo mancharla con algo más que ceniza
de lo que fueran mis labios en el brillo
o la podredumbre del verbo que péndula en mi lengua.
Soy la materia que
escupe un pájaro parido por la nada
no sé quién, de mala forma, me otorgó la mentira del fuego
si en mi nada nada arde
si en mi nada nada quema.
no sé quién, de mala forma, me otorgó la mentira del fuego
si en mi nada nada arde
si en mi nada nada quema.
No importa que estos
versos no sepan defenderse
esta padecería de espejo viene de dentro
de donde las raíces lloran el origen
en el centro de un ojo que no habitó la calma.
Cómo podría ya avergonzarme
de donde yo solo he llegado
de donde yo solo he nacido.
esta padecería de espejo viene de dentro
de donde las raíces lloran el origen
en el centro de un ojo que no habitó la calma.
Cómo podría ya avergonzarme
de donde yo solo he llegado
de donde yo solo he nacido.
No hay pista del
secreto de la puerta
no hay salida para este luto de luciérnaga sin lámpara
y escribo ya no por poesía
era cierto que no soy un poeta
soy un pedazo de algo crudo
sin sal ni dulce, crudo,
como la confesión de un asesino
arrepentido de la luz del mundo.
no hay salida para este luto de luciérnaga sin lámpara
y escribo ya no por poesía
era cierto que no soy un poeta
soy un pedazo de algo crudo
sin sal ni dulce, crudo,
como la confesión de un asesino
arrepentido de la luz del mundo.
Dicen los poetas que
la voz de mi generación
se incendia
¿y qué pasa con los paridos por el hielo
con los dueños de la sombra
los hermanos del cuchillo?
No estamos en los libros
somos ríos subterráneos
no existimos.
se incendia
¿y qué pasa con los paridos por el hielo
con los dueños de la sombra
los hermanos del cuchillo?
No estamos en los libros
somos ríos subterráneos
no existimos.
Un país hecho mujer
cincela su palabra
y nunca una bala me dolió tanto
no es la locura el conflicto del hombre
es lo animal del demonio en mis ojos
nuestros ojos.
Es necesario dar cuenta, de alguna forma,
que alguien renunció
a la condición humana de todo el continente
siglos antes de que yo naciera.
y nunca una bala me dolió tanto
no es la locura el conflicto del hombre
es lo animal del demonio en mis ojos
nuestros ojos.
Es necesario dar cuenta, de alguna forma,
que alguien renunció
a la condición humana de todo el continente
siglos antes de que yo naciera.
Ahora las voces de
mis voces
me preguntan por las jaulas
y respondo que son un lugar seguro
territorio de románticos en ruina
raíces artificiales sin fruto
ni siquiera árbol.
¿qué si las conozco?
Claro,
lo suficiente para hacerme estado líquido
y escurrirme por las rejas
sin siquiera mirar de reojo
para no tentar al vicio.
me preguntan por las jaulas
y respondo que son un lugar seguro
territorio de románticos en ruina
raíces artificiales sin fruto
ni siquiera árbol.
¿qué si las conozco?
Claro,
lo suficiente para hacerme estado líquido
y escurrirme por las rejas
sin siquiera mirar de reojo
para no tentar al vicio.
Llego al subsuelo de
mi forma
con el estómago de mi corazón vacío,
peleo a muerte su alimento
que no es más que un motivo de cerámica
que siempre rompo.
con el estómago de mi corazón vacío,
peleo a muerte su alimento
que no es más que un motivo de cerámica
que siempre rompo.
La molécula de mi
verbo se hace pesada,
me refugio en el propio pensamiento
y desplomo en capullo de sábanas
rogando una cuerda para ahorcar el suplicio
que me crece de los huesos.
me refugio en el propio pensamiento
y desplomo en capullo de sábanas
rogando una cuerda para ahorcar el suplicio
que me crece de los huesos.
Desemboco en un
racimo de orquestas
que confunden mi cabeza
escarabajo.
que confunden mi cabeza
escarabajo.
Al final me quedo
fluyendo
siempre solo, solo, solo
entre mis oscuras rocas
igual que los ríos subterráneos
en los que se sumergen
las plegarias del mundo.
siempre solo, solo, solo
entre mis oscuras rocas
igual que los ríos subterráneos
en los que se sumergen
las plegarias del mundo.
LOS
TRISTES
Quién demonios nos cosió la tristeza en la lengua,
por qué no podemos hablar de trenes
sin imaginar una señorita partiendo,
desdibujándose en las vías para no volver.
Por qué nos duelen los héroes cansados,
las guerrilleras caídas,
los corazones de trapo.
Por qué nos duele el vuelo de las golondrinas
cuando despegan del tejado hacia ciudades violentas.
¿Acaso vale la pena ser triste?
hacerse escarabajo y husmear en la memoria,
incluso en la memoria podrida,
en nuestro niño quebrado,
en dolorosos desechos
donde palpita la sonrisa
de fracasadas esperanzas.
Los tristes somos flora del desierto,
cactáceas solitarias,
traemos alfileres en los ojos
respiramos a través de las espinas.
Tenemos sed eterna,
florecemos con el diluvio femenino.
Hay quienes afirman que los tristes vuelan,
y es verdad porque ayer vi un niño triste
fugarse al cielo,
ascendió para alcanzar las nubes de azúcar
y saciar su hambre.
Los tristes cargamos verdades pesadas,
muy pesadas,
lo ven, ya estamos llorando.
Se ha intentado extinguir a los tristes,
incluso se nos ha prohibido la entrada
a lugares donde conviene fingir risa,
se nos ha prohibido navegar,
a menos que tengamos puesta una máscara
de hipócritas cerdos contentos.
Soledad es el agua con la que nos bautizaron,
somos condenados a extraviar amores eternos,
a que nos amen señoritas y después nos odien tanto
que el agua de los ríos se vuelve en contra nuestra
y no dejamos de extrañar
a quien quisiera vernos
con un puñal atravesado en nuestra boca.
Así somos los tristes,
un poco absurdos,
un poco graves,
animales de tierra,
animales de agua,
también volamos.
Y a veces,
sólo a veces,
reímos como locos
cuando el ave pasa,
cuando llueve suave,
cuando nadie muere.
Los tristes cargamos verdades pesadas,
muy pesadas,
lo ven, ya estamos llorando.
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