GALO WITHAKER
Polaroid desde el balcón de un peripatético no muy conocido.
La calle se va ensanchando en esa hora en que la luz se precipita desde las farolas. Se nutre de frentes aperladas; las gotas que alcanzan a pasar más allá del cuello almidonado caen al piso y fecundan la sombra de los transeúntes. Algo esencial se desprende de ellas y sube hasta que se desvanece entre las corbatas y los bolsos que remueven con su paso el vapor humano tejido en las corrientes. La calle crece, respira y se convierte en casa. Hombres viejos se recuestan a los pies de lo divino, viejos todos ellos. Abuelos de las discotecas; padres de las horas laborales. Esperando que la jubilación - misma que les tomo tan de sorpresa un día- por fin termine; hombres jóvenes, vigorosos caracoles que se dejan la vida a cada tramo recorrido, de aquí para allá y de allá para aquí. -Siempre aquí y allá de ida y vuelta- excelentes muchachos; responsables, respetables.
Reemplazables todos ellos, tan perfectos que aquel puede cubrir con su mano exactamente la misma porción de futuro que éste - Y viceversa- siempre alertas de que el reloj no pierda ni un sólo segundo.
Porque la casa-calle tiene ventanas, es que podemos, desde otra perspectiva, mirarnos a nosotros mismos zumbando de un lado a otro intercambiando signos, planeando escapes, poli(t)nizando arterias congestionadas que desembocan velozmente en otras calles, sin duda no son la nuestra por eso las miramos desconfiados. Expresiones mínimas, ceños levemente más fruncidos, cejas que esconden secretos, pupilas hondas hijas del pozo de Democrito, pequeñas arrugas como dardos, listas para anticipar nuestro futuro, miradas extrañas nos distorsionan como la visión de los espejos a las cinco de la mañana.
Ahí la re(ve)lación.
También crecemos nosotros, y hay que ser francos, el espacio ya no basta, bultos apilados, archivos resurrectos forman Torres, muros, vallas dificultando cada vez más el que se pueda mantener la estructura de nuestros propios códigos. El espacio no es suficiente, y la gran plancha del orden cuantifica pérdidas y divide lo que resta. Los monumentos miran con desaprobación cada suceso y la homogeneidad se hace latente. El riesgo de contagio crece. La calle entonces se vuelve vacuna. Se hincha, se aglutina disforme y rompe las barreras del lenguaje.
La calle vive! Son las nuevas fiestas patrias de la república del "Aer" los sombreros vuelan y los bolsos ruedan calle abajo, cada zapato vuelve al cementerio de donde ha salido y aquel hombre de allá, y la mujer que mira a través del cristal, sonríen hasta que el rostro se les vuelve la experiencia del instante en que la luz desciende al mundo, para medir la magnitud de la existencia.
República del Aer.
30 de Corriente de 1&"9
Quimer
Me gusta pensarte
porque sé de cierto que existes.
Luego te imagino detrás de un leve velo que distorsiona tu imagen,
entonces eres Scheherezada cuando me miras y tus párpados son bajos,
levantas el mentón y ya eres la octava mujer de barba azul.
Tu rostro cambia, se llena de sombras,
se vacía.
Pero entonces no eres tú.
La aberración cromática que sé planta
entre mis ojos y tus ojos es un espejismo delicioso.
Todo lo que habita en mi trata de apoderarse de tu imagen,
de adorarla como a sí mismo.
Fardo terrible de tenues sedas
cubriendo a la virgen, al diablo, al ímpetu de las venas.
Por eso me alejó, me siento a un paso de gato de distancia,
para que se respire aire y no sueños entre nosotros.
Necesito mirarte desde la perspectiva total del aquí y ahora,
despojarte de toda virtud, bordarte entera de defectos,
de corporeidad humana,
llena de sangre y camino.
Viva.
Saberte real
y sin reflejos.
Polaroid desde el balcón de un peripatético no muy conocido.
La calle se va ensanchando en esa hora en que la luz se precipita desde las farolas. Se nutre de frentes aperladas; las gotas que alcanzan a pasar más allá del cuello almidonado caen al piso y fecundan la sombra de los transeúntes. Algo esencial se desprende de ellas y sube hasta que se desvanece entre las corbatas y los bolsos que remueven con su paso el vapor humano tejido en las corrientes. La calle crece, respira y se convierte en casa. Hombres viejos se recuestan a los pies de lo divino, viejos todos ellos. Abuelos de las discotecas; padres de las horas laborales. Esperando que la jubilación - misma que les tomo tan de sorpresa un día- por fin termine; hombres jóvenes, vigorosos caracoles que se dejan la vida a cada tramo recorrido, de aquí para allá y de allá para aquí. -Siempre aquí y allá de ida y vuelta- excelentes muchachos; responsables, respetables.
Reemplazables todos ellos, tan perfectos que aquel puede cubrir con su mano exactamente la misma porción de futuro que éste - Y viceversa- siempre alertas de que el reloj no pierda ni un sólo segundo.
Porque la casa-calle tiene ventanas, es que podemos, desde otra perspectiva, mirarnos a nosotros mismos zumbando de un lado a otro intercambiando signos, planeando escapes, poli(t)nizando arterias congestionadas que desembocan velozmente en otras calles, sin duda no son la nuestra por eso las miramos desconfiados. Expresiones mínimas, ceños levemente más fruncidos, cejas que esconden secretos, pupilas hondas hijas del pozo de Democrito, pequeñas arrugas como dardos, listas para anticipar nuestro futuro, miradas extrañas nos distorsionan como la visión de los espejos a las cinco de la mañana.
Ahí la re(ve)lación.
También crecemos nosotros, y hay que ser francos, el espacio ya no basta, bultos apilados, archivos resurrectos forman Torres, muros, vallas dificultando cada vez más el que se pueda mantener la estructura de nuestros propios códigos. El espacio no es suficiente, y la gran plancha del orden cuantifica pérdidas y divide lo que resta. Los monumentos miran con desaprobación cada suceso y la homogeneidad se hace latente. El riesgo de contagio crece. La calle entonces se vuelve vacuna. Se hincha, se aglutina disforme y rompe las barreras del lenguaje.
La calle vive! Son las nuevas fiestas patrias de la república del "Aer" los sombreros vuelan y los bolsos ruedan calle abajo, cada zapato vuelve al cementerio de donde ha salido y aquel hombre de allá, y la mujer que mira a través del cristal, sonríen hasta que el rostro se les vuelve la experiencia del instante en que la luz desciende al mundo, para medir la magnitud de la existencia.
República del Aer.
30 de Corriente de 1&"9
Quimer
Me gusta pensarte
porque sé de cierto que existes.
Luego te imagino detrás de un leve velo que distorsiona tu imagen,
entonces eres Scheherezada cuando me miras y tus párpados son bajos,
levantas el mentón y ya eres la octava mujer de barba azul.
Tu rostro cambia, se llena de sombras,
se vacía.
Pero entonces no eres tú.
La aberración cromática que sé planta
entre mis ojos y tus ojos es un espejismo delicioso.
Todo lo que habita en mi trata de apoderarse de tu imagen,
de adorarla como a sí mismo.
Fardo terrible de tenues sedas
cubriendo a la virgen, al diablo, al ímpetu de las venas.
Por eso me alejó, me siento a un paso de gato de distancia,
para que se respire aire y no sueños entre nosotros.
Necesito mirarte desde la perspectiva total del aquí y ahora,
despojarte de toda virtud, bordarte entera de defectos,
de corporeidad humana,
llena de sangre y camino.
Viva.
Saberte real
y sin reflejos.
SEGUNDO
BLOQUE
Happy ending
Bien, la gansa ya se fumó el huevo de oro,
ya la liebre cambió sus piernas por cristales de colores,
la tortuga simplemente se murió
y yo escribo esto como quien cavar en la madriguera de otro.
El final el mismo
ella mala, la otra buena,
uno que mal aconseja
y otro que prendé fuego a la hoguera.
¿ quien era la bruja ?
Todas
Y ¿el diablo?
Todos se jactan del título
Pero yo no le he visto cola a ninguno,
nomás los cuernos.
Rapunsell ahorcada,
Blancanieves encerrada en el loquero por ninfomana,
Cenicienta misteriosamente asesinada,
en la escena sólo se encontraron plumas de ave y pelos de rata,
La sirenita alcohólica,
La bella durmiente regenteada por tres curiosas hadas,
Campanita y wendy adictas a la coca,
Alicia dormida junto a una jeringa en un hotel en Filipinas,
y mi amor leyendo esto como quien sabe
que ha cabado en su madriguera.
Allá lejos en el valle se ven los felices
bajo la calcinada pupila del otoño,
bajo las hojas de un parque imaginario
junto a un roble imaginario
de cuyas ramas penden las cuerdas que se aferran
al cuello del furioso Hans , los vanidosos Grimm, el raquítico Carrol
y los demás secuaces de las lecciones graves.
Diestra Siniestra
Se me ha puesto grave la mano
Pobre manito, tan ignorante de sí misma,
tan vertida en el mundo.
Se me ha puesto grave y he cerrado el puño,
y he lanzado el golpe y lo he errado,
si tengo grave la mano
como quiero atinarle al punto.
Pobre manito tan grave, tan grave
Se me ha puesto floja, se me ha puesto tiesa
y la manito no responde cuando le hablo,
cuando le hablo en nuestra lengua oscura.
Con manchas de tinta con carne de moza,
mi mano se pone de buenas generalmente,
pero ya ni mancha ni moza le ponen de buenas
ni de ninguna otra forma.
La veo por las noches, cuando se va de la alcoba
arrastra su pena de pozo, sombría y redonda,
se sube a las tejas y trata de enderazarse los dedos
para dibujar signos limpios como sueños de niño,
pero no más le salen los sucios como siempre había sido,
entonces mi mano se tiende sobre las tejas
y deja que el viento la empuje a la calle,
donde al caer rebota en los charcos y las banquetas
con el mismo ruido que hacen los pájaros
cuando caen dormidos de las ramas de esos árboles viejos,
mi mano se sacude el fango,
sigue intentando enderezarse los dedos toda la noche, pero no puede.
Por la mañana cuando el gallo se traga el frío de la madrugada,
mi mano regresa a casa tan grave como se ha marchado,
ya la veo trepando a la cama,
buscando el signo en cada tirón de sus dedos sobre las colchas,
se arrastra y trepa y llega a mi pecho,
me rasca ansiosa la barba, tira del bigote,
hurga en mi nariz maldice y revienta sus uñas en mi garganta,
sólo entonces el grito la calma.
Pobre mano mía, tan grave por falta de buenas costumbres
que quiere ser dulce cuando yo la quiero amarga.
Happy ending
Bien, la gansa ya se fumó el huevo de oro,
ya la liebre cambió sus piernas por cristales de colores,
la tortuga simplemente se murió
y yo escribo esto como quien cavar en la madriguera de otro.
El final el mismo
ella mala, la otra buena,
uno que mal aconseja
y otro que prendé fuego a la hoguera.
¿ quien era la bruja ?
Todas
Y ¿el diablo?
Todos se jactan del título
Pero yo no le he visto cola a ninguno,
nomás los cuernos.
Rapunsell ahorcada,
Blancanieves encerrada en el loquero por ninfomana,
Cenicienta misteriosamente asesinada,
en la escena sólo se encontraron plumas de ave y pelos de rata,
La sirenita alcohólica,
La bella durmiente regenteada por tres curiosas hadas,
Campanita y wendy adictas a la coca,
Alicia dormida junto a una jeringa en un hotel en Filipinas,
y mi amor leyendo esto como quien sabe
que ha cabado en su madriguera.
Allá lejos en el valle se ven los felices
bajo la calcinada pupila del otoño,
bajo las hojas de un parque imaginario
junto a un roble imaginario
de cuyas ramas penden las cuerdas que se aferran
al cuello del furioso Hans , los vanidosos Grimm, el raquítico Carrol
y los demás secuaces de las lecciones graves.
Diestra Siniestra
Se me ha puesto grave la mano
Pobre manito, tan ignorante de sí misma,
tan vertida en el mundo.
Se me ha puesto grave y he cerrado el puño,
y he lanzado el golpe y lo he errado,
si tengo grave la mano
como quiero atinarle al punto.
Pobre manito tan grave, tan grave
Se me ha puesto floja, se me ha puesto tiesa
y la manito no responde cuando le hablo,
cuando le hablo en nuestra lengua oscura.
Con manchas de tinta con carne de moza,
mi mano se pone de buenas generalmente,
pero ya ni mancha ni moza le ponen de buenas
ni de ninguna otra forma.
La veo por las noches, cuando se va de la alcoba
arrastra su pena de pozo, sombría y redonda,
se sube a las tejas y trata de enderazarse los dedos
para dibujar signos limpios como sueños de niño,
pero no más le salen los sucios como siempre había sido,
entonces mi mano se tiende sobre las tejas
y deja que el viento la empuje a la calle,
donde al caer rebota en los charcos y las banquetas
con el mismo ruido que hacen los pájaros
cuando caen dormidos de las ramas de esos árboles viejos,
mi mano se sacude el fango,
sigue intentando enderezarse los dedos toda la noche, pero no puede.
Por la mañana cuando el gallo se traga el frío de la madrugada,
mi mano regresa a casa tan grave como se ha marchado,
ya la veo trepando a la cama,
buscando el signo en cada tirón de sus dedos sobre las colchas,
se arrastra y trepa y llega a mi pecho,
me rasca ansiosa la barba, tira del bigote,
hurga en mi nariz maldice y revienta sus uñas en mi garganta,
sólo entonces el grito la calma.
Pobre mano mía, tan grave por falta de buenas costumbres
que quiere ser dulce cuando yo la quiero amarga.
TERCER
BLOQUE
Viaje de ida
Viaje. Deletrear el viento y el puerto. Deletrear la historia, una historia con los pies, a nado, abriendo en la pagina precisa el vuelo. Deletrea Viaje. Despacito pero sin buscarle el centímetro a la palabra. Ese punto en el horizonte avanza porque ya te esperaba, se acerca te abrasa y te dibuja una sonrisa como una hamaca, te subes se balancea y su contorno pone bravo al calor, ya sube la marea y la humedad empuja profundo el ritmo y ya ves que te vas des-pa-ci-to te evaporas y subes al cielito lindo convertido en nube, te guiña un ojo la estrella polar, juegando a las escondidas sueltan otra vez amarras se dejan arrastrar, va ganando peso cuando flotas esa suave palabra, Viajar, sientes cosquillas en el paladar. Va creciendo esta historia marinero y olvidaste empacar el ancla, va sube que sube y si baja le soplas, la vela se inflama y si te cansas de ser viento te recuestas con ella en la arena y se ponen a encontrar en cada grano dorado en cada cristal de sal la palabra redonda que dibujan mojados los pies en la costa, con la tinta indeleble del mar.
Viaje de vuelta
Bien, el barco llegó a su puerto
bueno? no sé si es bueno o si es malo
lo que sé es que llegó
Si hubo pañuelos ondeando en otro puerto
si ahora hay alegres sombreros volando
o en el inter un motín no fue logrado
son cosas que desconozco
imagino aunque no me concierne
que el faro cumplió partiendo la niebla
por eso no hubo extravío
ni naufragio
los viajeros desempacaron
la barca se ha anclado
si el capitán esta durmiendo
y no piensa más en el puerto
es asunto suyo
mis ojos no lo están viendo
lo único que veo
que ni siquiera es el puerto
es que el barco ha llegado
y no estaré
para verlo zarpar hacia ese otro puerto
en que alguien espera
a que llegue este barco
sin pensar en de dónde es que vuelve
mucho menos si un pez lo vio arribando.
A. Young Whitaker "Galo"
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