ULISES PANIAGUA
Nocturno
imperio de los proscritos
(fragmentos)
Hemos nacido mudos vagabundos malditos
desde fétidas
placentas que reposan
bajo casas almacenes
edificios
putas oficinas
ovarios doloridos y dolientes
mazmorras mugrosas de
simulada libertad.
Hemos emergido
satánicos ciegos ácidos
ajenos a la condena
que heredaron los
fiscales del mundo
-injuriosas pústulas-
entre colegios
cánones parcos y ortodoxos.
Donde expusimos
antropófagos antropólogos
-preservadores del
sacrilegio- tantos entendidos
nombres bajo la lupa
de la contestación:
los Yahvés Maquiavelos Smiths
escritores del best seller
cineastas de lengua
tibia en ruda afrenta a los Wells
Langs
Eiseinsteins y Fellinis de originales profundas
extremas tomas que
formaron pensamiento.
Hemos puesto nuestras
deidades de espaldas
las hemos apedreado
con filosas búsquedas cartesianas
en la herida que
desangran labias redes sociales
hemos desandado con
rojas manzanas de ciencia
el intrincado
laberinto de cables sordos e inútiles.
Nos sucedemos en esta
pesadilla de cacerolas
conflictos aterrantes
aviones novedoso ántrax
cavernosas elegías
postales pavores de ricina
anchas carcajadas
anónimas que entendemos por el aquí ahora:
esta granizada de
odio sin sed, de sed sin odio.
Hemos nacido
forajidos inmorales drogadictos
extraños hetero y
homo sexuales aprehensivos oscuros
débiles creadores
infanáticos lascivos
poseedores de la
marca de incendiarios y homicidas
y por ello nos han
fichado perseguido exterminado
rabiando entre
holgura de fusil y tasas de crecimiento.
Y sólo nos han dejado
el verbo con el cual hollamos bala
sustantivos que
renombran a cada década la confusión del mundo:
guitarra óleo imago
ánima gubia microtono armonía
y la perfección
imperecedera de rostro y cuerpo.
Renunciaron a la
ética, lo estético y la razón
autorizando la
belleza sin por qué
la belleza justa
luminosa inasible según Silesius
la fealdad hermosa
que no admite falsos discursos
y esta envidiable
repulsiva comunión con la muerte.
Sólo nos dejaron eso.
Eso que la esencia de mundo
la probabilidad de
mundo requiere…
Cruceros
Aparecen como truenos. En
el cruce de cuatro vías, bajo el rescoldo de una puerta rancia, en los
fumaderos de opio. Los reconoces por la soledad que funestos anteponen. Parecen
alguien que no espera. Son gritos de luna, espasmos de estrella. Aparecen como
aparecidos, con la redundancia implícita redundancia; te recuerdan que detrás
del semáforo en verde alguien vigila. Son adornos, suovenirs urbanos, cajones de muerto que visten la holgura de las
calles. Su honestidad es evidente, su incertidumbre aterra. Caminan o esperan,
sentados o caminan; y los precede un rugido, un sollozo de viento.
Lo tan negro que respira el Universo
(fragmentos)
Pergamino
Aquí
respira este conjunto de sucesos pergamino
que ensancha nanosegundos entre cuerdas del espacio umbral donde gravita la conciencia poeta en
trago de palabras puente que entrelaza décimos y vigésimos arcanos semilla de lo vivo que juega a los dados con la muerte deidad respirante y aburrida tarot de futuro en
retroceso bestia que aborrece la singularidad
dormida silencio y grito al cubo pared sin rasguño que abre hacia la
sombra
Aquí
respira la proximidad del incendio tuétano
que propaga imperfecciones sobre profusa línea que desvanece
magnitudes que retiene la sonrisa el dolor
el estallido Aquí permanece la inscripción del Universo espejo que construye al
segundo lo finito sombra que extiende a la séptima potencia grito y
silencio pretérito progresivo lo muerto que trastoca los sucesos que respira Aquí el
arriba lo sur lo tal vez lo púrpura que engulle la mirada médula que palpita espesura de atómico
esqueleto:
Aquí
se intuye -en enfrentamiento- nuestra dolosa rasposidad contra la naturaleza del espíritu.
La pastura de las horas
A qué suena la pastura de los días, dónde
gruñe el amor de una oficina
qué rememora el desliz de una persiana
el desplome de una hoja
la nerviosa exhalación de un pabilo
Cómo gravitar un hoyo negro
Cuándo besar la saudade, el advenimiento de metáfora
cómo suplir el tacto del crimen
el canto de un ronco mirlo
el brote la sonrisa un mullido vientre
Dónde intuir la ventisca del poema
A qué saben la privación o la risa, la
lumínica memoria de quien se ama
el dócil velo de una tarde con lluvia
un musgoso cantar en parto de rosas
la ofuscación de armonías sobre el piano
Dónde alcanzar la densidad de la atmósfera,
cuándo descifrar
la libertad del oficio, el holograma del
abrazo, la huella
en el espectro de sol
la calma
la antimateria el espíritu
Cómo degustar la carne de las horas
Cómo palpar la presencia del relámpago
Cuándo alcanzar lo que no se suple
y dónde nominar
aquello que no se toca.
Respiración y paquidermo
Puedo palpar la respiración del soñante:
qué de frágil eterno en sus rompientes encorva
cómo florece el aleteo de lo negro la proximidad
la cándida amenaza que peina al imaginario del
coloso
Dentro de su diafragma de agua la muerte y la ilusión
afelpan
yerguen rugen con
persistencia
relámpagos de sal esperan un guiño de luna
El orbe transparenta fósiles laberintos
acuosos huesos de paquidermo embestido en cada
oleaje
Y las boyas y los barcos
en su sábana extendida
se vuelven incandescentes focos que dictan
armonía
Silencio
Vigilia Silencio
El soñante respira
La eternidad responsa en el sonido de una
playa
Silencio Asciende
Desciende
El soñante cae los párpados
en busca de una hembra con estola de tormenta.
(fragmentos)
Uno es el ojo de sí mismo
es la vigilancia y la libertad sobre el precipicio
Uno es la boca y el
culo del universo
espiral que confluye
hasta el ombligo del sueño
Uno es el sueño
Uno es el ojo del
universo
y es ése que es
observado por el ojo del universo
Uno es y no es el ojo
Uno es uno y es todo
y es la baba del todo
Uno observa
contempla y es contemplado
Uno es el universo
que implosiona aspira y exhala
al murmullo de un
remo
filando las aguas
sobre un adormecido
estanque de lotos.
El poema es el tigre
ese tigre que enluta
el hielo
más allá de
sangrientos pulmones
hinchados de
metáforas
El poema es el tigre
que tritura las imágenes del aire
Es ese goce de fauces
entre lumínicos o romos versos
El poema son las
zarpas sobre el musgo
el salto entre
abrojos
el rugido que repite
el eco figurado
Es hígado de lo que
quiere pero no alcanza
La mirada que toca la
noche y se extiende hacia su centro
Lo imposible en su
agitada existencia
El umbral
lo turbio presente
La intuición
aquello que no se menciona en la albura
El poema es el tigre
blanco que se interna en la entraña de la nieve.
Ven,
acércate a la ventana
¿puedes
oler el vértigo?
el
aire es un filo estático que revienta los ojos
el
abandono descompone fractales en lo aborrecido
Aquello que miras es
un campo de mandriles asesinos
Y
la mujer del panadero ha tatuado un demonio
en
los más hondo de sus muslos
Ven, acércate más
escucha
rugir a lo siniestro
Ahora,
¿quieres
intentar el salto?
Paranoica posmoderna
Nadie hablará por ti
con la transparencia del agua
Nadie hablará por ti
si no ladras con intereses
Todos esperan arrancar las uñas
al cadáver de tu respiro
Los buitres de la abundancia
quieren reñir en tu esqueleto
Sólo queda cantar
cantar con
la más profunda trasparencia
de lo aborrecido.
®Ulises Paniagua
No hay comentarios:
Publicar un comentario