MÓNICA SUÁREZ
En cajones cerrados
Los secretos construyen laberintos oscuros:
se alimentan de frases nunca dichas,
beben el aroma de la inocencia.
Los secretos levantan cuartos y pasillos
inesperados,
ocultan las ventanas,
se tragan la luz y la tiñen de sombras.
Los secretos nos abren cajones en el cuerpo:
cajones que cerramos para poder vestirnos
y salir a la calle sin que nadie lo sepa.
Poema publicado en: Instrucciones
para buscar en la niebla. Editorial Verso Destierro. Colección Las Cenizas
del Quemado. México, D.F. 2011.
De sombras hecha
En
memoria a mi querida amiga Florencia
Ando lenta y callada,
de sombra hecha.
Ando de soledades y de tristezas
con las manos atadas
con el nudo del llanto
corbata puesta.
Ando llena de cantos
y de miserias,
de rincones sombríos,
de muerte llena.
Ando oscura
sin luna,
herida,
ciega,
con recuerdos rondando
como alma en pena.
Ando de sal vestida,
de piel desecha. Ando junto a los vivos
entre tinieblas.
Poema publicado en: Instrucciones
para buscar en la niebla. Editorial Verso Destierro. Colección Las
Cenizas del Quemado. México, D.F. 2011.
Estructura de huesos
Puedo morir con tanta luz
y sin embargo ciega
cuando se quiebra el
tallo,
el tierno tallo, que
en el corazón
apenas si retoña:
porque las nubes en
el cuerpo ciegan,
con su dolor, la
alegría de las venas
y la estructura de
huesos
se resiente y cruje
y es como si lloviera
al ritmo del sollozo
que viene en vaporosas nubes
desde el cielo del
pecho a todas las arterias,
entonces,
todo se oscurece
dentro
y esta corriente
arrastra en su gemido oscuro
los brotes del alma
que iban prendiendo hogueras:
semilla de luz
desperdigada.
Poema publicado en: Instrucciones
para buscar en la niebla. Editorial Verso Destierro. Colección Las
Cenizas del Quemado. México, D.F. 2011.
La
página que somos
Uno siempre está
acabando
cuando empieza:
somos algo que
respira y vive
o sobrevive de la
herida anterior,
del segundo pasado, de
la historia perdida.
Uno siempre está
empezando
cuando acaba.
Somos aire mezclado
entre la bruma.
Nada está dicho para
siempre
y nos escribe todo la
página que somos.
En la conciencia de
morir, nacemos:
más abiertos los ojos
y los brazos,
más abiertos los
pechos y las bocas.
El nudo de vivir
corre despacio
por la garganta
siempre en peligro
de dar el paso en
falso.
Nota:
Poema publicado en: Instrucciones
para buscar en la niebla. Editorial Verso Destierro. Colección Las
Cenizas del Quemado. México, D.F. 2011.
El
mundo de la noche
Detrás de tanta sombra se concentra
toda la luz que el ojo no ha captado.
Una legión oscura se alimenta
del terror de la noche,
de sus ahogados síntomas del asco.
Entonces sus sicarios se concentran
en almacenar el miedo que sudamos,
en podarnos el alma con oscuras tijeras
y asegurarnos que la luz no existe,
que dejemos de buscar su pálido espejismo,
que es mejor abandonarnos en su corriente negra
narcotizado el cuerpo y la conciencia:
engañados como sea los sentidos
y la negrura propia se acrecienta:
nos arrastra por sucias callejuelas,
ríos de pestilente angustia,
calles de encadenadas piedras
hasta que el roce del arrastrar continuo
provoca sin querer alguna chispa:
un solo destello nuestra luz despierta
y el mundo de la noche se libera
de su ennegrecida carga de miserias.
Poema publicado en: Instrucciones
para buscar en la niebla. Editorial Verso Destierro. Colección Las
Cenizas del Quemado. México, D.F. 2011.
La humanidad aguarda
Sobre la cima del
mundo la gente estaba
con un atajo de
sueños en la mirada.
Llora que llora y
llora la madrugada,
un grito rompe la
noche, se desparrama.
El mundo tiene una
herida por la que sangra.
Por los viejos
caminos la muerte vaga:
viene cortando niños
con su guadaña,
mujeres de tristes
ojos miran su cara,
en multitud van los
hombres para encontrarla.
Llama que llama, la
llama de la muerte llama.
Duerme, duerme de
nuevo, haz que se vaya,
que vengan los
ruiseñores, que la palabra renazca
que la serpiente del
odio no nos muerda la esperanza.
Duerme, sueña que
puedes con tu grito derribarla.
Nota: Poema publicado en: Senderos
de Dido. Poemario:
Poemas al filo de la pluma, pp. 157 – 206. Antología Poética del Taller de
Cartago, editado por la UNAM y la
Facultad de Estudios Superiores, Zaragoza, 2007.
Los poderosos vienen
Al pueblo iraquí
Los poderosos se han reunido otra vez, vienen
rasgando el cielo:
encúbrete, aldea,
que sus razones escupen fuego.
Los poderosos llegan en sus buitres de acero:
escápate, niño,
que la muerte no sepa que estás indefenso.
Los poderosos siembran en la tierra su infierno:
guárdate madre,
que tu vientre no sepa que es cementerio.
Los poderosos coleccionan almas como recuerdo:
ocúltate, hermano,
que tu cabeza no sepa que es ya trofeo.
Los poderosos no se detienen, cazan al vuelo:
cúbrete, hermana,
que tu cuerpo no sepa que es botín fresco.
Los poderosos jamás descansan, tejen y tejen
cadena y cepo:
escóndete, padre,
que tu semilla no sepa que tiene dueño.
Los poderosos nunca nos mienten, llevan la paz
del sepulturero:
escabúllete, vida,
que los poderosos te tienen miedo.
Poema publicado en: Senderos de Dido.
Poemario: Poemas al filo de la pluma,
pp. 157 – 206. Antología Poética del Taller de Cartago, editado por la UNAM y la Facultad de Estudios
Superiores, Zaragoza, 2007.
Visita inesperada
Ayer me visitó
Tiresias,
estaba ciego,
como están los
hombres cuando nacen.
No me habló del
futuro
ni predijo tampoco mi
tragedia,
no mencionó a Edipo
ni recordó la suerte
de Ulises.
Me vio con su mirada
ciega
y se puso a llorar
como si fuera un niño.
Poema publicado en: Senderos de Dido.
Poemario: Poemas al filo de la pluma,
pp. 157 – 206. Antología Poética del Taller de Cartago, editado por la UNAM y la Facultad de Estudios
Superiores, Zaragoza, 2007.
Da miedo
Qué miedo da morirse de repente
sin palabras hermosas que nos salven.
Yo de veras me he muerto muchas veces
con cada amigo que se marcha.
Me muero a todas horas lentamente
en cada ser querido que me deja.
Qué miedo da morirse sin saberse
con toda la soledad acumulada
en el cuenco del ojo, tras la frente,
en cada imagen que en el interior estalla.
Da miedo esta manera de perderse
sin huellas de eternidad, sin decir algo.
Morirse así, sin más, tan mansamente.
Poema publicado en: Senderos de Dido.
Poemario: Poemas al filo de la pluma,
pp. 157 – 206. Antología Poética del Taller de Cartago, editado por la UNAM y la Facultad de Estudios
Superiores, Zaragoza, 2007.
Resistencia
A Javier Sicilia.
Desde la orilla del dolor salta el silencio.
¿Habrá
razón alguna para callar tu rabia?
¿para morir también junto con lo que amabas?
Condenado al silencio te exilias de ti mismo:
¿quién
podrá soportar tan atroz balbuceo?
El dolor que se estanca como líquido viejo
sin poder derramarlo en la furia del verbo,
en las alas que dan las palabras sin miedo,
los poemas que sangran sus verdades y duelos.
¡Qué
no te maten el alma los asesinos de cuerpos!
Nota:
Poema publicado en: Poemas para un poeta que dejó la poesía. Antología, Literatura, Cuadernos EL Financiero, 2011.
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