JESÚS DE LA PEÑA
PARA MATAR LA SOLEDAD Y ENGAÑAR A LA
MUERTE
Provocar la catástrofe es la única
forma de esclarecer la penumbra,
esclarecer la penumbra ,es engañar a
la muerte.
Hay que saber ser parte del incendio,
remolino del demonio
espiar cuidadosos el santuario donde se baña la diosa,
hacerle el amor en la imagen,
venirte con el corazón
amordazado en la boca .
Hay que Invitarle el café al diablo
Intercambiar algunos textos
persuadirlo para que no abra el
capullo de la mariposa
y no dance entre las hojas
revelando
tus secretos .
Hay que saber soltar la pluma
cuando la inspiración se torna vieja
;
Llorar como los niños
espantados por lo oscuro.
Cambiar poemas por brasieres, medias, corazones,
lágrimas,
suspiros, noches, faldas
Y lunas.
cambiar
poemas por labios rojos, verdes, amarillos,
azules,
finos, rotos.
cambiar
poemas por colchones con mujeres incluidas,
sábanas
tatuadas en espaldas mariposas.
Hay que
sentir la herida sobre la espalda
sangrar
desprevenido
arrancar
el ego-cerdo
para
conocer el don.
Hay que
ser crueles con sicarios del verso,
con
pederastas del verbo
con
asesinos de la acción.
Apostar el
orgullo
en peleas
de poesía
si son
tres caídas
apostar
por una más.
Huir con un circo literario
dos,tres
plumas en la mano
el
revólver bien cargado
para balear la soledad.
Y YO EN LA GUERRILLA
En este mismo instante en que la
noche envuelve los gritos guerrilleros de mezcal, ya debes estar peleando una
guerra con perros en la cama.
Seguro ya encajaste tus colmillos,
seguro te clavaron sus entrañas.
Seguro ya olvidaste mis disparos,
perdiste el aroma de tu sangre, el color que Trotsky más amaba, color que saco
a caminar sobre tus muslos y se seca en las batallas.
Bestias en las marchas, yo corriendo
en la guerrilla, tu hincada en el espejo
yo buscando que tragar, aromas a
desierto, mariposas exiliadas, mi lengua que te extraña
Tu grito imperialista
yo arrastrándome en la hierba, el
mordiéndote las piernas
yo huyendo de las balas, tu aullando
entre su cama
gritos y esqueletos, la muerte y sus
parvadas, mis noches en batalla.
Mi grito comunista
tus gemidos en el puerto
yo cargando mi fusil, el perdido
entre tus senos.
APOLOGÍA DE LA MOSCA
Emprende vuelo la mosca
majestuosa emperatriz
de la mierda y el deseo.
Péndulo de un reloj
pertenencia de la muerte
oscila frente
a los ojos amarillos
del esclavo enamorado
de la reina
el que tiene la erección
que dará libertad
a los inocentes
peces
terrestres
navegando en telarañas
incestuosas ,
esperando viuda negra
que devore su futuro
esqueleto de
egoísmo .
Pasa la mosca…
Dragón citadino
que por fuego trae
desgracia
hija bastarda del coito
entre dios y muerte
bestia indecente,
trae penitencia
sobre sus alas.
Vuela la mosca…
transporta muertos
en sus patas
diosa de la polimerización
putrefacta en ataúdes,
campesina que siembra
a los gusanos.
CANTOS A LA MUJER FRIA
Mujer helada, anoche te confundí con
cadáver
creí ver en tu muerte que besabas
lombrices
pero eran tus labios que aun rojos seguían .
Mujer helada, tu cabello escurría
caracoles
que sudaban palabras hambrientas de
oídos
los escuchaba y se volvían cenizas
polvo de mujer extraviada.
Mujer helada, de cenizas salió un
gato que tu cuerpo lamia
y ahorcado cayo entre tus hilos desnudos.
Mujer helada, cabezas de cerdo
bailaban confusas
por que tus bellos pies las tocaron.
Mujer helada, lamento de cuervo
trajo el zopilote
y en cicatrices reencarnaba
tu oxidada silueta de enero.
Mujer helada, aspas de barco
fantasma destazaron sirenas
mis labios sobre tu espalda.
Mujer helada, mis manos ya no
existen
niños hambrientos las devoraron
tu tiempo sobre cadáver .
Mujer helada, con fauces de bestia asustada
te arranco a pedazos del zopilote
que ya tragada te tenía
porque no eres mujer muerta, eres
mujer helada.
El incendio que dejó
La tatúo lejana en la espalda
propia
le construyo un templo de hambre
o voraz antojo de su encuentro
donde serán las flores quienes le
resen
suplicando la humedad de su
demonio.
Le dije que emprendiéramos la
huida
en algún puerto lejos de
Troya
que como Aquiles
le rasgaría el cielo con la
espada
para hacerla lloviznar
y con neblina le cerraría los
ojos
para que soñáramos la cama.
Ahora una estrella le ladra desde
abajo.
ahora un trueno la sueña y la
bosteza
maligna, inexplicable.
Bailando un tango pasará el
cuchillo
por este solo cuerpo
presumiendo la maldad femenina
retratando el vestido,
la roja prenda que usa la muerte
cuando una mujer se despide.
©Jesús de la Peña
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