HORTENSIA CARRASCO
MARADOL
Detrás de un mezquite, espío a los que
trabajan
Muerdo la cáscara del mango y brota un
jugo apetecible
Lo bebo y los hombres ya se han quitado
las camisas
Sus cuerpos se abandonan a la hierba
hurgan entre tallos, ramas y hojas
Las papayas son la única sustancia
femenina
Óvalos naranja resistiéndose al machete
Mayo trae lumbre en el aire
Y el campo se vuelve nidal de la lujuria
Yo no dejo de mirar
Hay alguno que suda y juega a hacer el
amor en los papayos
Otros orinan anhelando encontrar el rastro
de un orgasmo
Hay uno cuya boca guarda el escozor de la
lascivia
Sabe que bajo mis telas
Una maradol se abrirá lechosa y gentil.
CULEBRAS
Me dijiste que al casarme
Me cuidara de los alicantes
Que llegarían cantando por la orilla del
río para arrullarme.
El campo cesaría su alboroto de hierbas y
gusanos.
Primero tratarían de mamar de la ubre de
las vacas
después danzarían en los alrededores de mi
casa
erguidas y hambrientas buscarían el calor
de las cazuelas
la boca ansiosa de mi primera cría
con sigilo asaltarían mis pechos para
alimentarse.
Lo que no dijiste es que en la noche de
bodas
Mi hombre se convertiría en culebra
Que lamería mis senos como a dos biznagas
dulces
Se enredaría en mi cuerpo casi hasta la
asfixia
Que reptaría por mi sexo buscando el
placer del agua fresca
Me transformaría árbol tendido en la
rivera
Y él cincuate moreno de mil lenguas
silbaría con furia la canción de los
orgasmos.
TLACHIQUE
Lo más probable
Es que los hombres ya hayan levantado la
cosecha
Que las mujeres fueron a recolectar la
flor de los magueyes.
La yunta descansa.
La hora de volver se junta con el mugido
de los toros
Ningún pájaro se asoma y los árboles se
han oscurecido.
Murmuraciones de huaraches anuncian la
cercanía con la casa.
El adobe está tibio y en la mesa has
dispuesto frijoles y ciruelas
Percibes el olor del asno que camina al
lado del que viene
Sabes que tu amado llegará con las manos
ampulosas pero fuertes.
Que traerá en los ojos el color de la
labranza
Y en el pecho el cenzontle rojo que a tu
cuerpo enciende.
Cubres tu desnudez con el rebozo que usas
en las fiestas
Te hincas en el petate que has cubierto
con sarapes
Así el hombre te mira y te descubre
Se desnuda, se tiende y se prepara a lo
que tú dispongas:
Te vuelves maguey de hojas amables y
macizas
una bandada de picaflores los rodea.
Él prepara el tlachique y suavemente lo
remoja.
En el campo llovizna y en cada choza hay
un fogón que espera.
En la tuya pajaritos beben aguamiel
Mientras un hombre ebrio los observa.
ORGÍA DE
ALEBRIJES
Quiero ir a tu monte
Cuando esté en la cima
Arrodillarme y besar la alegría del musgo
Después encaramarme y contemplar la
llanura
Mirar el pozo que resguardas justo al
centro
Preparar mi caballo y cabalgar guiada por
los violines de la fiesta
Asomarme y distinguir ahí en el fondo
Alebrijes que bailan con los sexos alzados
Liebres-dragón masticando cazahuates
Coyotas con alas endulzando vulvas con
aguamiel y piloncillo
Culebras llorando por que las han mordido
las violetas
Pájaros-lagarto copulando con ciervas y
sirenas
Flores lechosas demostrando su abundancia.
El sol echado en las alcobas atestiguará
el banquete
Justo al retirarse y atisbar tras la
montaña
Estallará el color de todas las especies.
PARVADA
He amaestrado a los cuervos
Los he alimentado y les canto cada mañana
cerca de la milpa.
Ellos graznan y tiemblan su negror
Plumarean y saben que como cada día
A la orilla del río colgaré mis vestidos
entre los cañaverales
Destrenzaré mi pelo que suave cubrirá mi
espalda.
Emprenderán el vuelo y sin tardanza
regresarán
En silencio por el bocado entre sus picos.
El agua encenderá mi cuerpo
Un astro espía palpará en mi pecho.
La parvada se habrá marchado.
Estoy a solas con un puñado de ojo
Una parvada de mirlos alborota mi
entrepierna
te arrancas un ojo y lo haces recorrer mi
cuerpo
Vamos hacia el campo y llevas en una mano
la mía y en la otra ese ojo
Siento una mirada debajo de mi falda y
simulo vergüenza
Porque sé que descubrirás el agua tibia
que te espera.
Este es un gran juego.
Me pedirás que mire el crepúsculo desnuda
y de bruces
Y te pondrás a dibujar sobre nalgas la
furia del mar
Hasta que la espuma de las olas inunde mi
barca.
Soltarás el ojo y dejarás que nos observé
Que llore de vernos naufragando entre
pieles
Le arrojarás hierba y todo el ruido de tu
pecho.
Este es un gran juego.
Nos levantaremos y seguiremos el correr de
las nubes
Mis ropas serán estandartes soltados al
viento
Nos alejaremos y sólo por un instante
apretarás el puño
Y no te atreverás a dar un paso de
regreso.
Sé que mañana volverás por tu ojo
Para ver de nuevo lo que pasó ayer en el
campo.
®Hortrensia Carrasco
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