jueves, 22 de marzo de 2012

Agathokles presenta en Cada quien su Boca de Palabras Urgentes (22 de Marzo 2012)



Agathokles

Conclusiones obscenas

Siete promesas que violé con tal de mirarte desnuda,
el celibato, varios capitales, otros tantos de Moisés,
un botón por cada verso, la prenda completa por una estrofa,
el instinto, la lujuria con que caían, estaba por abandonar,
tu voz desprendía una melodía conocida por prohibida,
mis manos temblaban cada paso adelante, la boca me traicionaba,
evocando oxímorones, hiperbatones, consonantes y rimas en jauría,
cada paso más desnuda y más penetrante tu perfume de madera,
olvidé la moral y dejé la soberbia en el vaso con vino, era la hora,
el momento indicado de creer y crecer de nueva vez,
una luz rojiza hizo profunda la habitación, se dibujaron tus senos,
medusas incipientes que petrifican al cruzar la pupila,
el frío jugaba y delataba la dilatación constante de tus pezones,
endurecía tu dermis y marcaba una sonrisa lasciva en tu rostro,
la poesía seguía fluyendo, la última prenda cayó de tajo,
era turno en que mis manos comenzaran con el pacto silencioso,
me deshice de la beatitud y la hipocresía, era un ente desnudo,
capaz de terminar de desmadrar el testamento entero por tomarte,
tus piernas se abrieron liándome al acto inconcluso en otros encuentros,
tomé el vaso y derramé todo el contenido en tu piel de terciopelo,
lo lamí enfurecidamente, te tendí por que era mi naturaleza fiera,
dejé que mi sexo se encajara deprisa hasta llegar a la espina,
no conté los minutos, pero sí los orgasmos, cuatro tuyos, dos míos,
fieras coagulantes creando el arte del placer obsceno,
la lírica ahora transformada en caprichos sensuales y malhablados,
no sé si fueron días los que pasamos bajo las sábanas,
lo que puedo asegurar es que nadie había viajado al paraíso
y regresado para dar testimonio que las vírgenes existen y todas…
llevan tu nombre.


  
Presente

Dejar desfilar en silencio la estela que marca tu paso a mi encuentro,
casi siempre disfrazada de rutina, con olor a cocina y azafranes,
los recuerdos que tu mente desfigura para hacerlo menos doloroso,
de vez en cuando ese dolor es intenso y te marchitas por partes,
primero las manos, la cabeza, el corazón, a veces también el sexo,
sin embargo aún después de todo, después del tiempo, te encuentro,
tan leal y sonora, tan como siempre que resguardo mis secretos,
dilatas los labios y forjas una sonrisa liviana pero constante,
eres capaz de desvanecerme con tus besos madrugada, con tu aliento,
un suplicio inmediato me recorre si te veo sollozando, soy culpable,
sé que la tragedia en tu vida lleva mi nombre, mi marca es inconfundible,
no sereno mi alma briosa con un sólo cometido, siempre busca, siempre,
hace ya varias alboradas que no hago más que escribir tu nombre,
en arena, en papel, en el aire con las nubes, en las hojas y en todo lo tangible,
no he dudado en borrarte con sustancias vedadas, imposible deseo,
estás ahí más presente y más física que mi propia carne corrompida,
puedo aseverar que eres ya un dogma con propósitos inciertos hacia mí,
no sé si son las ansias de verte, de penderme en tu alma de cicuta,
en buscar un lugar entre tus pliegues blandos para amanecer vehemente,
intentando no convertirme en el mismo que destruye la vida con cada rezo,
no ser el que se refleja en cada lágrima y cada suspiro lleve la inicial de mi nombre,
ahora me encuentro deambulando entre esas lágrimas que te hacen sagrada,
una ruina sacra de mis caprichos inmaduros y febriles, tengo miedo,
temo aventurarme sin razón ni elocuencia a desbaratarme rendido en tus manos,
a entregar por completo un corazón infiel y sediento de cambiar el destino,
ni mayo ni agosto darán tregua a mi olvido, los recuerdos punzantes,
son los que no permiten hacerme cómplice total de tu necesidad siempre,
ahora pienso en ti y esto no significa que será así perennemente, otras veces,
pensaré en amarte y otras tantas te amaré con tal fuerza que no sabrás de ti,
y no tendrás memoria, sólo la fijación presente de tenerme cerca,

Hoy ser Dios es lo mismo que estar un momento cerca de ti.
 


Declaración de guerra

Palabras tuyas que sirven de rehenes posmodernos de mi ingrata culpa,
un misterio que no he descifrado para poder pensarte siempre,
la distancia y el tiempo paradojas mutilantes y desesperadas,
ahora te encuentro y mi voz comienza con el brío de gritarte fuerte,
de atropellarte con una suerte de besos oportunos a tu llegada,
la ciudad vuelve a mis pies y me convierto en heredero de tu sombra,
el terco de siempre pero aún más constante y menos cobarde.

Martes de duelo por creerte tangible e inmediata, cuestión de espera,
sabiduría sugestiva convertida casi en lo que aún nos une,
una palabra derrumbó la esperanza para volver a forjarla fuertemente,
esperanza tu nombre y mi condena atemporal y siniestra,
cada dos de octubre marco de sangre el calendario entero,
guardo un minuto de silencio por cada año desgastado, me rindo,
estoy casi tan sediento, casi tan impaciente de saciar el hambre del sereno,
declaro la guerra en nombre de la rosa y la despiadada alma que me marca.

Ahora comienza la nueva tragedia que es recordar amar,
recordar la sal y la saliva casquivana, pecar es pecar,
aún condenado seguiré en pie de forma bélica e inocente,
percibe atenta las palabras que delinea la forma áurea de mi mano,
comienza el duelo, sin piedad a los débiles, no más clemencia,
sin misericordia de las bocas, ni compasión de cuerpos, esa es la señal.
cinco, cuatro, tres, dos, uno…

No he contado los años que han pasado, pero algo es seguro,
mañana en la batalla terminaré por rendirme en tu honor





Mujer aérea

No podías ser más liviana, ni más dulce a tus pasos,
los movimientos forjaban el nuevo génesis impúdico,
la mano derecha se eleva y aparece Sodoma llena de oro y sangre,
la mano izquierda asciende y Gomorra te califica de beata,
los pies pedazos de amaranto que se desmoronan al paso
marcando la senda para el delito impuro, se relaja el aroma,
la cadera se pronuncia a la izquierda y crea una calamidad
movimiento a la derecha erección perpetua, tus párpados adormecidos
dejan ver la pupila dilatada, el sentido más pronto, casi bendita,
tu vientre sigue dibujando ritos y formas que incitan a pecar,
mido la distancia y apunto directo al corazón, una mirada fulminante,
un mirada lasciva, incitante, sedienta y desesperada,
la espalda se arquea despacio al compás de do mayor y si bemol,
es el momento en que mi dermis se estremece, la lengua saliva,
el eje de la tierra permanece atento para hacerlo al par de tu cintura,
tu figura crea la imagen exacta del Ícaro caído al infierno,
la mirada fija a un punto perdido y eterno, en tu boca el éxtasis,
cada movimiento quiebra el aire dejando a su paso un perfume majestuoso,
Terpsícore te alaba por ligera, Hera por hermosa, yo un mortal cualquiera
cree por vez primera en el Olimpo porque vuelas, llena de violencia,
te condenan por sensual, cierras el horizonte de mis ojos
para mostrarte única y tentadora, caricia infame, mujer fatal,
están mis rezos en tus labios y en tu alma mi necesidad.

¿Sientes este silencio?, abre los ojos estamos volando juntos,
está a punto de amanecer…
 


Cambio de plan y estrategia

Aun cuando pueda jurar por Dios y pronunciarte algo en nombre del amor,
pareceré un resquicio olvidado, un pueblo inundado por nada visible,
así es eso, inevitable, surco el espacio que nos detiene y no es suficiente,
tal vez algún día te hallaré en el sito que me entregue completo, no es instinto,
es este destino que va marcando una rotunda herida, despacio, lento,
aún conservo el sabor, el aroma que salta de tu boca, aun ahora, no fue la cama,
ni el cuarto o el frío quebrante, tampoco fue la noche, alcohol, cigarros,
ni la nostalgia de sabernos cómplices, no fueron tampoco los versos, ni los pasos,
fue tu karma el que ha marcado fechas en el álbum desgastado, fue la curva,
la que se crea al mirarte boca abajo y relajada, un puente único y suave,
del que asesinos incapaces de dejar sus sangrientos despojos optan por
aventurarse a sobrevivir ahí, fueron los huecos en los que me alojé demente,
seis veces continuas sin parpadear, mirando fijo, sonriendo leve,
fue la litúrgica forma de vernos desnudos y esperando una señal para el inicio,
aún siento en mi paladar tu sabor de flor cristalina, muñeca mantis,
tienes en tu haber tintes de amapola, perfume de cannabis, sustancia de mandrágora,
cada imagen me hace fantasía en el recuerdo taciturno de la entrega,
cada mirada es una melodía desprendida de tus labios en pleno acto,
tanta saliva que no recupero suficiente para pronuncia algo más que tu nombre,
tanto he sido desde ese día que he creado una nueva especie de amante,
uno que marca en rojo todas las palabras que comiencen con “V”,
un ser casi melancólico que se culpa por no poder tenerte para él completa,
un amante ingrato que desafía las buenas costumbres y la sobria moral,
uno al que le llaman mago por saber desaparecer cuando es necesitado
y aparecer de pronto desnudo cunado no le llaman, ni lo buscan,
el que es capaz de ser tuyo sin hacer pregunta alguna, ése y aquél,
ahora, sólo queda guardar en silencio el recuerdo de tu piel al descubierto,
el sonido y el perfume que emanó varias veces de tu ser para mi fortuna,
levantar la mirada y tomar nuevamente tu boca para tenerla en mí, eternamente,
no eres ya calma, ni palabra espontánea, ya eres necesidad.


®Agathokles (Omar Ortiz)

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